Rechazo
por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLDAtualizado em 10/02/2006 15:33:04
Traducción de Teresa - [email protected]
El amor es el combustible más importante para nuestra vida. Él nos nutre y fortalece nuestro ser, volviéndolo fuerte para enfrentar cualquier desafío que la vida nos presente.
Pero, cuando este alimento no nos es dado en la medida exacta, principalmente al comienzo de nuestras vidas, la autoconfianza y el sentido de valía que nos atribuimos pueden verse seriamente comprometidos.
Desde muy pronto aprendemos el placer que el amor y la aprobación de nuestros padres nos pueden proporcionar, y nos damos cuenta de lo dolorosa que es la falta de ese amor.
El sentimiento de rechazo por parte de la madre o del padre es, por desgracia, muy corriente en este mundo donde los seres humanos, en su gran mayoría, todavía no vivencian el estado de equilibrio ideal para formar una familia.
En la falta de madurez y preparación para la importante tarea de criar un hijo, está la raíz del sentimiento de rechazo. Dificultades materiales, inseguridad en la relación afectiva y problemas emocionales no resueltos pueden conducir a que un hijo, que debería ser motivo de alegría y realización interior, acabe siendo recibido como un fardo demasiado pesado.
Para muchas personas este sentimiento es inconsciente y no siempre percibido objetivamente. Pero la mayor parte de las veces la criatura rechazada acaba atribuyéndose a sí misma la culpa por el hecho de no ser amada, e interioriza el sentimiento de que no tiene cualidades suficientes para merecer ese amor.
Como las emociones y percepciones de nuestra infancia nos acompañan a lo largo de la vida, continuamos, en la edad adulta, cargando con los sentimientos de la criatura que fuimos un día. La falta de amor por parte de los padres acaba haciendo con que la persona se niegue a amarse a sí misma, por creer que no es merecedora.
Al mismo tiempo, sigue hambrienta, carente de atención, aceptando cualquier migaja que alguien se disponga a darle. La carencia está por detrás de muchas relaciones afectivas infelices, ya que el ansia por establecer un ‘relacionamiento’ afectivo hace que las personas ignoren los signos que la vida presenta, de que aquella relación no será capaz de colmar su vacío interior.
Para salir de tal laberinto son necesarios varios pasos: en primer lugar libertarse del sentimiento interior de culpa, y percibir que las causas del rechazo no están relacionadas con esa persona, sino con dificultades y bloqueos de aquellos que la han rechazado.
El segundo y más importante paso es perdonar. Por más difícil que sea, esta etapa del proceso es esencial para que la liberación se concretice. Aprender a mirar a los propios padres como seres en evolución, con fragilidades, bloqueos y limitaciones es la única forma de lograr sentir por ellos la compasión necesaria para el ejercicio del perdón.
El próximo paso es practicar, diariamente, el amor por uno mismo, esforzándose por percibir objetivamente las propias cualidades y aceptarse exactamente como se es.
Cuando conseguimos amarnos y nutrirnos emocionalmente, nos tornamos libres para establecer relaciones afectivas basadas en el deseo de compartir, y no ya en la necesidad de tener colmado nuestro vacío interior.
Amor y capacidad de estar solo
Tú deberías ser capaz de estar solo, completamente solo, y aun así, tremendamente feliz. Entonces, ya puedes amar. Entonces, tu amor ya no es una necesidad sino un compartir, ya no es una carencia. Tú no te convertirás en dependiente de las personas a las que amas. Tú compartirás – y compartir es bonito.
Pero lo que comúnmente sucede en el mundo es: Tú no tienes amor, la persona a quien crees amar tampoco tiene en su ser amor alguno, y ambas claman uno por el amor del otro.
Dos mendigos mendigando entre sí. Como resultado, las riñas, el conflicto, la continua pelea entre los amantes – acerca de cosas triviales, cosas inmateriales, ¡cosas estúpidas! Pero se continúa peleando.
...Los cimientos básicos están faltando y tú comienzas a construir el templo sin la cimentación. Él caerá, se desmoronará en cualquier momento. Y tú sabes cuántas veces tu amor se ha derrumbado. Y, aún así, tú prosigues haciendo lo mismo repetidamente. ¡En tal grado de inconsciencia vives! Tú no ves lo que has hecho con tu vida y con la vida de otras personas. Continúas, como un robot, repitiendo el viejo modelo, sabiendo perfectamente bien que eso ya lo has hecho antes. Y sabes cuál ha sido, siempre, el resultado. Y allá en fondo tú también sabes que va a suceder lo mismo nuevamente – porque no hay diferencia alguna. Te estás preparando para la misma conclusión, el mismo colapso.
Si hay algo que debes aprender del fracaso del amor es: vuélvete más consciente, más meditativo. Y por meditación quiero entender la capacidad de estar alegre estando solo. Muy raras personas son capaces de sentirse felices absolutamente sin razón alguna – simplemente sentarse en silencio ¡y completa felicidad! A los otros les parecerá que están locas, porque tienen la idea de que la felicidad tiene que venir de alguien. Encuentras a una linda mujer y te quedas feliz, o encuentras a un hombre guapo y te quedas feliz. ¡¿Sentarte en silencio en tu cuarto y feliz?! ¡¿Feliz de esa manera?! ¡Debes estar loco! La gente va a sospechar que estás tomando alguna droga, que estás ‘colocado’.
Si, la meditación es el LSD definitivo. Ella está liberando tus poderes psicodélicos. Está liberando tu propio esplendor aprisionado. Y te vuelves tan alegre, surge tal celebración en tu ser, que no necesitas de ‘relacionamiento’ alguno. Puedes relacionarte con las personas… Y esta es la diferencia entre relacionarte y ‘relacionamiento’: ‘relacionamiento’ es una cosa: tú te apegas a él; relacionarse es un flujo, un movimiento, un proceso. Encuentras a una persona y amas, porque tienes mucho amor disponible.
Osho, The Dhammapada,
