¿Qué ocurre y qué hacer después de una Constelación Familiar?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 23/07/2018 08:18:22
Autor Roberto Debski
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Traducción de Teresa
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Diversas veces he comentado, en el grupo de estudios semanal, en los grupos de constelación y en los cursos que facilito, lo que ocurre, qué hacer (y qué no hacer) después de una constelación.
He observado en muchas ocasiones a participantes, que quedaron tocados por la constelación, rodear al constelado al término de ésta y preguntarle sobre los diversos aspectos de lo ocurrido durante la constelación, tratando de entender aquellos movimientos de Amor, tan profundos y por sí solos tan reveladores.
Cada constelación familiar es un evento que toca fondo en nuestra alma. El alma de quien constela, del constelador, de los que representan y de los que participan asistiendo.
Nadie comparece a un grupo de constelación por acaso, todo constelador lo sabe, por innumerables ejemplos.
Hay personas que "por acaso" fueron invitadas por un amigo y decidieron participar, otras estaban mirando sus redes sociales y de pronto "se sintieron atraídas" por algo que estaba allí colgado y fueron a ver de qué se trataba. Otras ya lo conocían de oídas y de repente "percibieron que debían participar"; otras nunca habían oído hablar de ello ni sabían de qué se trataba, pero alguien comentó o les invitó y aun sin saber qué era, "percibieron que necesitaban comparecer" y fueron, para participar en una experiencia que transformó su realidad.
Si participamos en una constelación es porque hemos sido "llamados" y hay algo que necesitábamos vivenciar a través de aquella constelación. Ya estábamos listos.
Por afinidad, por sintonía llegamos allá, y quedamos, como tantos, impactados por lo que se desveló en el campo.
Los comentarios siempre se producen y son semejantes: "aquella constelación parecía hecha para mí", "noté que era mi constelación", "paso por un problema muy semejante a este", "sabía que sería llamado para representar", y así sucesivamente.
¿Ya te ha pasado a ti?
Traigo un ejemplo personal. En septiembre de 2016 yo estaba en un evento en São Paulo, un seminario internacional con Bert y Sophie Hellinger, entre 900 consteladores de Brasil y de otros países, muchos amigos, conocidos, colegas de curso, y como de costumbre, la pareja Hellinger llamaba a voluntarios para participar en las constelaciones que se seguían, y en ese momento constelaban a una mujer y necesitaban de un hombre para representar a su compañero. Yo ya había participado en innumerables grupos de constelación, pero ninguno tan grande como aquel, con casi mil personas.
Decenas, cientos de personas levantaban la mano a cada invitación para participar en las constelaciones, y en esta yo no lo hice, pero sentí algo diferente, ya presentía lo que iba a suceder.
De pronto Sophie Hellinger señala desde lejos con el dedo en dirección a mí, que estaba quieto en medio de la multitud, casi escondido, llamándome para subir y participar. Sabía que iba conmigo, pero aún así pregunté con un gesto, "¿es a mí?", incluso miré hacia atrás a ver si era otro el llamado. Yo me estaba resistiendo claramente al movimiento.
Ella nuevamente hizo un gesto, ahora impaciente, hacia mí, como si dijera, "venga enseguida". Sentí entonces que formaba parte de algo mayor que me llamaba, y fui.
Subí al local de la constelación, un escenario elevado, y entré como representante en la constelación de aquella mujer, para ejercer y vivenciar una función que estaba relacionada directamente a una cuestión mía, algo que yo vivía personalmente y traía muchas implicaciones para mi sistema familiar.
Fue como si fuese mía aquella constelación, y realmente lo era. La constelación es, sin duda, de cada uno de los que participan, y también de los que asisten.
Se trata de un increíble movimiento de resonancia de campos mórficos, de la interacción de nuestros sistemas familiares, todos presentes, cada uno donde debe estar, los sistemas de todos, consteladores y constelados, representantes y participantes, se entrelazan en busca de la cura para nuestros enmarañamientos, todos y cada uno al servicio de la Vida.
