Oír es un arte
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 30/04/2010 12:25:55
por Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¡Hoy, Señor! Me pongo ante ti para confesar que estoy descubriendo caminos nuevos. Frente a criaturas que hablan de sus dolores, consigo oírlas con el alma.
Antes, había un murmullo en mi alma y yo tenía una infinidad de verdades, de ansiedades que se agolpaban en mi pecho, impidiéndome sentir el dolor del otro.
Yo consigo callarme integralmente y, entonces, las palabras de las otras personas penetran en mis oídos, se deslizan por mi cuerpo y alma y encuentran guarida en mi corazón y un puerto seguro en mis pensamientos.
Sabes, Señor, a veces ni siquiera necesito responder o determinar caminos. Ellas, las otras personas, por sí solas van encontrando soluciones para sus problemas.
Es maravilloso, Señor, observar a esas otras personas andando en calma, tras hacer sus confesiones.
Son semejantes a pajaritos que encuentran sus nidos y a madres que arrullan en su pecho.
Otro descubrimiento hice, Señor. Puedo ver a las personas en situaciones de un modo diferente.
Está bien ver el otro lado, ver qué es lo que sienten y piensan, sin hacer yo un juicio preconcebido. Antes yo observaba todo con ojos de ayer teniendo como referencia lo que había aprendido o las actitudes que ellas habían tenido en el pasado.
Era complicado y, a veces, doloroso.
Pues bien, ahora estoy aprendiendo a mirar, con el corazón... mirar el alma de todo y de todos. Solo hay que decir lo que siento en sintonía con el universo o con el alma de la propia persona.
He aprendido que no tengo todos los caminos ni soluciones.
Soy también un viajero de ese universo y solo puedo iluminar mis caminos o aquellos que ya he recorrido. Lo que puedo decirles, Señor, es que hagan lo mejor para sí mismas, que se amen intensamente y se perdonen infinitamente.
¡Ah, Señor! Cuántas piedras he cargado sobre mis hombros; cuántas imágenes nocivas he guardado en mi cerebro y corazón. Ahora, quiero ser libre, quiero liberarme de temores y culpas para poder llevar mi vida con más levedad.
Pues bien, esta confesión/gratitud la he escrito antes de atender a una cliente. Puede ser una experiencia psicográfica o no, según un amigo de Richard Bach, que escribió el libro "Fernão Capelo Gaivota", el autor llevó a cabo allí una experiencia de psicografía porque la obra entera fue escrita a todo gas; brotó del universo para su mente y de allí para el papel en una tarde en que ellos se encontraban en la playa.
Esa experiencia de “recibir” mensajes no es privilegio de los médiums o de Chico Xavier. Tú mismo que lees estas palabras puedes hacerlo, transformándote en un puente que facilita la travesía de un mundo a otro. ¿Cómo? Pues bien, en una conversación con amigos por teléfono, en las recomendaciones que haces a tus hijos, en un momento de crisis o de dolor...
A decir verdad, el universo está siempre ensamblado con la humanidad; cada criatura tiene su antena y posibilidad de sintonía. Para los que captan todo y cualquier tipo de frecuencia, ese acceso depende mucho de las decisiones y elecciones que hacemos en torno a la vida.
Sé audaz, mantén la conexión con el universo con coraje y alegría. Esa criatura que dejó ese recado/confesión es un ilustre desconocido que hizo su sintonía, eliminó prejuicios, deshizo el murmullo interno y se puso a disposición del universo, pareciéndose a un bambú: abrió su alma y dejó que brotase para mi mente todo lo que él sentía. Y yo ensamblado dejé que sus palabras se derramasen en el papel.
Seguramente habrás tenido la triste experiencia de querer y tener necesidad de hablar de ti, de tu dolor y dudas. Pero la criatura que has elegido para hacer la confesión no consigue escuchar... aún no has empezado tu declaración y la otra enseguida interrumpe diciendo: ¡Ah, amiga mía! Bien sé lo que sientes. Mira eso no es nada... deberías ver lo que le ocurrió a mi prima.. y entonces va relatando cosas y hechos distantes de ti, ausentándose y dejándote allí sola.
¡Oír es un arte! Y sabrás que uno de los órganos más complejos y completos que tiene tu cuerpo es el oído. Es un aparato perfecto que puede transformar sonidos en palabras. Sin embargo, has de saber que esos oídos nada pueden percibir cuando el alma está ausente.
Oír es el arte de acoger almas... cuando oyes con alma y corazón, la sensación transmitida al otro se parece al cariño que el seno de una madre ofrece al rostro de la criatura mientras la amamanta.
Oír con el alma es estar en antena con el Dios que existe en el otro ser. ¿Tienes dudas sobre la forma de iniciación en ese arte? Pues bien, es fácil, ejercítate escuchando los pájaros, observa el ruido del agua, da atención al pobre que tiende la mano.
Reserva un tiempo y da oídos a aquella persona empinada llena de joyas que habla sin cesar de sus vanidades. Atrévete a todo y ten el coraje de sentirte agraciado por Dios.