¿Será tu hijo un Narcisista Perverso?
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 04/03/2017 09:45:30
Traducción de Teresa
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Ejemplos de hijos prepotentes, con exceso de exigencias para con los padres es lo que no falta en los días de hoy. Muchos se creen merecedores del cielo en la tierra y suponen que los progenitores tienen la obligación de satisfacerlos.
He oído relatos de padres que tuvieron sus casas literalmente destruidas durante los episodios de furia de tales jóvenes.
En una ocasión una pareja vino a mi consultorio extremadamente abatida y entre varias de sus quejas, asustados y sin saber cómo proceder, dieron este breve relato, ejemplo de cómo su hijo se manifestaba: “Él exigía que todos los días hubiese agua de coco pura en casa y que ésta además fuese comprada a determinado vendedor ambulante de los alrededores”.
Sin embargo, aquel día, como no lograron encontrar a tal vendedor, decidieron pasar por el mercado para al menos comprar el agua de coco envasada.
Cuando el hijo la encontró en la cocina se puso tan fiero que empezó a atacar violentamente a los padres y a todo lo que encontraba por delante, además de empujarlos hasta el punto de casi hacerles caer al suelo, mientras éstos trataban desesperadamente de calmar a su hijo. Esos padres se sentían muy vulnerables y sin saber cómo podrían revertir la situación que se había armado. Tenían miedo al hijo. Revelan que desde muy pronto siempre hacían de todo por satisfacerlo y que ambos sufrían sólo con pensar que su retoño pudiese pasar por cualquier tipo de apuro.
Si alguna vez el hijo se lastimaba, intentaban distraerlo cantando canciones o envolviéndolo en algún cuento que desviase su atención, tanto del dolor como de lo sucedido.
Otra madre contó que su hijo decidió ingresar en una facultad lejos de casa; entonces alquiló una habitación para él, pero éste no la aceptó, armando un enorme escándalo y exigiéndole que alquilase un apartamento completo.
La mayoría de los padres que sufren con hijos así acaban siendo rehenes de éstos y llegan al consultorio con historias educacionales semejantes. Cuentan que tuvieron padres austeros, con quienes las normas y reglas eran en exceso autoritarias, por eso hicieron de todo para criar a sus hijos de modo bastante diferente de lo que ellos pasaron, es decir, con más libertad. Los hechos expuestos sugieren que se perdieron en lo que podría significar una autoridad saludable. Un tema difícil y bastante controvertido, donde muchos padres suelen pecar. Otros dicen que tuvieron que trabajar demasiado, y aunque dieron al hijo todo cuanto necesitaba, quizá hayan fallado en lo de estar emocionalmente presentes y conectados con real empatía; lo cual inauguraría una visión apropiada de límites, donde el sí mismo existe, pero el otro también es importante y existe en la mismísima medida.
Contrariamente a los padres narcisistas perversos, estos no buscan reducir las percepciones y la vida de los propios hijos, todo lo contrario, imperativamente supervaloran todo cuanto hacen, creando seres que se observan a sí mismos como especiales y más importantes que la mayoría. Un desarrollo enfermizo de la autoestima exacerbada que resulta en los comportamientos narcisistas negativos.
Con la excusa de cuidar bien a sus hijos, por exceso de celo y protección contra posibles frustraciones, buscan “maneras” de que éstos salgan “bien” a toda costa. Con ello acaban por desarrollar hijos narcisistas, desconectados de sí mismos y de los demás.
Como reverso de la moneda, el yo de esos hijos acaba no completándose porque no existe espacio para la sedimentación de estructuras eficientes, y como consecuencia, la autoestima legítima tampoco puede dinamizarse.
Con ello, algunos fallos graves de auto-percepción terminan por producirse en esos hijos: como son frágiles y han desarrollado pocos recursos, para ellos es prácticamente impensable oír siquiera una crítica. Tienen dificultades severas para la reflexión sobre sí mismos a fin de mejorar en algún punto; ese es el telón de fondo emocional que aparece, mientras que en la superficie suelen demostrar un aire de superioridad impecable.
No saben lidiar con las dificultades de la vida y muchos ni siquiera continúan aquello que se proponen hacer por cuenta de lo que puede venir. Funcionan la mayor parte del tiempo exigiendo a los demás la autoafirmación de lo buenos y capaces que ellos son.
Fácilmente se sienten abatidos frente al menor tropiezo o incluso la posibilidad de que esto llegase a ocurrir. Algunos se ponen furiosos cuando las cosas no salen como consideran que debían ser. Se sienten ofendidos cuando otros muestran que pueden ser mejores que ellos, y a toda costa tratan de destruirlos o desisten de lo que estaban haciendo, dándose fácilmente por vencidos y criticando, o a menudo sintiéndose perseguidos por ser tan especiales.
Cuando los padres perciben dificultades de relación con los hijos en esa magnitud y cuando tienen consciencia de que algo va muy mal en su desarrollo, cabe un proceso terapéutico individual para con el hijo. Cuanto más pronto, más posibilidades de auto-rescate habrá. En esas ocasiones es importante que padres y hermanos también puedan hacer terapia.
¡Cuanto más despiertos, mejor!