Pero entonces la constelación llega a su término y muchas personas sienten curiosidad y van a preguntar al constelado sobre su constelación. Esta curiosidad puede tener un efecto negativo, pues la constelación familiar es un movimiento del alma, nunca se encuentra a nivel de la mente o de la racionalidad. No es posible articular explicaciones a partir de juicios o ideas preconcebidas.
Cuando preguntamos a quien acaba de constelar qué es lo que sucedió, o qué es lo que ha sentido, pedimos que "explique" lo que ha significado cada movimiento, y queremos "entender" la constelación racionalmente, estamos reduciendo la constelación y el constelado a un lugar intelectual, cognitivo, mental, y esto no es consonante con este camino del sentir y entrar en contacto con el alma y el campo mórfico, que es de lo que se trata en la constelación.
Puede sacar al constelado de la presencia de él con su imagen de su constelación, llevándole también a retornar a lo mental, a las dudas y cuestionamientos, debilitando su movimiento.
Las ocasiones en que constelé, luego a continuación aunque quisiera no lograría tejer explicaciones para quien quiera que fuese, ni siquiera para mí mismo. Al terminar, como aletargado, yo permanecía conmigo mismo, en meditación durante largo tiempo, dejando que los mensajes e informaciones que se habían mostrado en el campo recorriesen los recónditos de mi alma, sin tratar de entender nada, sólo sintiendo, presente, hasta que aquel movimiento se tranquilizase y yo pudiese retornar a la vida cotidiana.
Esto tardaba cierto tiempo, sólo entonces yo conseguía retornar al "exterior" y volver a participar en las siguientes constelaciones.
Se demuestra fundamental respetar este momento del constelado, dejarle vivenciar e interiorizar la imagen de su constelación en su alma, para que haga el efecto posible y necesario, profundizando la experiencia.
Para nosotros también, dejemos que el silencio hable más alto.
A continuación aporto un texto de Bert Hellinger hablando precisamente sobre este tema, espero que lo aprovechen, con el alma, yendo más allá de la mente.
"¿Qué sucede después de una constelación familiar?"
"Las constelaciones familiares actúan cuando se dejan exactamente como se vieron. Es una imagen espacial e intemporal, de las profundidades, y tiene su fuerza cuando se deja tal cual.
Cualquier discusión sobre su contenido destruye la imagen.
Lo mismo se aplica cuando uno acaba de trabajar, alguno del grupo se acerca más tarde y le pregunta: "¿cómo ha ido?"
Lo que están haciendo es picotear su alma.
Es fatal, invadir así el alma de otra persona como si tuviésemos el derecho de hacerlo.
Nadie tiene el derecho de hacerlo. Tampoco sirve de nada intentar consolarlo. La persona es fuerte.
Quien intenta consolar, es débil. Es éste quien realmente no soporta el dolor del otro. Porque en el fondo no quiere consolar al otro, sino que utiliza al otro para consolarse.
No es preciso interferir. Y esto es válido para todo este trabajo.
La propia persona tampoco debe actuar inmediatamente. No funciona así.
La imagen tiene que descansar en su alma. A veces durante mucho tiempo, quizá medio año o más. Y no hay que hacer nada para cambiar.
Las imágenes ya funcionan, simplemente estando.
Y, al final de un tiempo en el alma, se reúne la fuerza necesaria para hacer lo que es correcto.
Aquello que es correcto y bueno será diferente de lo que uno ahora acaba de ver.
El alma de la persona sabe mucho más aún y al final uno sigue a su propia alma y así tiene la plena fuerza.
Por tanto, no sigue al facilitador ni a esta imagen.
Uno sigue a su alma. Pero esta imagen ha impulsado algo en su alma que más tarde le hace posible actuar.
Así es como hemos de lidiar con estas imágenes." Texto de Bert Hellinger
Dr. Roberto Debski
Médico - CRM SP 58806
Especialista en Homeopatía y Acupuntura por la Associação Médica Brasileira
Psicólogo - CRP/06 84803
Asesor Sistémico y Entrenador en Programación Neurolingüística
Facilitador en Constelaciones Familiares
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