¿Quieres llegar a Dios? ¡Eleva tus pensamientos!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 24/03/2012 10:20:31
por Nelson Sganzerla - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Bien, vas a decir: pero qué frase tan cliché… Los intelectuales de turno dirán: pura sandez, los pensamientos nada tienen qué ver con llegar a Dios.
Nuestra mente siempre tiende a racionalizar aquello que desconocemos. Somos precisamente materia física, creemos en lo que nuestros ojos ven, en lo que está más cerca de nosotros, en todo aquello que nuestras manos pueden tocar.
Pocos entre nosotros tienen conciencia de que todo cuanto tenemos delante fue creado por la fuerza de nuestro propio pensamiento. De todo cuanto existe, nosotros mismos hemos sido los creadores. Cuando hemos llegado a este planeta, ya habíamos preestablecido el lugar donde íbamos a dar el primer suspiro de vida.
Sin embargo, cuando al fin hemos crecido y nos hemos convertido en adultos, nuestra mente, a través de nuestro ego, procura racionalizar nuestras sensaciones de que algo más existe en nuestro camino, y nos hacemos escépticos en relación a nuestra conciencia divina.
Tenemos necesidad de antes ver, para después creer, lo mismo que Santo Tomás respecto de los hechos de Jesucristo.
Y así vamos viviendo, equivocándonos aquí, acertando allí, cayendo y levantándonos, peleando, aceptando.
Rebelándonos contra las situaciones de la vida que nos hacen infelices, amando, odiando, queriendo, perdiendo, buscando siempre aquel verdadero amor que nunca se nos presenta, o cuando ocurre, no lo valoramos y lo perdemos. En situaciones tan adversas, acabamos por contraer dolencias graves, nos hacemos hipertensos, adquirimos depresión y cristalizamos tanto esta condición enfermiza nuestra, que a menudo el cuadro se convierte en irreversible.
Párate y piensa: ¿cómo has llegado a esto? Si al nacer eras un ser puro y divino, que ha venido a este mundo para traer alegría a aquella familia que tú mismo habías elegido… ¿Cómo es que aquella sonrisa desprendida de aquella criatura, que hoy solo contemplas en las fotos de la niñez, ya no existe? ¿Cómo te has convertido en una persona amarga, que no cree en la vida?
Yo te digo: tú misma, por medio de tu pensamiento, has creado y materializado esa vida de infelicidad, tu pensamiento ha sido y hasta hoy lo es, el creador de todo cuanto vives ahora. Aquella criatura, que tanta alegría trajo al nacer, se ha convertido en adulta, e inconscientemente ha permitido que su mente racionalizase todo y cualquier momento de emoción que la vida da y por el cual nada cobra. El ego ha tomado la delantera al ser que se ha vuelto adulto y, a través de la mente, ahora comanda tu vida de tristezas.
Inconscientemente somos llevados a creer en todo lo que se presenta ante nosotros en forma física. No se nos entrena para mirar dentro, sino para lo que está ahí fuera en el mundo, brillando ante nuestros ojos. Una inversión de valores nos arrastra cada vez más para el fondo del pozo. Hoy se da importancia al tener, se valoriza la trampa, el sacar provecho delante de otro ser semejante a nosotros. Actualmente, el hombre es solamente uno más en cualquier escaparate o valla publicitaria del mundo.
Hoy el amor solo existe por mero interés de las partes implicadas, por eso hay tanta desunión y familias desajustadas, tantas niñas y niños entregados a las drogas; por eso tanta violencia e inseguridad, tantos muros altos y coches blindados, tantos crímenes y tantas familias arrasadas.
Todo eso ¿tú no lo entiendes? Es algo creado por el hombre mediante su pensamiento egoísta, su pensamiento de lucro fácil, debido a sus lacras y a querer siempre sacar provecho frente al otro, a querer el poder por el poder.
No te engañes, los pensamientos toman forma y todo lo que hay es propio de la mente y del ego del hombre, del que se supone mejor que todos, por encima del bien y del mal.
Quieres vivir feliz, quieres encontrar la paz, procura revisar tus valores, repensar tu vida, no permitas que tu ego, a través de tu mente, te haga prisionero en un mundo de infelicidad. Procura elevar tu pensamiento, no desees tripudiar por encima de tu semejante. No te dejes llevar por malos pensamientos, en los cuales muchos quieren que tú creas.
Todos somos iguales ante Dios, créelo, y solo llegaremos a Él elevando nuestros pensamientos, aquí y ahora, pues lo queramos o no, somos todos uno.
Piensa en ello…