¿Qué pasa cuando pierdes la razón ante un Narcisista Perverso?
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 11/11/2017 10:36:20
Traducción de Teresa
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Una de las mayores ventajas que pueden tener los narcisistas perversos sobre las personas de su entorno ocurre cuando consiguen hacerlas perder la razón.
Las reacciones desmedidas de las víctimas envueltas en las redes de tales abusadores suelen ocurrir en los postreros momentos, cuando experimentan gran desesperación por no sentirse vistas ni oídas y también por el acoso coercitivo que sufren por la intención de hacerlas aceptar, de modo ciego, situaciones de las más incoherentes y bizarras de falta de respeto.
El peor momento, no obstante, ocurre cuando aparte de todo eso, tales personajes de este macabro escenario insisten en negar, distorsionando todas las percepciones que puedan las víctimas tener, acusándolas de varias maneras por los infortunios que estarían causando.
Obviamente tales infortunios no son más que ficciones manipuladoras creadas con el propósito de invalidar cualquier forma de existencia que no sea la de ellos mismos. Sólo ellos y únicamente ellos pueden brillar; y mientras se mantengan como dominantes en sus reinados, esta será la ley soberana.
Como respuesta, cuando aún están enredadas, para no deprimirse en demasía y para no sentir que están enloqueciendo, a menudo las víctimas reaccionan de modo bastante intenso, y en su desesperación llegan a reñir. Emplean, por tanto, mientras todavía tienen fuerzas, esas medidas drásticas de acción, que a fin de cuentas y desgraciadamente, sólo atestiguan todavía más contra la legitimidad de sus propias percepciones, pues para deleite de tales abusadores, éstos mismo acaban denunciando esas actitudes como una forma de locura y descompensación. No perderán siquiera un segundo en servirse de esos episodios para difamarlas en el peor sentido. En esos casos, más que en cualquier otro, las actitudes descontroladas funcionan como excelentes herramientas para que los narcisistas perversos desvíen la atención de algo real y legítimo, en que las víctimas están exhaustivamente intentando defenderse y explicarse.
En gran parte de las situaciones permanecen irreductibles, imponiendo sus incesantes críticas relativas a que no se es lo suficientemente bueno con ellos, o no se les enaltece tanto como supuestamente imaginan merecer, y también en las situaciones en que no son acogidas ciegamente sus grandiosas mentiras y deseos desmedidos, y, para terminar, aún descalifican todo lo que pueda significar ser uno más al lado de ellos.
En la teoría impositiva del narcisista perverso, nada es más lógico que el hecho de que las personas que están con ellos tengan que pisotearse a sí mismas para atenderlos en sus infinitas demandas de magnanimidad. A fin de cuentas, este tipo psicológico tiene la absoluta certeza de que es el ser más especial del universo y cualquiera que llegue a entrar en este cuento formará parte de un único espectáculo, el de él.
Las más de las veces, la manipulación viene en un grado de sofisticación tan elaborado, que las propias víctimas, después de la confusión ocasionada, aun cuando al principio se muestren indignadas, todavía pasan por un lavado cerebral exitoso, porque los abusadores culminan la proeza de conseguir que ellas se pierdan del sentido de realidad, hasta el punto de modificar junto a ellos su punto de vista sobre el motivo que las enloqueció, culpándose a sí mismas de manera insana por sus actos de desesperación.
Momentáneamente esas víctimas tuvieron reacciones de sobrevivencia que resultaron en estallidos emocionales, y a cuenta de ello acaban quedando como las locas de la historia.
La cuestión es tan grave, tan delicada y tan sutil que vale mucho la pena poner ejemplos para que les quede bien claro a todos los enredados, como asimismo para que las personas desavisadas sepan lo que hay por ahí, cerca de todos, mucho más cerca de lo que se podría sospechar.
Lo más dramático es incluso cuando el descontrol emocional ya no se produce como mecanismo de sobrevivencia y defensa personal. En esas ocasiones, muchas de las víctimas llegan incluso a creer que son las responsables en las acusaciones sufridas. Ya se hallan en un estado tan alterado de percepción que no tienen noción de nada más, aparte de aceptar ciegamente las dictaduras y creencias impuestas por los abusadores.
Un momento extremadamente peligroso, porque es entonces cuando el ser humano desiste de sí mismo.
La mayoría de las víctimas necesita mucha ayuda terapéutica para lograr distinguir la cizaña del trigo. Como estos temas de narcisismo perverso y abuso emocional vienen siendo bastante difundidos últimamente, por increíble que pueda parecer se está haciendo cada vez más frecuente recibir en mi consultorio a personas que son acusadas de ser los abusadores y que, en realidad, llevan años y años siendo abusadas, pero que todavía no tienen la capacidad de discernir lo que de hecho está sucediendo en sus vidas.
Éstas literalmente conviven con el peligro y no lo saben. Llegan a mi consultorio deprimidas, exhaustas y deseando ser mejores para su pareja. Desgraciadamente, algo que difícilmente lograrán en esa dinámica enfermiza. Los abusadores necesitan de personas emocionalmente poco sanas a su lado, para poder contarse a sí mismos cuán buenos, estupendos e importantes son. Una tentativa totalmente inconsciente y enloquecida que busca enmascarar ese fondo falso y vacío que todos ellos tienen dentro de sí. Frenéticamente necesitan tener una identidad y les parece que negando al otro y teniéndolo todo para sí mismos de un modo egoísta serán alguien. Craso error.
¡Cuanto más despiertos, mejor!