Trabajar nuestros cambios (BOLETIM ESPECIAL STUM de 13-2-08)
por Sergio Scabia em STUM WORLDAtualizado em 04/03/2008 12:37:22
Traducción de Teresa - [email protected]
Cuando coloqué por primera vez los pies en esta tierra de bendición llamada Brasil, aun habiendo buscado antes muchas informaciones y referencias sobre usos y costumbres, confieso que quedé fascinado, asombrado, arrebatado… sí, he sido como que seducido – desembarqué en Río de Janeiro – por una infinidad de aspectos que mal podía concebir. ¡Magia pura! Estaba – lo percibo ahora – empezando a aprender qué es de hecho el sentir, el intuir, acostumbrado a utilizar solamente el limitado raciocinio lógico…
La belleza natural sin fin, sus habitantes abiertos, expansivos, comunicativos; los sonidos y los colores vivos y brillantes de las casas, de las ropas… y además algo que nunca antes había presenciado: la mezcla de razas, formando este tejido tan variado, transformador y único.
Claro, estaba también el calor, el sol a plomo, inundando todo de luz durante el año entero, la música de ritmo diferente, que hablaba al corazón; platos típicos de una sencillez y creatividad extraordinarias, frutas generosas, sabrosas y tan baratas que un europeo como yo corría serios riesgos de no conseguir – literalmente – parar de comer…
Pero el aspecto más impresionante ciertamente, era que aquí yo al fin me sentía libre. Experimentaba, en fin, la posibilidad de ser yo mismo, de encajarme en este ambiente lujuriante, expresando mi unicidad, intercambiando a gusto opiniones y experiencias; manifestando, sin miedo a críticas o represalias, mis puntos de vista (obviamente dejando de lado los aspectos políticos – que desconocía – de aquel período oscuro de régimen militar, con los evidentes y graves efectos negativos sobre la población como un todo). Podía (y puedo aún) vestirme como quisiese, sin sentirme un ET, acostumbrado que estaba a tener que encajarme en un patrón de vestimenta definido y estandarizado.
Católico, que era, descubrí en seguida que los devotos de aquí eran muy diferentes de aquellos al otro lado del océano y, sobre todo, muy diferentes de los italianos, que recibían directamente la influencia y la injerencia del papa. Era fabuloso ver a los amigos y amigas ir a misa los domingos, pero no siempre, pues en los festivos, o en otras ocasiones, la gente olvidaba la iglesia y el culto a la naturaleza se convertía en religión predominante…
También me impresionaba la amistosa convivencia con otras religiones animistas y espiritualistas… recuerdo con saudade (la última vez fue en el cotillón del milenio en 1999 y propició el nacimiento del STUM) del indescriptible fin de año en Copacabana, con el esplendor de un sin número de rituales de homenaje a Iemanjá, la Reina del Mar, con una multitud, la mayoría de blanco, reunida en paz y armonía en la playa, generando una energía tan suave y amorosa que cautiva y captura amorosamente el Alma de todos los presentes.
¿Por qué será que estoy escribiendo todo esto? Creo que muchos han percibido ya la esencia de este largo prólogo… Es lo siguiente: estamos viviendo ciertamente “en un país bendecido por Dios y bonito por naturaleza”.
Ahora finalmente sé por que estoy aquí, el motivo de haber elegido venir a vivir en este país. Aquí tiene lugar la verdadera transformación, el cambio de patrones, la Nueva Era es en el Brasil. Un movimiento real que florece y se expande, ayudado por la energía que está en el aire, el abundante prana, el principio vital que la luz fuerte desparrama por todos los rincones de la nación. Aquí el terreno siempre ha sido fértil, propicio y abundante. Un lugar abierto a nuevas posturas más profundas y justas. Un lugar donde la verdadera espiritualidad se encuentra firme y fuerte, enraizada en un contingente inmenso de almas que con su energía transportan luz y compasión; haciendo que sea menos pesado el fardo para tantas personas que se encuentran en el umbral de la supervivencia, víctimas de un materialismo salvaje que seguramente ya va concluyendo su ciclo nefasto, demostrando que ningún sistema de gobierno puede sobrevivir sin tener al Amor como principio y fin de todo.
El mensaje de hoy es un himno al amor, otro más. Un recordar que estamos en el buen camino, que – sí – estamos en proceso de cambio profundo. Que podemos ser también un agente de cambio, con nuestras actitudes, gestos, palabras, e-mails, textos, abrazos, sonrisas y lucidez. Basta mirar hacia atrás, buscar en los cajones, en los armarios, en el estante, y ver como lo que vestíamos, leíamos, comíamos, ha sido dejado, sustituido y reevaluado. Basta buscar en la evolución de nuestras relaciones personales, en la manera de educar a nuestros hijos, en la capacidad que tenemos, cada vez más, de expresar nuestros sentimientos, nuestras ideas y creencias.
Hemos cambiado. Hemos cambiado de veras y el proceso adquiere más ímpetu y sintonía, cada día, cada momento. Recibimos del plano espiritual más y más intuiciones, recomendaciones, informaciones; y conseguimos, de lo viejo, recomponer algo nuevo. Es como un renacimiento; es un parto, el de un nuevo ser, libre de condicionamientos, conceptos oxidados y prejuicios. Un ser de luz, que está latente en cada uno de nosotros, esperando solamente que pasemos a manifestarlo, asumiendo nuestro poder innato, ¡nuestra verdadera fuerza!
Hagamos pues, nuestra parte, con fe, alegría y perseverancia. Utilizando siempre, para afrontar cada situación nueva, la vieja pregunta: “¿Qué haría el Amor?”
Seamos todos bendecidos.