POR QUÉ DEBEMOS PEDIR MENOS Y OFRECER MÁS A LA HUMANIDAD
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 22/05/2018 07:56:16
Autor JOÃO LUIZ SPOSITO
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Traducción de Teresa
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Cuando pedimos mucho, pidiendo todo el tiempo, estamos reforzando sentimientos de carencia, de algo que nos falta, y puede ser algo material, como dinero, alimentos, bienes, favores, puede ser algo emocional, como cariño, atención, amor, tiempo, cuidados en general y otras cosas.
Pero el caso es que cuando pedimos mucho, reforzamos en nosotros el estado de carencia de algo, y a menudo lo que pedimos y recibimos sin habernos esforzado en recibirlo por merecimiento, siempre es de corta duración, y enseguida estaremos pidiendo nuevamente en un movimiento circular de 360°.
Cuando ofrecemos algo, sea material o emocional, estamos reforzando el estado de abundancia y eso es una puesta en movimiento de energía que, por la frecuencia en el uso, reforzamos.
Cuando nos disponemos a ayudar a otras personas a recobrar la salud, tanto física como mental, emocional o espiritual, estamos poniendo en movimiento la energía de salud y sanación en torno a nosotros y en nuestras vidas, y también resultamos beneficiados, conjuntamente con aquellos a quienes ayudamos.
Los ayudadores reciben ayudas, los sanadores reciben sanación, los cuidadores reciben cuidados, sin que tengan que pedirlo, porque ponen en movimiento esas energías y esas energías están en ellos.
Por tanto, así es como, sin darnos cuenta, ponemos en movimiento energías en torno a nosotros que actúan en nuestras vidas, tengamos o no conciencia de ello.
Si observamos bien a nuestro alrededor, veremos cuántas personas están aún intentando conseguir lo que nosotros ya tenemos desde hace tanto tiempo, y no valoramos siquiera por ser ya corriente en nuestra vida.
Nuestra salud, cuando muchos están en un lecho de hospital en estado crítico, nuestra vivienda, cuando muchos están por las calles, bajo los viaductos y puentes, nuestro empleo, mientras muchos no consiguen la oportunidad de poder trabajar y ganar honradamente su pan de cada día, nuestra familia, cuando muchos no tienen a nadie en este mundo y viven sin esperanza.
Así, reflexionando sobre nuestra vida y la de nuestros hermanos, es como hemos de cambiar nuestra forma de pensar, y en vez de protestar contra la vida, pasar a agradecer, en vez de pedir, pasar a ofrecer a los que tienen menos que nosotros, menos condiciones materiales, emocionales, conocimientos y sabiduría.
Invito a los lectores a que reflexionemos juntos sobre esta pregunta:
¿Qué preferís? ¿Consolar o ser consolados?
¿Qué energía queremos poner en movimiento en nuestras vidas?
¿Carencia o abundancia?
La respuesta a estas preguntas quedará al criterio de los lectores, según el entendimiento de sus propias vidas.
Sed felices y reflexionad poniendo en movimiento con sabiduría la energía que os sea compatible.
João Luiz Spósito - Brasilia-DF
Mayo 2018