SIN MIEDO A ENVEJECER
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 24/05/2013 07:09:44
por Márian - Marta Magalhães
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Traducción de Teresa
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Muchas personas tienen miedo a envejecer quizá por la cercanía de la muerte que esto representa. En su mayoría están apegadas a la idea de la finitud de la materia y olvidan o no creen en la eternidad del espíritu. La muerte para ellas es un misterio insoluble, el fin de la vida, dolor e incluso castigo. Considerada tabú, muchos evitan hasta decir su nombre, tan grande es el miedo que le tienen.
Otra cosa que contribuye al rechazo de la vejez es que la humanidad está viviendo una época en que los valores espirituales se han ido sustituyendo por los valores materiales, y las personas ilusas han pasado a dar culto únicamente a la juventud y la belleza exterior. Desgraciadamente la mayoría de la gente mira a los ancianos tan sólo como seres decadentes, feos y seniles.
Aquellos que están ligados exclusivamente a lo exterior miran los individuos en proceso de envejecimiento como una derrota de la naturaleza. Prefieren aislar o excluir a los ancianos de su convivencia para no tener que enfrentarse a la realidad, puesto que se hace muy difícil para tales personas asumir su propia fragilidad y su condición de efímeros.
En cambio, los pueblos de Oriente, que pertenecen a una cultura más ligada a la espiritualidad y que aceptan la muerte con naturalidad, miran a los mayores con reverencia y respeto. Es costumbre pedir consejos y opiniones a los ancianos pues su experiencia y sabiduría son reconocidas y acatadas. Se considera un privilegio vivir en su compañía y un honor poder ayudarles a atravesar sus últimos años de vida.
Lo cierto es que no hay que tener miedo a envejecer, ya que esa es una etapa más, natural y gratificante de la vida. Es importante saber que la naturaleza sigue sus pautas cíclicas teniendo siempre por objetivo la elevación del espíritu, por tanto la vejez debe ser vista como nueva oportunidad de aprendizaje. Como todo en la vida, hay que mirar la vejez como una bendición, pues en esa fase se tiene la oportunidad de compartir la sabiduría adquirida, sirviendo a los más jóvenes para que a menudo no tengan que pasar por las experiencias más duras, abreviando y suavizando su camino.
De hecho sólo el cuerpo envejece, pues nuestra esencia es inmutable y eterna, por lo tanto no debe ser identificada con el cuerpo. Éste no es más que el vehículo que utilizamos en la travesía de la vida. Pero es imprescindible saber que él es el templo de nuestra alma aquí, y por ello sagrado, como todo en el Universo; por eso debemos respetarlo y cuidarlo para que cumpla con dignidad su misión de receptáculo e instrumento de nuestra Conciencia en este plano. La espiritualidad subraya siempre que la evolución y la liberación humana sólo se verifican por aquí.
La vejez no debe ser rechazada, pues ella es natural y esencial para que pongamos en práctica algunas virtudes divinas como la paciencia, la humildad, la aceptación y el servicio abnegado. Las arrugas, tan temidas por algunas personas, deben mirarse como cicatrices de batallas vencidas, marcas de superaciones y conquistas.
Para que atravesemos bien esa fase de la vida podemos prepararnos alimentándonos correctamente, haciendo ejercicios físicos ligeros y practicando la meditación. Otro punto importante es mantener la mente siempre libre de prejuicios y anhelos, y ocupada positivamente, a fin de estar en mejores condiciones de alcanzar una edad avanzada productiva y feliz. Productiva, sí, feliz, sí. Productividad no quiere decir resultado de trabajo duro, sino corolario de la realización interna que tiene también a la felicidad como consecuencia.
Concluyendo, si pensamos y actuamos siempre con equilibrio, envejeceremos con más serenidad, alegría y compasión, y aunque las arrugas se desparramen por nuestro rostro y aunque la salud pueda faltarnos en algún momento, estaremos seguros del camino y de la victoria en este plano. Estaremos en paz con nosotros mismos y con el Universo, sabedores de que hemos dado lo mejor de nosotros mismos.
Namasté
Márian
