¡No estamos solos!
por Wagner Borges em STUM WORLDAtualizado em 18/09/2011 11:35:04
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Por qué mis ojos porfían en ver lo que mi corazón ya ha sentido?
¿Por qué presiento que nuestro origen es extraterrestre y que otros ojos nos observan y nos sienten con el corazón? ¿También ellos lloran de saudade?
Miro las estrellas y pienso en las naves invisibles que se desplazan interdimensionalmente, por motivos que solo sus tripulantes saben.
Pienso en los pueblos de otros orbes que nos visitan en sus naves fantásticas y, al mismo tiempo, me acuerdo de las diversas guerras que hay trabadas en nuestro planeta en este momento.
Me pregunto si los visitantes espaciales están viendo todo eso y si no nos consideran algo locos.
Quizá haya un plan cósmico en marcha y nosotros estamos insertos en él, aunque todavía no lo sabemos. O quizá nuestros visitantes sean más parecidos y cercanos a nosotros de lo que jamás hemos imaginado dentro de nuestra ceguera interdimensional transitoria.
¿Quién sabe si, en el fondo de los mares, en el interior de la Tierra, o incluso bajo los casquetes polares, no habrá diversas colonias o bases extraterrestres monitoreando invisiblemente el progreso de la humanidad terrestre?
Recuerdo a Jesús enseñando, “En la Casa del Padre hay muchas moradas”.
¿No sentiría también Él cierta saudade?
También me acuerdo del sabio griego Pitágoras, enseñando sobre las esferas espirituales, y del místico y sensitivo sueco Swedenborg relatando, en el siglo 18, que, estando fuera del cuerpo, veía seres de otros lugares.
¿También ellos sentían saudades?
Mis ojos quieren ver, pero mi corazón ya sabe y no necesita pruebas externas para comprobar lo que ya ha intuido y sentido: somos visitados por hermanos estelares desde hace mucho tiempo y hay un orden cósmico guiando los pasos de razas más jóvenes e inmaduras en los orbes más densos.
Engañados por los cinco sentidos convencionales y sujetos a paradigmas materiales e inmediatistas, no percibimos la inmensa trama cósmica en que estamos insertos, ni percibimos que formamos parte de la inmensa familia sideral.
Ciegos y medios locos a causa del aislamiento en relación a nuestros hermanos espaciales, pensamos y hacemos cosas extrañas y no conseguimos la paz tan anhelada.
Saudades, saudades, saudades… Los ojos quieren ver, pero el corazón ya lo sabe:
¡NO ESTAMOS SOLOS!
Paz y Luz.