¿Quién necesita Gurúes?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 01/02/2011 16:39:06
por El Morya Luz da Consciência - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Es muy rara una persona que haga su trabajo sin tratar de llamar la atención hacia sí, sin buscar publicidad o intentar comerciar con lo que hace. Es muy raro encontrar a alguien que inspire sin desear ser reconocido por ello, que efectúe curaciones sin pedir nada a cambio. Puedes incluso buscar una persona así, pero solo la encontrarás si estás preparado para seguir sus pasos.
Los mejores profesores son los más humildes, o los más amorosos, los más dispuestos para capacitar a las personas. Busca un hombre o una mujer que no te prometa nada, pero tú, ama sin vacilación. Busca al profesor que no tenga la pretensión de corregirte o enseñarte, pero que abra su corazón cuando te mire a los ojos.
Cuando piensas en grandes profesores, enseguida imaginas a alguien con una túnica diáfana y fulgurante, rodeado por una multitud. Pero ninguno de esos ornamentos es necesario. A decir verdad, por lo regular no hacen más que estorbar.
El foco va para el GURÚ y no para el aspirante. Un día crearé una casa de reposo para los GURÚES. Les pediré que se dirijan a un lindo lugar en los Andes o en el Himalaya, donde puedan pasar los días jugando a la pelota o al dominó y dejen de causar tantos problemas.
Sin nadie allí fuera, investido de autoridad, para inspirarte o dar valor a lo que haces o dices, te será preciso prestar más atención a tu propia experiencia u orientación. Tendrás que dejar de buscar fuegos de artificio y encargarte de la tesitura de tu propia vida. Tendrás que aceptar la tapicería que se extiende ante ti, con tus errores y todo lo demás”.
(Fragmento del libro El Milagro del Amor de Paul Ferrini)
Vivimos en un mundo de apariencias que se acaba. Vamos a pasar a una dimensión en la cual todos serán libres para seguir solamente los caminos que señale su corazón, un mundo en el cual ya no encontraremos los denominados Maestros o Gurúes. En todos los sectores de la vida encontramos a muchos de ellos, prometiendo milagros, llamando la atención hacia sí, creando dependencia en las personas, y eso no fortalece a nadie, por el contrario, crea seres humanos débiles y temerosos. Y quien procede así, se aprovecha de la falta de poder personal y del desánimo ajeno.
El verdadero milagro de la creación, de la manifestación, es siempre mérito de la propia persona, que con una pequeña ayuda sostiene su fe, reúne coraje para actuar, toma su poder personal en las manos, camina sin vacilar, aceptando todo lo que el Padre Mayor le ha enviado, sabiendo que Él escribe derecho por renglones torcidos, y, por tanto, nada es para siempre, ni lo bueno ni lo malo, todo pasa, quedando solamente el aprendizaje que eleva la consciencia.
Dios no ha hecho a nadie mejor que nadie, entonces ¿por qué colocar a un ser humano en el pedestal? Lo que nadie percibe es cuán peligroso es esto para uno mismo, que se hace dependiente de muletas o bastones, y para el otro, que si es una persona egoica, inmadura y sin integridad, se queda naturalmente con los méritos que se le atribuyen en nombre de Dios. Se vuelven dioses orgullosos y arrogantes, que se aprovechan de las fragilidades ajenas; pobres seres a la espera de otra Sodoma y Gomorra.
Los verdaderos profesores y curadores prefieren el anonimato, no les gusta llamar la atención hacia sí, porque tienen consciencia de que no alcanzarían nada sin la ayuda divina.
Saben que son como puentes que hacen a las personas confiar más en sí mismas, fortaleciendo en ellas la fe, el coraje, permitiendo que el mérito se atribuya a Dios y a la propia persona.
Pero haciendo una comparación con lo que vivimos en la política de nuestro país, ¿no dicen que cada pueblo tiene el político que merece? Y ¿por qué? Porque votan sin consciencia alguna, van detrás de las apariencias, del glamur, del éxito, de palabras bonitas y enfáticas, sin discernir, sin investigar la vida de la persona, sin percibir que quien habla mucho, juzga excesivamente, cuenta historias alucinantes y sin nexo, siempre echando la culpa a otros por sus dificultades, no puede ser una persona seria.
¿Quién conoce a un político que no haga su propaganda sobre los supuestos defectos del otro? Y, aún así, muchos le votan, comprados por la ilusión. Entonces, percibimos que somos nosotros quienes debemos cambiar, aprender a separar la cizaña del trigo y, así, no permitir más engaños.
La humanidad tiene el defecto de ver la imperfección en todo y en todos, de dar oídos a las constantes lamentaciones destructivas de aquellos que aún no han comprendido que las catástrofes vividas actualmente son reflejo de lo que hicieron los seres humanos sin prever que la situación escaparía a su control. Y si continúan manipulando a las personas carentes y necesitadas en nombre de Dios, serán incapaces de sostenerse en sus podios por más tiempo. Veremos mucha cizaña con título de Maestro enredarse en sus propias mentiras.
Todo cuanto necesitamos comprender es que la luz del Cristo que se expande en los corazones de los individuos honrados y de buena voluntad ayudará a la Tierra y a los hombres a atraer hacia sí solamente la perfección. Debemos evitar discutir asuntos discordantes, pues quien dice la verdad no necesita justificarse, sino que debe, sí, cortar los lazos energéticos perniciosos.
Evitemos también perturbarnos por las creaciones de otros, principalmente aquellos que no aceptan ayuda.
Aprender a contemplar la perfección que se manifiesta a través de nuestro corazón en la vida es aceptar la plena actividad de nuestra Divina Presencia, aquella que dispensa Maestros y Gurúes, pues nos indica siempre los caminos más correctos a seguir.
Vera Godoy