¿Quién fuiste tú en vidas pasadas?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 27/04/2017 11:27:48
Autor Flávio Bastos
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Traducción de Teresa
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Las regresiones de memoria, realizadas por terapeuta habilitado y experto, sirven para añadir importantes informaciones al proceso de autoconocimiento de la persona y para obtener respuestas vinculadas al dolor psíquico o físico que es el principal objetivo de esta técnica asociada a la psicoterapia.
La información proveniente de esta búsqueda, relativa a la identidad de la persona, se hace importante a medida que refuerza aspectos conductuales, ya sean positivos o negativos y que son reproducidos en la vida actual.
Suelo decir a mis pacientes que “somos la consecuencia de lo que fuimos”, o sea, datos personales, como nombre, nacionalidad, profesión, estado civil, etc., por pertenecer al ámbito de la curiosidad, tienen poca o ninguna importancia para el proceso terapéutico. Lo que más cuenta son los aspectos de comportamiento ligados a sentimientos, emociones, experiencias de vida y visión de mundo, asociados a la sensación de felicidad posible o de infelicidad, pues estas sensaciones establecen sincronía con las quejas, dudas o expectativas que las personas traen al consultorio de psicoterapia.
Por ejemplo: muchos traumas psíquicos se encuentran fijados en el historial personal de otras vidas, y estas experiencias cuando asociadas a otras nuevas de similar impacto emocional, se potencian provocando más dolor y sufrimiento en la persona. En muchos casos, el estrés experimentado en la vida presente, es la “gota” que faltaba para colmar el “vaso” del desequilibrio psíquico-emocional, sintonizado en acontecimientos de la niñez y de vidas pasadas.
Varios casos de depresión, pánico y fobia están sintonizados en eventos traumáticos del pasado y solamente la técnica regresiva de memoria podrá establecer conexiones y traer a la luz de la consciencia informaciones detalladas respecto de los acontecimientos, en cuanto tienen de consecuencias dañosas para la salud psíquica de la persona.
Por otra parte, un hecho que me viene llamando la atención a lo largo de estos años de práctica regresiva: el sentido de justicia y la percepción de la verdad inseridas en la experiencia vital representan un desafío presente en las regresiones a vidas pasadas, donde las elecciones de vida determinan si el camino recorrido por aquel espíritu encarnado fue más o menos iluminado por valores, que cuando practicados, suman en el proceso evolutivo del individuo.
En artículo publicado en el STUM, yo doy a la verdad el nombre de “eslabón perdido” que necesita ser rescatado para agregar calidad al autoconocimiento:
Aunque incomprendida y maltratada, la verdad de cada uno sobrevive con el paso de los siglos, a la espera de contacto íntimo para que la esencia se realice en su plenitud. Mentes confusas y comportamientos enfermizos, que bloquean el desarrollo integral del individuo, revelan en los bastidores de los desequilibrios psíquico-espirituales el desvío de rumbo en relación a sí mismo, lo cual aleja al ser dotado de excepcional capacidad de expansión de la consciencia, de la posibilidad de encuentro con su verdadero yo.
En esta búsqueda, el pesado equipaje de vidas pasadas debe ser aliviado por la comprensión de aquello que arrastramos a través del modelo emocional-conductual que se convierte en crónico con el paso del tiempo. O sea, el malestar existencial que sentimos hoy es consecuencia de algo no resuelto en vivencias anteriores a la actual, que se acumula en el equipaje y convierte la sensación de malestar en desarmonía del cuerpo y del alma.
En este acto continuo resultante de actos pretéritos, el ser que despierta para el potencial interior conecta entre sí sus experiencias de forma más precisa, orientado por el instrumento de la verdad y el sentido de justicia, lo cual lo hace ser cada vez más lúcido en su andadura evolutiva.
Somos agentes de nuestros propios destinos, es decir, hoy somos la consecuencia del ayer, y esa maravillosa dinámica existencial nos informa de que la felicidad posible depende de nosotros mismos, o de cómo procesamos nuestras elecciones de vida. Con todo, la simbiosis: yo + mundo + universo, no estará completa si no añadimos un cuarto elemento a esa fórmula, “él” o el “otro”, nuestro semejante que comparte miedos, angustias, expectativas y verdades en esta larga jornada.
Para el psicoterapeuta que trabaja con la realidad interdimensional de su paciente, existe una certeza: el lado obscuro de la mente es aquello que negamos como verdad, pero que puede ser revelado a medida que el individuo elabora y se hace consciente del proceso causa-efecto de sus malestares psíquicos. Son “pequeñas verdades”, que a lo largo del tratamiento encienden la luz interior en el sentido de la auto-sanación.
El desafío en dirección a la verdad de cada uno es una incursión en la zona más sombría del ser humano, que guarda secretos y protege al individuo de volver a experimentar sensaciones de dolor y sufrimiento acumuladas a lo largo de su historia. Por tanto, desde el punto de vista de la individualidad, la verdad de cada uno es única e intransferible, pero se aproxima al otro en lo que atañe a las características humanas. En esta dirección, es imposible disociar la verdad individual de la verdad colectiva, por el hecho de que nuestras expectativas de presente y futuro se asemejan y dependen entre sí en el sentido de su realización.
Por tanto, nuestro real compromiso es la construcción de una base sólida, aliviando el pesado fardo que arrastramos durante la trayectoria existencial del espíritu.
Es sustituir las intenciones y los actos malos acumulados, por intenciones y actos que eleven el alma y aporten levedad al ser y existir entre semejantes. Aunque para ello es imprescindible que tengamos conciencia de que somos un archipiélago rodeado por inmenso océano de descubrimientos y posibilidades. Un océano más que receptivo, un océano atractivo y abierto para quien tenga un real y verdadero compromiso con la vida.