Nueva actitud ante la vida
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 19/12/2010 11:42:20
por Teresa Cristina Pascotto - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Aunque viviendo en nuestro “viejo mundo”, sintiéndolo y experimentándolo con las mismas reacciones negativas, las mismas resistencias y los tan conocidos miedos, podemos modificar nuestra realidad física, solo con asumir una nueva actitud ante la vida. Muchas veces pensamos que nuestra vida cambiará y nos traerá la realización de nuestros deseos, siempre y cuando cambiemos de manera radical en nuestro interior y, principalmente, cuando el mundo en torno a nosotros, tal como lo percibimos dentro de nuestra limitada y distorsionada percepción, se vuelva totalmente diferente y adecuado a nuestras necesidades, favoreciendo plenamente nuestras intenciones, actitudes, actos y pensamientos.
Nos parece que solo tendremos posibilidades de conquistas y realizaciones si todo cambia de modo pleno, tanto interna como externamente. Claro que es preciso que busquemos conocernos de verdad e intentemos modificar nuestra realidad interna, pero esto no quiere decir que tengamos que cambiar radicalmente para, solo entonces, lograr realizarnos. Esta creencia está basada en el perfeccionismo y, si nos mantenemos sujetos a ella, permaneceremos estancados por el resto de nuestra vida.
Para conseguir realizar nuestros anhelos internos, debemos, sí, procurar conocernos más profundamente, a fin de comprender el real motivo de la existencia de nuestras ataduras internas que nos impiden avanzar. Este autoconocimiento, con aceptación y deseo (no acción, sino simplemente deseo) de cambios, será suficiente para comenzar a proceder de forma muy diferente de la habitual. Pero esta forma diferente no estará basada en la vieja referencia de lo que hemos sido y vivido hasta ahora, sino a partir de quienes somos en el momento presente. Esta es tan solo una base para crear nuestra nueva actitud.
La nueva actitud se produce a partir de un talante de aceptación de aquello que “aún somos” – con toda nuestra negatividad interna, nuestros actos, sentimientos y reacciones negativos – y del viejo mundo a nuestro alrededor. Las mismas cosas nos siguen ocurriendo y continuamos presos dentro de los mismos círculos viciosos; nada necesita cambiar plenamente, para que podamos empezar a cambiar nuestra realidad interna y externa verdaderamente, a partir de lo nuevo.
Esa actitud de aceptación de quienes somos favorece que podamos única y simplemente entregarnos a la creación de lo nuevo en nuestra vida, con una actitud de quien “nada sabe” y de quien percibe el conflicto creado por lo viejo dentro de nosotros, que se asusta frente a la nueva propuesta de cambio, con nuevas creaciones y posibilidades, sobre las cuales no tenemos ningún control, puesto que no tenemos ninguna referencia anterior – es nuevo de verdad – y desconocemos incluso su fuente. Aceptando que nada sabemos respecto de ese nuevo y respetando la señal de nuestro corazón que nos dice que debemos entregarnos y aferrar la oportunidad, podemos arriesgar y aventurarnos dentro de ese mundo nuevo, lleno de posibilidades, existencia y creaciones.
En esa entrega a la aventura de la nueva vida, podemos sentir una sensación de gran congoja interior, proveniente de la manifestación del miedo extremo de nuestro Ego y de nuestro yo inferior, al sentir que están perdiendo el control y el poder sobre nosotros. Caso esto ocurra, debemos aceptarlo integralmente y, aunque lleguemos a sentirnos desagradable y aterradoramente mal, debemos adoptar la actitud de quien está consciente del motivo de semejante desazón y asumir la postura de quien está totalmente a cero en conocimientos. Es asumir una postura de quien está frente a algo que nunca ha visto, sobre lo que nunca ha oído hablar, que no tiene la menor idea de lo que pueda ser o de qué hacer con eso.
La actitud ideal es igual a la de un crío puro, ingenuo y crédulo, con la mirada encantada ante algo nuevo y bello, que solo percibe el brillo de lo nuevo, que no tiene la menor idea de lo que pueda ser, pero que sabe y siente, en su corazón, que es algo bueno, que ningún mal le causará, que desea tenerlo para sí y se abre para recibirlo.
Pese a no saber nada sobre lo nuevo, el crío lo recibe sin ninguna referencia o expectativa. Su única expectativa va en el sentido de tener placer, solo espera tener placer, no está contaminado con creencias de que lo nuevo es peligroso y le causará mal. Lo recibe con pureza de corazón, aunque su mundo y sus referencias de mundo sean los mismos. Es capaz de recibir algo que le encanta el corazón, aunque no sepa absolutamente nada al respecto y no sepa qué hacer ni cómo y cuándo usarlo. Ni siquiera sabe qué pasará cuando comience a usarlo. Simplemente se encanta, desea, pide y recibe. Cree. Tras recibirlo, parte para la exploración de aquello que la vida le ha ofrecido, parte para el divino descubrimiento, sin pensar si está acertado o equivocado en la manera de usarlo, simplemente se aventura.
Con cada descubrimiento obtiene un nuevo resultado y se sorprende. Algunas veces, ciertos resultados podrán darle miedo, pero solo se aleja un poco y observa. Cuando percibe que ningún mal le han causado, vuelve nuevamente a la exploración para el descubrimiento de nuevas posibilidades de uso, de recursos y nuevos y excelentes resultados. Es animoso y no se deja intimidar ni desiste solo porque ha encontrado algunas dificultades al aventurarse en la nueva manera de ser y de hacer.
En esta actitud, se hace cada día más sabio y descubre que ese nuevo regalo divino es una fuente inagotable de placer, de posibilidades y recursos para crear lo nuevo verdadero en su vida, para que ésta se vuelva satisfactoria y acorde con sus necesidades y su realidad.
Si este niño, por el contrario, adopta la vieja actitud de permanecer receloso frente a lo nuevo, huyendo de los signos favorables de su corazón, y sigue a la mente desconfiada que le dice: “Hum, es demasiado bueno y brillante para ser verdad… esto no es para mí, es mejor retroceder”, perderá la ocasión divina de realizarse y ser feliz.
Entonces, ¿cuándo vas a dejar que lo nuevo se presente en tu vida? Y, cuando se presente ¿qué actitud vas a adoptar?