¡Se buscan besos que satisfagan!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 18/06/2007 14:45:08
Traducción de Teresa - [email protected]
La impresión que tengo es la de que estamos todos intentando satisfacer un mismo deseo, pero de manera tan individualista y ansiosa que perdemos la noción de lo que realmente importa.
Así, la carencia afectiva se ha venido transformando en una verdadera epidemia. Vivimos en un mundo donde todo cuanto hacemos nos induce a “tener” cada vez más. Un nuevo teléfono móvil, unos zapatos de otro color, una chaqueta diferente, un viaje en cómodos plazos…
Y mientras tanto, nos sentimos cada vez más vacíos. Nuestra voz interna hace un eco que llega a doler; y todo lo que podría hacernos sentir mejor sería “apenas” un poco de cariño.
La carencia es tan grande, la sensación de soledad es tan fuerte, que nos disponemos a pagar por compañía, por una remota posibilidad de conseguir un poco de cariño. Tal vez argumentes: “de forma alguna, yo nunca he salido con una chica o un chico de pago; ¡jamás pagaría para tener cariño!”
Pues sí, pero no es de dinero de lo que estoy hablando. Hablo de las elecciones que hacemos, indiscriminadamente, en busca de afecto; de las relaciones sexuales fáciles y fugaces, de la liberación desenfrenada de la intimidad, de la cama que llega a las relaciones mucho antes que una presentación entre corazones… ¡Exponemos nuestros cuerpos, pero ocultamos nuestros sentimientos de cualquier manera!!!
O, lo contrario de todo esto, estoy hablando de la amargura y del malhumor que se adueña de aquellos que no hacen nada de eso, que se encierran como ostras, criticando y maldiciendo a quien se entrega, a quien hace el amor, a quien sale en busca de afecto a cualquier precio…
En fin, los extremos demuestran exactamente cuánto es lo que pagamos. De una forma o de otra, estamos pagando por el cariño que no damos y por el cariño que, muchas veces, no nos permitimos recibir.
O sea, si el sexo fuese realmente tan bueno, poderoso y suficiente cuanto “prometen” las revistas femeninas, las escenas equívocamente exageradas de las novelas o los sitios web eróticos, estaríamos satisfechos ¿no es así? Pero no lo estamos, ¡definitivamente no lo estamos!
¿Sabes por qué? Porque falta contenido en estas actitudes, en estos encuentros. No se trata de juicio de valor ni de pudor hipócrita. No se trata de contar cuántas veces ya se ha estado con alguien para saber si ya puede hacer el amor sin ser calificada como ‘fácil’…
Se trata de disponibilidad para dar y recibir afecto de verdad, sin contabilizar, sin morir de miedo a parecer chiflado; sin ser, de hecho, pegajoso o insensible… ¡tan sólo encontrar tu medida, tu verdadero deseo de compartir lo mejor de ti!
Mucho más que orgasmos múltiples, necesitamos urgentemente de un abrazo que acerque corazón a corazón, de un simple deslizar de manos en nuestro rostro, de un encuentro de cuerpos que desean, sobre todo, hacer que el otro se sienta querido, vivo. Tocar al otro es despertar sus células, es hacer revivir sus poros, es ofrecer un aliento, una esperanza, un poco de humanidad, tan escasa en nuestras relaciones.
Tal vez pienses: pero yo no tengo a nadie que esté dispuesto a hacer eso conmigo, a darme ese regalo. Pues bien. Estas son las matemáticas más engañosas y catastróficas que se nos ha dado vivir. ¡¿Quién te ha dicho que tienes que estar a la espera de alguien que haga esto por ti?!?
¡No! ¡No lo necesitas, créeme! ¡De personas a la espera de soluciones está el mundo lleno! ¡Necesitamos de aquellos que están dispuestos a “ser” la solución! Por tanto, si tú deseas vivenciar el amor, conviértete en el propio amor, el propio cariño, la propia caricia. Sé la diferencia en la vida de aquellos con quienes te relacionas, a cuya disposición te pones.
A partir de hoy, en vez de salir por ahí diciendo que vas a “besar muuuucho”, concéntrate en tu capacidad de dar afecto y sorpréndete con el resultado. Besa sí, sin preocuparte si es mucho o poco. Besar es bueno, muy bueno, sin duda; pero mejor empéñate en intercambiar afecto, en relacionarte ejercitando el respeto por el otro, el respeto por ti mismo… ¡y estoy segura de que los encuentros valdrán mucho más la pena!