¡Todos tenemos historias tristes que contar! ¿Y qué?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 08/12/2009 19:17:53
por Bruno J. Gimenes - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Todos, efectivamente, todos tenemos historias tristes que contar...
Se convierte en vencedor, feliz y próspero aquel que aprende con las adversidades y corrige su vibración para manifestar abundancia y paz.
No hay siquiera una persona que no tenga una historia de vida repleta de situaciones difíciles, desilusiones, crisis, pérdidas y sufrimientos. No es nada difícil entrevistar a diez personas y que todas ellas presenten listas interminables de situaciones traumáticas.
Lo que transforma a las personas es la importancia que dan a los acontecimientos traumáticos así como los aprendizajes que extraen de cada situación.
El vencedor, o sea, la persona de triunfo, abundancia y prosperidad, ya ha descubierto el secreto de esas conquistas, el ingrediente ideal para manifestar lo que desea. Todas las personas saludables, aunque de forma inconsciente, ya han asimilado ese estilo de ser y pensar.
No se puede negar que el sufrimiento siempre viene como reacción a la vibración en que te encuentras. Cuando se produce cíclicamente significa que continúas en la sintonía equivocada.
El sufridor convicto es alguien que, incluso sin percibirlo, está enviciado en esa frecuencia de acontecimientos negativos. A su vez, el vencedor es aquel que, tan pronto como observa una manifestación negativa en su vida, hace modificaciones y ajusta el enfoque, porque identifica que su conducta en algún momento ha sido inadecuada, lo cual, por equivocaciones, ha acabado por atraer situaciones ruines a su experiencia. Él conoce su responsabilidad.
Obsérvese al sufridor: Es una víctima. El gobierno ha tenido la culpa de su infortunio – el jefe no reconoce sus habilidades – la esposa no lo ama como se merece – sus vecinos no son agradables como él quisiera – su cuerpo no es saludable como había soñado – la ciudad en que vive no es ni “lejanamente” parecida a la que le gustaría.
Vemos todos los días personas como esa, protestando, cuestionando, pensando en los errores. Personas frustradas con su vida, insisten en preguntarse mentalmente:
¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal?
¿Qué es lo que está haciendo mal?
¡Y aún lo pregunta! Eso es lo que está haciendo mal...
Ese cuestionarse sin nexo. Esa dedicación intensa a todo cuanto no quiere. Eso es lo que hace mal...
Su lección de casa debería ser el imaginarse constantemente feliz, próspero, con la casa de sus sueños, en la ciudad deseada. Debería sumergirse en su visión de vida ideal. Debería imaginarse en un cuerpo saludable, en una vida leve, próspera, abundante y feliz. Tendría que sentir esa vibración, trasmutando por completo la antigua sintonía de víctima y lamentación. Pero no, él se concentra en los disgustos y como consecuencia, alimenta el que le vengan más.
Claro que el sufridor tiene motivos reales, no obstante, para mantener ese sufrimiento en su alma, puesto que es una decisión que solo cabe a la persona. Puede que estés llamándome insensible, corazón de piedra o algo parecido. ¡Pues no lo soy! Y te afirmo: si piensas así, estás sintonizado en el resentimiento, y vas a atraer más y más situaciones que te provoquen tal sentimiento.
Conciénciate definitivamente: no soy yo ni persona alguna o situación externa lo que te amarga, porque la amargura es tu propia vibración. Siendo así, estás cíclicamente atrayendo situaciones de amargura (o cualquier otro sentimiento) para tu vida. Lo que deseo es precisamente que salgas de ese círculo vicioso, hazte fuerte emocionalmente y deja las lamentaciones de lado.
Sí, ya se que estarás pensando: “No es tan sencillo, he perdido a mi hijo en un accidente”. O bien “he perdido a mi madre y a mi padre en el mismo día”. O incluso puede que te haya pasado la mayor de las desgracias en tu vida, que haría la película más triste del año... Sí, todo esto es posible ¡todo esto es muy doloroso! Pero yo te pregunto: ¿Quieres todavía más sufrimiento para tu vida? ¿Quieres más escasez todavía? ¿Quieres aún más conflictos? ¿Quieres todavía más relaciones superficiales? ¿Quieres aún más falta de confianza? ¿Quieres más falta de energía, aún? ¿Quieres sentirte aún más abandonado y rechazado? ¿Quieres estar nombrando todas las desgracias de tu vida, compitiendo para demostrar que tus tristezas son mayores que las de todo el mundo? ¡Me parece que no!
En esa competición no hay ningún buen premio para el primer clasificado. La única carrera en que debemos participar en tal sentido es la de querer ser una persona mejor cada día, a través de un saludable movimiento interno de desear mejorarse cada día.
Libérate, deja de lamentarte, deja de llorar, deja de “alquilar” los oídos ajenos con tus reclamaciones... Deja de cansar a tu ángel de la guarda con tanta ingratitud... Deja de ser ciego para las verdades divinas y haz tu parte... Deja de traspasar tu responsabilidad, ya basta, ¡ya no tienes disculpa!
Si deseas ser triste, apesadumbrado, depresivo, hundido en deudas, ¡que lo seas! Pero sé consciente de que la responsabilidad es tuya y de nadie más.
¿Vas a discordar de todo esto? ¿Vas a condenarme, a criticarme? Vale, pero piensa si realmente quieres seguir en eso y rechazar todo cuanto has leído, o si quieres morder el orgullo, asumir tus papeles y manifestar una realidad de vida ejemplar para todo el mundo.
¡Está en tu mano!
¡Por mi parte, pongo todo mi deseo en que des un salto cualitativo en tu vida!
Reflexiona.