¿Qué tiene que ver el pasado?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 27/07/2012 11:54:39
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
La vida se vive en el presente, pero también es pasado y futuro. Con esa afirmación rescatamos el significado de la existencia humana como un proceso que tiene inicio, medio y un final no determinado.
Lo que nos confunde, al intentar interpretar la vida con nuestras dudas o cuestionamientos, es la visión lineal e inmediatista que tenemos de los acontecimientos que envuelven la experiencia vital.
En este sentido, la perspectiva materialista de Occidente ha venido siendo la referencia que determina el concepto de tiempo y su forma de actuar sobre nuestras vidas, influenciando un conjunto de creencias que interiorizamos respecto de nosotros mismos, del otro y del mundo tangible que nos rodea.
Muchos cuestionan: ¿Qué tiene que ver el pasado, si es un archivo muerto en mi vida? A pesar de que el psicoanálisis de Sigmund Freud y la terapia de vidas pasadas de Brian Weiss han dado suficientes respuestas en lo que se refiere a ser el inconsciente un extraordinario campo de investigación sobre los orígenes del sufrimiento, el razonamiento superficial e inmediatista de la experiencia humana todavía no ha logrado establecer las interconexiones existentes entre pasado, presente y futuro.
Tales “interconexiones” representan engranajes psíquico-espirituales que, independientemente de nuestras creencias, influyen decisivamente en la dinámica de la vida humana. Un mecanismo perfecto que establece nuestro perfil psico-espiritual en consonancia con las leyes de la reencarnación, o sea, siempre seremos (futuro) la consecuencia de lo que somos (presente) y de lo que fuimos (pasado). Excepto si ocurre algo que altere el modelo conductual que representa el conjunto de opciones en muchas vidas del individuo en la dimensión física.
En el ámbito de las conexiones interdimensionales del psiquismo humano, perdemos la noción de tiempo porque el tiempo es una ilusión creada para que tengamos un parámetro, un “sentido de vida”. Instrumento que nos infunde seguridad a medida que “vemos” pasar el tiempo en nosotros mismos, en el otro y en el mundo material a nuestro alrededor.
Pese a todo, cuando un individuo hace regresión a través de su memoria extra-cerebral, se conecta con situaciones de vidas anteriores que sintonizan con su emocional. Esta sintonía, por tanto, permanece viva y presente en su psiquismo, actuando de una forma en la cual no existe presente, pasado o futuro, sino una interconexión que independe del concepto que tenemos de tiempo. El mismo razonamiento puede hacerse cuando el individuo, a través de su memoria extra-cerebral, hace regresión a una situación infantil con cuyo emocional esté sintonizado.
Por tanto, el inmediatismo de la vida asociado al enfoque de que solo lo tangible es seguro, determina en quién debemos creer o confiar. A partir de esa premisa se elaboró el conocimiento humano fundamentado en la noción de lo temporal y lo concreto, que “afirmó la percepción de realidad” como referencia científica que vale para todas las áreas del conocimiento. De esta forma, el saber se ha visto “encajonado” a las adecuaciones de fórmulas pseudo-seguras que explican – o intentan explicar – la vida y el comportamiento humano en el planeta Tierra.
Las memorias cerebral y extra-cerebral funcionan como archivos vivos y actuales que nos proporcionan, cuando puestos en acción, informaciones que conciernen al individuo inteligente, agente de su propia historia de vida, que independe del tiempo porque depende de sí mismo alterar en la vida actual lo que “fue” o lo que “será”. Proceso que pasa por el despertar de una conciencia adormecida por conceptos que lo llevan a la acomodación, fruto de un conjunto de creencias limitado a una percepción unilateral de su naturaleza, que bloquea su potencial expansivo.
La aurora del nuevo milenio señaliza el autoconocimiento como referencia para descubrir una realidad interior más rica en posibilidades expansionistas, a medida en que el modelo reduccionista agoniza con su percepción de tiempo, espacio y conocimiento.
Momento cósmico que incluye al ser dotado de inteligencia y libre albedrío como principal agente de la vida universal en constante movimiento. Expansión que trae la marca de la única ciencia “realmente” exacta: la conciencia. Pese a que su significado todavía sea para nosotros un misterio pendiente de revelar a la luz del conocimiento.