¿Padre presente o sólo un extraño?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 10/05/2019 06:56:30
Autora Aline Lisboa Farias
- [email protected]
Traducción de Teresa -
[email protected]
"Padre presente no significa padre perfecto, que nunca yerra o no falla".
Una relación como es de desear entre padres e hijos es compleja y puede sufrir innumerables cambios en las diferentes fases del desarrollo del niño. Al mismo tiempo en que surgen las solicitaciones del hijo, en términos de atención y necesidades específicas, también están presentes muchísimas preocupaciones y dificultades relativas a la vida diaria de los padres, dificultando a veces su actuación más efectiva y participativa.
En las últimas décadas los padres han venido mostrándose más participativos. Los métodos obstetras ya están acostumbrados con esa presencia a la hora del parto.
Ellos quieren estar presentes en la vida del hijo y muestran buena disposición para hacerlo, modificando sus prioridades. Gran parte de ellos amplía esa participación a todas las áreas del desarrollo del niño, no consintiendo en ser un mero figurante. Esa acción es de gran importancia para el correcto desarrollo del niño, que identifica y se beneficia del amor compartido del padre y de la madre. Con cada uno desempeñando su papel, se completa la satisfacción de las necesidades del hijo. La madre, con amor incondicional, intenso, que nutre y protege, proporciona cuidados fisiológicos y psicológicos, haciéndole sentirse seguro en la vida. El padre de la misma manera contribuye en la preparación del hijo para la vida.
El hijo necesita del amor del padre, de su autoridad y orientación. Así es como se desarrolla el sentimiento de competencia y de autocontrol, caminando hacia la vida adulta con autonomía y equilibrio.
La intención de los padres siempre refleja lo mejor para el hijo. Buena escuela, cursos extra-curriculares para enriquecer sus conocimientos y habilidades, y, en fin, hacer que el hijo llegue a ser un gran hombre.
El hijo necesita conocer la historia de vida de su familia, contada pacientemente, día tras día, cuando las relaciones se van fortaleciendo. A través de los ejemplos compartidos, el hijo aprende a ser uno de ellos por la identificación, escribiendo su propia historia. Pero ¿y el tiempo para eso?
El esfuerzo vale por el resultado que se alcanza. El niño guarda para siempre el significado de los momentos con el padre "contador de historias" que tanto contribuyen como lección de vida.
Es así como el padre también sedimenta las verdades espirituales en el hijo, contando y vivenciando la experiencia de la personalidad cristiana. El padre puede asimismo actuar como agente terapéutico, capaz de motivar la capacidad del pequeño para utilizar sus potencialidades y recursos.
En la estructuración de una relación saludable está la influencia de la actitud que se tiene ante el niño, de la imagen de lo que es ser buen padre y de las creencias y valores personales. La base de la relación entre padre e hijo está en la manera en cómo nos comunicamos con él, en los mensajes no-verbales que emitimos a través de nuestras acciones y reacciones.
El ejercicio de la paternidad requiere generosidad. Es preciso definir prioridades para ayudar al hijo, desde pequeño, cuando es totalmente dependiente, hasta la conquista de la autonomía, cuando se convierte en un adulto.
El padre no siempre trae en su equipaje conocimientos y habilidades bien desarrolladas para el papel de padre participante. Pero trae, con toda seguridad, buena intención, su propia experiencia como hijo y además un propósito de hacer lo mismo que su padre hizo, o bien hacerlo él totalmente diferente. Padre presente no significa padre perfecto que nunca yerra y no falla.
Se observa que padres exagerados en la perfección exigen perfección a sus hijos mediante presiones, a veces insoportables para el niño.
El padre participativo es capaz de establecer con cada hijo una relación única, pues cada uno de éstos, desde muy pronto, desarrolla formas peculiares de reaccionar ante las situaciones. No falla.
