Psicosomática XIV: El Trabajo como fuente de enfermedades
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 02/03/2012 14:29:11
Traducción de Teresa - [email protected]
Debemos recordar que el estrés es acumulativo, como tampoco podemos dejar de citar el ‘workaholic’ término que se originó de la palabra inglesa alcoholic, que significa alcohólico, con la palabra work, que significa trabajo, considerando que la persona que trabaja compulsivamente también está enviciada, pero en el trabajo. Aparte de proveer al sustento, el trabajo compulsivo puede ser utilizado también como vía de escape para sentimientos difíciles de vivenciar, aliviando la angustia, aunque sea temporalmente. Con el tiempo ese escudo protector – el trabajo compulsivo – puede romperse, al surgir alguna enfermedad con el objetivo, inconsciente, de hacerle enfrentarse a aquello de lo que ha tratado de escapar.
Normalmente, una persona que trabaja compulsivamente presenta algunas características:
- trabaja compulsivamente, incluso cuando no hay necesidad;
- trabaja todo el tiempo y deja de lado la familia y el esparcimiento;
- sufre ansiedad y no sabe qué hacer lejos del trabajo, como en vacaciones y fines de semana;
- no sabe hablar de otra cosa que no sea el trabajo;
- exige a los demás el mismo ritmo y productividad a que está acostumbrada;
- critica constantemente a los compañeros de trabajo;
- exige perfección, dedicación y devoción al trabajo, tal como se exige a sí misma;
- es severa, ambiciosa, inflexible, perfeccionista y exageradamente realista;
- lo racionaliza todo;
- oculta sus propios sentimientos;
- niega ante sí misma la existencia de algún conflicto;
- frecuentemente tiene problemas de salud, siendo fuerte candidata al infarto y a otras dolencias relacionadas con el estrés;
- busca reconocimiento, a menudo por parte de los padres, que, por lo regular han sido o son muy exigentes.
Como podemos observar, el trabajo acaba por convertirse en válvula de escape de cierta insatisfacción ante la vida. Ser exitoso implica haber conquistado una buena calidad de vida, cosa que el adicto al trabajo difícilmente tiene, ya que trabaja de forma compulsiva y, la mayor parte de las veces, innecesaria, y difícilmente logra obtener placer en otra actividad que no esté ligada al trabajo. La preocupación obsesiva es procurar siempre corresponder a las expectativas de los demás, o incluso superar esas expectativas, lo cual origina mucha exigencia interna, con la consiguiente tensión. Incluso las actividades de esparcimiento, cuando las tiene, se hacen obsesivamente. No hace ejercicios para relajarse, por el contrario, cumple religiosamente la misma rutina, controlando los horarios y el tiempo de cada actividad. En general justifica su rigidez diciéndose disciplinada y no obsesiva. Está siempre exigiéndose producir; incluso cuando va a la playa, en vez de relajarse, de permitirse estar sin hacer nada, está siempre leyendo algo, o incluso haciendo llamadas telefónicas inaplazables. Su objetivo es producir, allí donde estuviere.
La obsesión con el trabajo surge en función de otras insatisfacciones y conflictos, ya que prefiere trabajar a tener que enfrentarse a aquello que siente dentro de sí. Por ejemplo, una persona que está pasando por alguna dificultad conyugal, familiar o personal, puede sustituir las horas en familia por quedarse hasta más tarde en el despacho, aunque no tenga nada para hacer. O sea, no convive con la familia, con las personas queridas, no acompaña el crecimiento de los hijos, siquiera percibe el cuidado o la presencia de la pareja, no tiene un momento para almorzar, ni para actividades físicas, esparcimiento, en fin, no tiene tiempo para sí mismo, mucho menos para mantener el diálogo interno e identificar la causa real de sus conflictos. Lo que debería ser prioridad acaba cediendo lugar únicamente al trabajo.
Lo lamentable de todo esto es que esas personas entran en un círculo en busca de poder, prestigio y adquisición de bienes materiales, incluso a sabiendas de que todo eso podría costarles la propia salud. Desgraciadamente, esa búsqueda incesante se hace mucho más para satisfacer a otros que a sí mismas, ya que se trata de una búsqueda inconsciente de reconocimiento. Lo cual difícilmente es aceptado.
Todos sabemos que hoy día es prácticamente imposible vivir sin ansiedad ni estrés, pero podemos aprender a lidiar con las situaciones que originan tensión permitiéndonos relajar, practicar actividad física, tener momentos para simplemente no hacer nada, sin por ello sentirnos culpables. Evita hacer del trabajo tu única razón de vivir, principalmente si adviertes que puede ser una vía de escape para evitar la confrontación con tus propios sentimientos. Procura establecer cierto equilibro entre tu trabajo y otros aspectos de tu vida, sin que con ello tengas que abdicar de otros muchos valores tan o más importantes, como una mayor convivencia con aquellos que amas y, principalmente, contigo mismo. Buscar ética, calidad, responsabilidad y excelencia en el trabajo ha de ser la meta de todos nosotros al hacer lo mejor que podemos, pero no hay que confundir esos valores cuando percibimos que estamos a punto de perder nuestro bien más preciado: ¡la salud!