Tarot: ¿Dorar la Píldora?
por Miriam Carvalho em STUM WORLDAtualizado em 08/04/2020 11:34:53
Traducción de Teresa - [email protected]
Después de una agradable y acogedora reunión durante uno de mis cursos, me puse a meditar y reflexionar sobre los innumerables puntos de vista abordados, sobre la forma de interpretar una cuestión a través del Tarot. Considero extremadamente interesante este aspecto y espero que pueda aclarar un poco la mente de nuestros lectores...
Muchas alumnas, después de algún tiempo de estudio y de conocerme más a fondo, afirman que me gusta dorar la píldora...
Sabemos todos que dejar de cumplir con la verdad significaría no estar en sintonía con la ética y además faltar al respeto al Tarot, ese instrumento consagrado con fe y cariño.
Por otra parte, el Tarot es un vehículo que abre la intuición y ésta (la intuición) es muy importante, diría que incluso fundamental, en el momento de la lectura. Además de la técnica decodificada por la simbología y los arquetipos, la intuición es la magia del Yo Superior.
Además de esto, otras consideraciones esenciales se hacen presentes y me gusta recordar a la Madre Teresa de Calcuta que decía: No debemos permitir que alguien se vaya después de estar con nosotros sin sentirse mejor y más feliz.
Siendo así, desde mi punto de vista, no se trata en absoluto de dorar la píldora, sino de creer que la Esperanza y la Fe pueden realmente modificar un determinado patrón y hacer que se produzca el Milagro.
Hay una fábula de un Rey que soñó perder todos los dientes. Para quienes aún no la conozcan, es la siguiente:
Un rey, después de soñar que había perdido todos los dientes, despertó disgustado y mandó llamar a dos sabios para interpretar su sueño.
El primero dijo: ¡Qué desgracia, Majestad... representa la pérdida de toda vuestra familia!
- El Rey, indignado, dijo: cómo te atreves a decir tal cosa, y ordenó que recibiese 50 latigazos.
El segundo sabio dijo: ¡Qué felicidad, Majestad! Indica que tendréis larga vida y que viviréis más que todos vuestros familiares!
- El Rey quedó muy complacido y mandó que diesen al sabio 50 monedas de oro.
Ambos sabios estaban en lo cierto y habían cumplido con la verdad.
Todo depende de la manera de decir las cosas. ¡Ese es el gran desafío! De ahí viene la felicidad o el disgusto.
Todo es muy delicado, pues primero es preciso sentir o intuir cómo recibirá la persona la lectura de las cartas, ya que cada persona es diferente en su esencia, unos son más fuertes, tienen más aguante y soportan mejor y otros son más sensibles y frágiles.
En este cuento el Rey no estaba emocionalmente preparado para evaluar las lecturas.
Por tanto, la verdad hay que decirla siempre. La forma de decirla es lo que marca la diferencia.
Elegir con cariño y sabiduría las palabras para exponerla es un arte.
Por otra parte, no existe la verdad absoluta. La vida es una gran ilusión. De ilusión en desilusión vamos haciendo de nuestra existencia un gran acontecimiento.
Además, hay verdades innecesarias, cuya revelación nada aportaría.
Buscar siempre con cuidado el punto de luz que hay en la habitación oscura es la clave de la cuestión... Lo compruebo todos los días.
La Esperanza es una dimensión del alma, el anclaje de la fe en algún punto del Universo más allá de nuestros horizontes, que trasciende y realiza.
(Sintiéndolo mucho, desconozco quién es el autor).