Sin creatividad no hay placer
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:35:17
Traducción de Teresa
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Al preguntar a Bessel van der Kolk, renombrado clínico e investigador en el campo de la Psicología del Trauma, qué cuidados debería tener un cuidador para consigo mismo, contestó: Los mismos que tenemos para con los niños: cuidar de su alimentación, de su sueño y permitir que jueguen a voluntad. Pero ¿qué podría ser jugar y divertirse?
Un juego es divertido cuando estamos totalmente entregados a él: no hay recelo de expresarse, pues la imaginación está libre de críticas porque no necesita de la realidad para poder existir. Hay placer en la auto-expresión cuando no estamos siendo juzgados, tanto por nosotros mismos cuando estamos a solas, como en presencia de otros.
Cuando nos divertimos, no nos desligamos de nuestra realidad interna pues ésta es la base de quienes somos, sino que la realidad externa se vuelve flexible para adaptarse a nuestra imaginación. Podemos dialogar con ella sin preocuparnos por resultados prefijados. Es como pintar, danzar, canturrear, batucar o silbar espontáneamente: la creatividad surge sin esfuerzo.
Hago esto cuando estoy calcetando o ganchillando. No sé aún qué es lo que va a salir, pero es divertido. Voy avanzando, tras las formas y los puntos que surgen conforme la pieza crece. Después se convierte en un chaleco, un gorro o una bolsa. Es una forma de descansar la mente en el momento presente con placer. Mientras nos dejamos arrastrar por la sensación de placer, hay algo que permite que éste continúe. Pero en el momento en que pasamos a evaluar lo que estamos sintiendo, se esfuma.
Sin placer no hay creatividad, lo mismo que sin creatividad no hay placer. Pese a que hace décadas estamos contaminados por una cultura que busca el placer como meta de vida, todavía tenemos dificultades para sentirlo. Hay un hechizo contra el hechicero: necesitamos producir bienes para entonces poder consumirlos con placer. Si quiero comprar algo que me dé placer, antes efectivamente necesito trabajar, o sea, producir.
Cuando nuestro trabajo permite cierta creatividad, nos da placer hacerlo. Pero si estamos preocupados por acertar en el resultado final, obtendremos poco o nulo placer. Por eso cumplir metas desgasta tanto. Estamos condicionados para diferir el placer en aras de un placer mayor en el futuro. Es bueno saber tolerar frustraciones. No obstante, si vivimos únicamente para soportar la vida, algo no va bien. Si vivimos únicamente para cumplir metas externas, cuando el salario entre en la cuenta ya estaremos implicados en la próxima meta a cumplir. De esta forma, estaremos siempre en pos de algo que nos promete proporcionarnos más placer, en el futuro.
Cabe resaltar una cuestión importante: no podemos confundir placer con felicidad. El placer es una experiencia sensorial de bienestar; en cambio, la felicidad es el estado mental en que lidiamos con esta sensación placentera. Por eso el placer no garantiza la felicidad, pues ésta depende del significado y de la función que atribuyamos a aquél. Si atribuimos al placer la meta de nuestra felicidad, no nos irá bien, pues el placer en sí mismo es pasajero, y por ello no es capaz de sostener nuestra felicidad. Lama Michel Rinpoche esclarece: La felicidad es un estado de verdadero bienestar en el cual la persona no desea nada diferente de aquello que está viviendo. Es un sincero "todo está bien", que sentimos cuando cesamos de luchar contra el mundo. Cuando estoy feliz tengo satisfacción, me siento bien conmigo mismo y con el mundo a mi alrededor. La felicidad es un estado en el cual tú no estás en conflicto con absolutamente nada. En ese sentido, es un verdadero bienestar. Mientras que la naturaleza del placer es la insatisfacción, la naturaleza de la felicidad es la satisfacción.
No hay nada erróneo en tener placer si sabemos lidiar con él. Es simple: basta sentirlo. Punto. Como dice Lama Michel Rinpoche en nuestro libro El Gran Amor: El bienestar constante surge de la capacidad de reconocer nuestra satisfacción interna. En tibetano, la palabra para satisfacción es tsog-schen. La idea es no desear más de lo que tenemos, pues ya tenemos lo suficiente. Podemos incluso obtener más; aunque no es preciso, ya estamos satisfechos.
Podemos unir el esfuerzo a la creatividad. Por ejemplo, podemos seguir metas objetivas y relacionarnos de forma creativa con quien trabajamos. Estar satisfechos con nuestras metas y conquistas y tener placer en crear por ser quienes somos: esa parece una buena ecuación para lidiar con el peso de la vida.