Permítete intentarlo una vez más...
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 17/11/2008 17:49:42
Traducción de Teresa - [email protected]
Al nacer y durante toda la infancia, todo sucede según nuestros deseos. Como todos a nuestro alrededor parecen vivir para satisfacernos, cuando llegamos a la adolescencia y empezamos a escuchar “no”, tenemos la impresión de que hay un gran complot contra nosotros. Como defensa, nos rebelamos, peleamos y discutimos para intentar imponer nuestro punto de vista. Cuando al fin nos convertimos en adultos, contabilizamos la vida como alegrías menos tristezas, victorias menos fracasos, soluciones x problemas, placer x dolor, ganancias x pérdidas. Algunos encuentran que la cuenta es positiva y viven bien, satisfechos con la posición que han alcanzado y su estilo de vida. Muchos, desgraciadamente, viven insatisfechos; trabajando en lo que no les gusta, conviviendo con personas que no los valoran, no los aman o no los respetan. Están aquellos que viven solos, como defensa u opción, en función de sucesivas pérdidas de personas significativas, como madre, padre, marido, esposa, hijos, abuelos, amigos. En este caso adquieren cierta tendencia al aislamiento, evitando envolverse, como si temiesen nuevas pérdidas. O bien viven solos con el propósito de evitar nuevas decepciones y desilusiones.
Cuando las contrariedades, las frustraciones, los sentimientos negativos, los problemas económicos y las disputas familiares se vuelven constantes, se hace difícil mantener el equilibrio emocional. Sentimientos frecuentes de este tipo conducen a apatía, tristeza, tedio, confusión y depresión. Tales sentimientos, en realidad, son señales de miedos desconocidos e inconscientes, como el temor a vivir, a morir, a la soledad, al dolor. Cada cual debe conocer el suyo, y el mejor camino es identificarlo. Sin embargo, no todos logran identificar los propios sentimientos, o bien no consiguen modificar esas situaciones que tanto lastiman. Con el paso del tiempo, las insatisfacciones se acumulan y los objetivos de vida tienden a disminuir, hasta que dejan de existir y muchas veces la persona acaba desistiendo de la lucha e incluso de sí misma. Es como si ya nada más tuviese significado, principalmente cuando la persona ya no se siente importante para nadie.
Sin embargo, cuando se pierden los antiguos objetivos es preciso encontrar otros nuevos, no importa cuáles sean. Al mismo tiempo, es preciso recordar que nadie está libre de las contrariedades y frustraciones de la vida, como las ilusiones de la infancia nos habían hecho creer. La vida es imprevisible por sí sola y forma parte de la maduración aprender a reaccionar de forma menos punitiva y dramática a los obstáculos colocados ante nosotros. Si te sientes constantemente frustrado, insatisfecho, defraudado, sin espacio para colocarte, haz que te respeten, imponiendo más tus propios límites. Para ello es preciso ante todo aprender a respetarte, aceptando tus sentimientos, sean cuales fueren.
Es fundamental expresar lo que se siente y aprender a decir “no”, “no me ha gustado”. Los sentimientos negativos son como el fermento, crecen cada vez más dentro de nosotros. Por eso son más perjudiciales cuando quedan guardados que cuando son asumidos. Ten cuidado para no dejar que la rabia, el odio, el resentimiento, los disgustos, se transformen en dolencias. El desánimo y la indiferencia de los que amamos pueden matar más que cualquier enfermedad. No se debe buscar el suicidio psicológico, ni crear dolencias para llamar la atención y, mucho menos, ponerse en el papel de víctima. El sufrimiento será mucho mayor que enfrentar la realidad que puede traer.
Un motivo frecuente de angustia y sufrimiento es la ausencia de los que amamos, que deja sensación de inutilidad y vacío. Con mayor frecuencia los ancianos son los más propensos a sentirse así y a desistir de vivir, aunque haya muchas personas de 18, 20, 40 años que tienen la misma sensación. A cualquier edad, no es solamente la soledad, el rechazo, la insatisfacción y los sentimientos negativos lo que hace a la persona desistir de vivir, sino que esto sucede cuando ya no se sienten objeto de amor. Para esas personas ya no hay perspectiva de futuro, de soñar, de creer, de vivir; en fin, ya no hay esperanza.
Pero esa pequeña palabrita “esperanza” puede ser sentida por cualquiera de nosotros y readquirida en cualquier momento.
No olvides que: “tú mereces vivir, no sólo porque alguien necesita de ti, sino porque ciertamente alguien es feliz porque tú vives. Si a alguien no le importas, probablemente no está valorando lo que tú tienes de mejor: tus carencias, tus experiencias, tu cariño, tu amor. Has de saber comprender y perdonar. Mantente vivo por ti mismo y por las personas que están a tu lado. Y por estas personas que te aman, ¡REACCIONA! No te dejes llevar. Busca objetivos, algo que dé sentido a tu vida. Vuelve a sentir placer en vivir, con independencia de las contrariedades. ¡Gusta de la vida, no sólo por la forma en que la llevas, sino principalmente por aquellos que tanto desean verte bien y feliz!” ¡Y créelo, tú eres importante!