Podemos aceptar la muerte y elegir vivir
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 11/11/2008 16:17:12
Traducción de Teresa - [email protected]
Hoy he estado con una amiga que se enfrenta a un momento de gran decisión: comenzar o no un nuevo tratamiento para combatir un cáncer en fase ya avanzada. Los médicos la estimulan a continuar, mientras que su familia no sabe qué decirle, pues teme que este tratamiento la haga sufrir demasiado.
La semana pasada ella había decidido ya no recibir la quimioterapia y ahora todavía se cuestiona si es una decisión correcta cesar en el tratamiento.
Es increíble: cuando estamos ante una situación como esta, parece que todo el mundo tiene algo para decirnos, pero, en realidad, estamos solos para decidir. Al fin y al cabo, sea ella cual fuere, la elección es siempre nuestra, sólo nuestra.
Los consejos pueden encaminarnos en una u otra dirección, pero al ponerlos en práctica, seremos nosotros los que habremos de pasar por la experiencia elegida. En esos momentos, sólo nos resta abrazar la paradoja de unir el deseo de vivir al miedo de enfrentarse a un tratamiento que nos haga sufrir más todavía.
Charlando, ella me dijo: “Yo ya estaba aceptando que no hay nada más que hacer, pero ahora ese tratamiento me ha dejado nuevamente en la duda.” Entonces, le dije: “Lo que tú me dices es que ya estás aceptando la muerte, pero eso no quiere decir que estés eligiendo morir. ¿Cómo sería continuar el tratamiento sin dejar de continuar aceptando la muerte?”
Así, hemos charlado sobre cuánto daño nos hace separar la muerte de la vida... como si, al aceptar morir, estuviésemos ya desde ahora dejando de vivir. ¡Podemos aceptar la muerte y elegir vivir!
Luego, hicimos una relajación para sentir cómo reaccionaría su cuerpo frente a lo que eligiese. De ojos cerrados, ella procuró sentir si alguna parte de su cuerpo se pondría más tensa ante la elección de hacer o no el tratamiento. Pero su cuerpo permanecía igualmente relajado, tanto para el sí como para el no. Así, hemos permanecido en silencio un poco más, hasta que ella me dijo: “Voy a pedir cita para el examen del corazón a fin de saber si estoy en condiciones o no de hacer el tratamiento.” Entonces, nos abrazamos y concluimos: “¡Pues bien, esta vez es el corazón mismo el que va a decidir!”
El budismo nos estimula a aceptar las cosas tal como son. Pues, a medida que dejamos de luchar contra la realidad inminente, algo natural y confiable ocurre en nuestro interior. Cuando estamos menos ligados a los resultados futuros y más abiertos para comprender lo que está ocurriendo cada momento en nosotros, nuestro desafío se vuelve menor y más palpable: cuando estamos más cerca de nuestras necesidades inmediatas, podemos aplicar el esfuerzo adecuado según nuestras reales capacidades.