Somos iguales solo a nivel del alma
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 01/12/2010 14:52:11
por El Morya Luz da Consciência - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Joshua nos dice que “el amor incondicional es la principal llave de oro para la ascensión. Yo tendría que proceder como Dios”. Tengo la costumbre de saludar a todas las personas como si fuesen el Maestro Jesús, o Buda – lo que de veras son. Esto también me ha ayudado a desarrollar un enorme amor por los animales. No basta simplemente pensar en Dios o solo sentir. Esta es la práctica espiritual más importante de todas. Transforma todos los pensamientos de agresividad en amor. Se trata del desapego a todos esos pensamientos agresivos. Haré lo que sea necesario para mantener una actitud de amor, por más que me vea atacado o engañado. Está relacionado con la actitud de ver todo por medio de nuestra mente crística” (Resumen de un texto del libro Llaves de Oro para la Ascensión, de Joshua Davi Stone). El gran conflicto de la humanidad viene siendo la falta de entendimiento en las relaciones. Es preciso recordar que, tanto a nivel del alma como de la materia, no hay dos personas iguales, entonces cuando hablamos sobre amar incondicionalmente, cada cual va a manifestar ese amor según sus referencias. Cada uno entiende, interpreta, a las personas y situaciones según sus registros o creencias, y muchos conflictos surgen en función de esos factores. Y es el auto-conocimiento lo que hace que esas diferencias no nos causen tantas desarmonías, preservando también nuestras fronteras psíquicas. El auto-conocimiento nos exige una verdadera revolución al nivel más profundo, para descubrir qué instrumentos tenemos, útiles para expandir nuestro nivel de conciencia, a fin de que alcancemos los objetivos comunes a todos los seres humanos en lo que respecta al alma: felicidad, plenitud, amor, armonía y, también, para reconocer y utilizar el inmenso potencial que tenemos, aunque latente.
A medida que profundizamos en ese universo interior, nos ponemos frente a frente con aquello que no vemos, o que ocultamos, o incluso, fingimos no percibir, y dejamos bajo la alfombra.
Este proceso en general es lento y doloroso, pero solo él desenmascara el ego, permitiéndonos identificar y revisar creencias, filosofías de vida, carrera, relaciones, metas alcanzadas y por alcanzar, y, principalmente, la vida emocional y afectiva; pues incluso con todos los cambios verificados en la humanidad, hay algo que sigue igual: “el deseo de encontrar la compañía ideal”.
Sin embargo, si reflexionamos acerca de la frase: somos iguales solo a nivel del alma, pero no de la materia ¿qué sería lo ideal para nosotros? ¿Sería posible hallar a alguien que se identifique tanto con nosotros?
Solo amando incondicionalmente esa búsqueda se hará realidad. La búsqueda del verdadero amor se ha vuelto para nosotros, hombres y mujeres de la era cibernética, lo que el Santo Grial representaba para los antiguos cristianos: ¡ni siquiera sabían si él era real, pero lo buscaban frenéticamente!!! Entendemos que muchos, o la mayoría, busca un amor, pero ¿por qué tan pocos lo alcanzan? O: ¿por qué tantos se acomodan con lo que ya no les satisface?, o peor: algunos, sin evolución, mantienen al compañero(a) a su lado, pero emplean recursos grotescos, no aceptables ya para aquellos que están a otros niveles de consciencia, traicionando a la pareja que, ciertamente, no les ha sido impuesta.
Hombres y mujeres ponen muchas expectativas en sus relaciones, basadas en retratos extraídos de romances, de figuras irreales; y encuentran dificultades para alcanzar buenos resultados, no solo con sus compañeros afectivos, sino además, con el ser humano que tienen ante sí – lo cual todavía es peor. Podemos volver a nuestra reflexión sobre ser iguales solo en el alma, entonces yo diría que aquí, en este plano, aquellos que son triunfadores en materia de relaciones, quienes logran mantener un vínculo saludable con su pareja durante largos períodos, viviendo armoniosamente, con equilibrio y placer de la compañía, son aquellos que saben solamente amar, sin esperar nada a cambio. Aman porque aman, simplemente; porque amar les causa placer. Son aquellos que comprenden que no necesitan “invertir” nada más allá de amor en una relación, porque haciendo así, el universo les devuelve amor, en un intercambio justo y equilibrado. La actividad amorosa es contraria a la dependencia resultante del miedo, de los celos, de la exigencia, de la crítica, y de la rigidez procedente de relaciones enfermizas. Solo saldremos de esos círculos viciosos de sufrimientos con la pareja cuando comprendamos que somos una fuente de amor, y no solamente receptores.
Todos tenemos condiciones para amar, y dejar que ese amor evolucione también dentro de nosotros, bastando para eso que hagamos del auto-conocimiento un puente entre lo que creemos ser y lo que somos verdaderamente. Este es el factor que marca toda la diferencia entre dos o más personas: aquel que ama simplemente tiende a ser menos exigente y rígido en sus expectativas; no lleva todo a hierro y fuego, a punta de cuchillo; son menos egoístas, porque no necesitan de la aprobación externa; asumen la responsabilidad de sus actos; son honrados hasta con sus dificultades y vicios y, principalmente: éticos y leales con sus compañeros(as).
Quien ama incondicionalmente expresa la genuina capacidad de amar, actúa de manera generosa, independientemente de recibir o no, porque no espera el retorno de inversiones de amor, por saber que el Universo se lo devolverá, será recompensado, porque su actitud despierta lo mejor del otro, incluso enseñándole a amar. Y aquellos que aman incondicionalmente, saben lo que quiere decir unidad, por tanto, ¡simplemente aman!
Vera Godoy