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NUESTRO DESTINO ES LA EVOLUCIÓN

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 21/01/2009 15:01:40


por Maria Hortencia Mendes de Sousa - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

La Iglesia Católica, una de las más antiguas y la mayor religión occidental, para constituirse en cuanto tal, ha tenido que echar mano de medios poco éticos y no siempre democráticos. Algunos de esos medios fueron: deshacerse moralmente de otras religiones y credos populares; negar la importancia de la mujer; apoyar la esclavización de los pueblos negros e imponerse como Verdad absoluta de la palabra y de la voluntad Divina. Así, el candomblé, la macumba, los ritos religiosos de los amerindios, el Espiritismo y todas las manifestaciones religiosas y espirituales que no se ajustasen a sus dogmas eran execrados, marginados.

Ese procedimiento ha traído serios daños a la evolución del ser humano en cuanto ser esencialmente espiritual, dual y mutable.
¡Puesto que no hay una verdad única, humanamente hablando, ninguna persona, ninguna religión, ninguna nación puede enarbolarse como verdadera transmisora de la Verdad! El ser humano es por demás ecléctico para que una única confesión religiosa, política, cultural, pueda dar cuenta de toda la dinámica humana, de toda su ingeniosa constitución.

Ese proceder histórico de la Iglesia Católica nos ha impuesto un dilema: somos personas buenas o malas. Las buenas se van al cielo, las malas al infierno y si por casualidad alguien escapa a ese pragmatismo se va al purgatorio, al limbo. Lo que pasa es que las enseñanzas de Cristo van en otra dirección: “perdona setenta veces siete”, dijo Él una vez. Si nosotros, seres humanos, tenemos esa condición de un perdón casi inagotable, Dios ciertamente perdona mucho más de lo que podemos imaginar. “Yo he venido para salvar a los que están perdidos…” es una promesa de redención que nos remite necesariamente a una vida llena de posibilidades divinas que no se reducen al infierno y al limbo. Es la divinidad suscitando nuestro crecimiento y evolución.

Todas las personas son capaces de progresar; todas ellas, sin excepción, nadie ha venido al mundo para estancarse en la mismidad de una vida que lleva a la violencia, al miedo, al orgullo, a la avaricia, a la gula, a la envidia o a la injusticia; nada de esto es esencial al ser humano. Por el contrario, el ser humano es evolutivo, es crecimiento tanto material como espiritual.
El Espiritismo de Allan Kardec nos afirma que somos esos seres evolutivos que a través de nuestras diversas vidas obtenemos oportunidades para crecer espiritualmente. En su libro “Qué es el Espiritismo”, afirma también que la Tierra es uno de los lugares donde están encarnados los espíritus más atrasados, algunos en estado de salvajismo. Si analizamos bien nuestra realidad actual, si evaluamos todo cuanto hemos pasado, no es difícil dar crédito a esa teoría.

Si no, veamos: guerras brutales en todo el mundo, desesperación de naciones enteras por el hambre, miseria y enfermedades, fenómenos naturales aterrorizadores, terremotos, maremotos, ciclones, etc., que matan despiadadamente a niños y ancianos generalmente indefensos; prostitución infanto-juvenil, padres pedófilos, corrupción, robos, mentiras, familias desestructuradas matándose entre sí, drogas, delincuencia de jóvenes y adolescentes y muchos más problemas tan maléficos que muchas veces nos parece haber tocado fondo.

¿Somos espíritus enfermos? ¿Atrasados? ¿Somos seres tan inferiores que ni siquiera de nosotros mismos sabemos cuidar? ¿Ni tampoco de nuestros críos, personas de edad y enfermos? ¿Quiénes somos nosotros, al fin y al cabo, que no cuidamos siquiera del lugar que nos da la vida – la Tierra, que no cuidamos de nuestros bienes materiales y naturales que nos permiten vivir? ¿Quiénes somos nosotros que no logramos vivir en armonía con nuestros iguales? Nosotros mismos nos imponemos los límites de las fronteras, contaminamos nuestras aguas. ¿Quiénes somos nosotros?

Somos seres en evolución y es fundamental que creamos en esto. Todos nuestros actos individuales y colectivos nos conducirán a esa evolución o no, pues la evolución es una conquista primero individual y después colectiva; pero es esencialmente espiritual. Es aprendiendo a controlar nuestros miedos, anhelos, angustias, nuestros deseos meramente materiales como evolucionamos espiritualmente y ese crecimiento espiritual, es indudable, nos hará crecer humanamente. Ya no podemos pensar en nosotros mismos como simples seres materiales o entonces desapareceremos muy pronto de la Tierra.

Ejemplos de ello no nos faltan: en los países más ricos del mundo, donde todas las necesidades materiales están atendidas, se constatan los mayores índices de suicidios. ¿Por qué? En los países llamados del primer mundo se encuentra el mayor flujo y consumo de drogas. ¿Por qué? Porque somos seres no solo materiales, somos esencialmente espirituales y energéticos y esas dimensiones han de ser respetadas por nosotros.
Para evolucionar hemos de comprender y fortalecer esa tendencia de nuestra humanidad a progresar y construir una vida nueva e iniciar aún aquí en la Tierra el principio de la felicidad; para comenzar una transformación de nuestro planeta, para que así nuestros espíritus dejen el atraso y logren alcanzar niveles de mejoramiento en el cosmos; es preciso dar nuestra contribución individual. ¡Evolucionemos!


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