Separaciones, Desapego y mucho más
por Wilson Francisco em STUM WORLDAtualizado em 07/12/2006 18:59:00
Traducción de Teresa - [email protected]
Este mes R. me ha traído la noticia de que se había separado de su marido, legalmente. Era una situación que se venía arrastrando desde hace largo tiempo, con riñas, desatenciones, sexo por obligación y cobranzas indebidas de una parte y de otra. Ella tenía una preocupación grande: la hija. Cómo ésta reaccionaría frente a la ruptura. Yo le informaba, en el Projeto Mutaçao (Proyecto Transformación) que los críos verdaderamente no aceptan que se deshaga el matrimonio porque puede ser para ellos el prenuncio de pérdidas. Es preciso entonces orientarlas acerca de que nada perderán, el padre continúa siendo padre y la madre ídem. Apenas pasan a vivir en lugares distintos. “¡Ah! Pero el crío va a sufrir”. Es lógico, todos van a sentir la separación, pero ¿no será esto mejor que vivir con discusiones diarias, con el espacio existencial limitado, sin perspectiva alguna de vida?
Ahora bien, y Dios y la religión, ¿cómo quedan en tal situación?
Para el Universo lo que cuenta es tu felicidad y la realización de tus propósitos de vida. En verdad, una unión de ese nivel, no es divina, sino apenas humana, carnal. Nada de espiritual. Hay casos en que hasta el respeto deja de existir, abriendo campo a la violencia.
Pues bien, R. firmó los papeles, él también. ¿Todo listo, al fin?
No, pues han continuado viviendo en la misma casa. Mientras conversábamos, yo notaba que ella todavía tiene preocupaciones de que él pueda ponerse enfermo, pues no tiene Seguro. Le expliqué. Sepárate de él, amiga mía. De qué sirve firmar papeles si íntimamente continúas casada. Da a tu compañero el derecho de que haga su camino. Abre las alas y suéltalo. Y en cuanto a tu hija, realiza el procedimiento de conversar con su Yo Superior, su alma, mientras duerme, para que en esencia ella entienda la decisión que has tomado, sin querer culparse o acusar a quien quiera que sea.
Saber finalizar experiencias, pruebas, relaciones, es un arte que pocas criaturas saben realizar. El apego a los bienes, a las personas y a las costumbres, es un animal todavía indómito que se infiltra siempre en nuestra intimidad y amenaza nuestra integridad. ¿Cómo hacer para dominar ese monstruo? Hay una canción antigua, que dice: “Nadie es de nadie, en la vida todo pasa”... Incorporar en nuestro Universo ese sentimiento de no pertenencia, integrándose en sí mismo con la convicción de que somos criaturas únicas, que no existe ese cuento de la media naranja, almas gemelas y todo lo demás, es un paso importante.
Quererte a ti misma puede ser otra actitud bastante eficaz. Los demás: marido, hijos, casa, etc., están fuera de ti, no te pertenecen y tu responsabilidad sobre ellos es limitada. Los hijos, dice el poeta Gibran, no son nuestros, no nos pertenecen, son hijos de Dios, vienen a través de nosotros, no de nosotros. Y cada uno es un ser inteligente con capacidad y objetivos propios, contando apenas con nuestro apoyo, orientación y presencia, hasta un determinado tiempo. Tiempo ese que disminuye cada vez más, pues en mi infancia éramos dependientes en extremo, mientras que hoy mis nietos, a partir de los dos años ya decidían sobre su ropa, zapatos y paseos. En mi tiempo, hasta el lado de la calle en que debíamos caminar era decidido por nuestros padres.
Y si tú te amas intensamente, realizando tus deseos y metas, tendrás muchas más condiciones para apoyar a tus hijos. Las personas que participan en el Projeto Mutaçao han sentido la experiencia de la eficacia del auxilio a distancia realizado. Es una prueba de que desde cualquier lugar puedes interferir en alguien que acepte tu apoyo. Entonces, no es preciso estar acoplada, apegada, dominando a las criaturas. Ámate y ama a tus hijos con desapego, dejándolos libres para realizar sus vuelos. O entonces, ese instinto animal que existe en ti, sofocará tu innato sentimiento divino de madre, como que perdiendo un don divino. Y el perjuicio será para ambos, madre e hijos.
Hay un poema de Guillauma Apollinaire, “Tener Coraje”, que nos orienta sobre como podemos brindar el apoyo a nuestros seres queridos con sabiduría. He aquí el poema:
Acercaos a la orilla, dijo él. Ellos respondieron: Tenemos miedo
Acercaos a la orilla, repitió. Ellos se acercaron.
Él los empujó... y ellos volaron.
“Sí Wilson, pero una separación, una pérdida trae dolor, inseguridad”. Oigo...
Hay en este mundo un ancla y una palanca salvadora para la humanidad: el perdón. Practícalo diariamente, allá donde estés. Es un procedimiento que limpia y reorganiza tu universo íntimo, dejándote libre para realizar con calidad tus acontecimientos existenciales. Con el perdón tú eliminas el animal feroz del enjuiciamiento que muchas veces te rebaja, deshumaniza tus actitudes, transformándote en una criatura indigna.
Indignidad es vivir solamente para los demás, sin dedicarte a tus propios sueños y proyectos. No has sido creada por Dios para ser infeliz, para sufrir dolores, para limpiar el suelo de tu casa y contentarte con eso. La mujer es un ser especial, y como madre mucho más todavía, porque esa es una misión de luz.
Hay amas de casa que envidian, desde la ventana de su casa, a las mujeres que pasan por la calle, con su bolso camino de la oficina, o que sueñan con dedicarse a cursos y más cursos para poder envolverse en el mundo mágico de los espacios esotéricos.
Krishnamurti, un gran maestro y criatura de rara inteligencia espiritual, nos enseña que “estar consciente y pleno al fregar los cacharros es más profundo que cerrar los ojos y pasar media hora repitiendo mantras”. No, no estoy en contra de los mantras, por el contrario, utilizo ese procedimiento en el Projeto Mutaçao con extraordinarios resultados. Pero sí estoy con el maestro indio, porque la meditación más amplia y profunda es aquella que se hace actuando en el mundo, realizando con desprendimiento y plenitud las cosas de la Tierra. He aprendido eso con mi mujer, María.
