Punto de vista espírita: Bebida Alcohólica, por Richard Simonetti
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 05/01/2015 08:59:31
por Claudia Isadora Fernandes de Oliveira
Traducción de Teresa - [email protected]
Tras la muerte del cuerpo físico, el adicto al alcohol continúa deseoso del “agua que los pajaritos no beben”, por cuanto el alcohol, aparte de los estragos en el cuerpo físico, provoca un condicionamiento en el cuerpo espiritual que impone la misma necesidad apremiante de beber.
¿Cómo satisfacerse, si le falta el cuerpo?
Hay un único medio, no menos espantoso, que él pronto dominará, ligarse al psiquismo de un adicto “vivo”, lo cual le permitirá experimentar las sensaciones de la bebida.
Un trance mediúmnico en orden inverso.
En lugar de que el encarnado recoja las impresiones del Espíritu, éste recoge sus sensaciones, al hacer uso de la bebida, satisfaciéndose.
Las personas sensibles a esa influencia son fácilmente dominadas, convirtiéndose en “jarras humanas”. Beben descontroladamente, actuando como instrumentos para la satisfacción de los compañeros invisibles.
-¡Es un sinvergüenza! Debía dormir la mona en la cárcel, dicen las personas refiriéndose al borrachín.
Es un obsedido. Necesita tratamiento médico y asistencia espiritual – enseña la Doctrina Espírita.
En los bares, donde el consumo de bebidas alcohólicas es expresivo, el ambiente espiritual asustaría al médium vidente.
Turbas de Espíritus enviciados rodean a los frecuentadores, sosteniendo en ellos la compulsión alcohólica.
Las reuniones sociales regadas con alcohol son muy frecuentadas por “gorrones” desencarnados, adictos del Más Allá.
Aprovechan el alto consumo de bebidas en esos ambientes, por cuanto el alcohol está reconocido como recurso para desinhibirse. Algunas dosis son suficientes para superar la timidez, favoreciendo la comunicación, y sin eso muchos invitados se sienten marginados.
Lo que no todos saben es que el alcohol no hace sino anestesiar centros de control de la conducta. Y como allí están, también, las bases físicas de la reflexión y del sentido de evaluación, el borrachín pasa a oscilar entre la expansión y la agresividad, la comunicabilidad y el ridículo, la relajación y la inconveniencia.
No raramente, sobreponiéndose a los adictos desencarnados que buscan los “jarras humanas”, hay obsesores crueles que se aprovechan de las brechas psíquicas abiertas por el alcohol.
Accidentes, riñas, agresiones, crímenes, desentendimientos, desuniones, desequilibrios, surgen a partir de la insidiosa acción de entidades de las sombras que se infiltran en la mente indefensa del alcoholizado, llevándolo a un comportamiento antisocial.
El problema fundamental del adicto es la incapacidad de ajustarse a las realidades existenciales. Alimentando una visión distorsionada, se engancha a la búsqueda de sensaciones, persiguiendo una euforia artificial, un cielo efímero cuyo paso siguiente es siempre un infierno de desequilibrios.
Impermeable a los consejos y orientaciones de amigos y familiares insiste en el vicio, perdiendo las mejores oportunidades de edificación de la jornada humana. Después, se sitúa en prolongadas fases de sufrimiento depurador en la Espiritualidad, cual labrador desavisado que cosecha espinas sembradas en campo fértil.
¡Cuántos males serían evitados! ¡Cuántos dolores no se producirían! ¡Cuántos problemas quedarían resueltos, si el alcoholismo de las conversaciones vacías de final de jornada laboral, de fértiles reuniones sociales, de perezosos fines de semana, fuese sustituido por la visita al enfermo, por la atención al necesitado, por el estudio edificante, por la participación en la actividad religiosa…
Los que así hacen no necesitan bebidas para experimentar relajación o fugaz euforia, por cuanto en ellos existe aquella vida abundante a que se refería Jesús. Aquella fuerza divina que vibra en las venas, cuando la mente se ve poblada de ideas y el corazón pulsa al ritmo de bendición del servicio en el campo del Bien.
(Tema: Diabólico elixir, del libro: Tiempo de Despertar)
Ante el cuerpo: precaverse de tóxicos, estupefacientes, licores, y del uso excesivo de drogas que vicien la composición fisiológica natural del organismo. Hay venenos que actúan gota a gota. (André Luiz – Conducta Espírita)
Texto extraído de la página del Grupo Espírita Orad y Vigilad del Facebook