Tu Árbol Genealógico ¿está realmente vivo? ¿Tu familia pulsa?
por Simone Arrojo em STUM WORLDAtualizado em 09/01/2015 12:12:30
Traducción de Teresa - [email protected]
La frase más común que oigo tanto en los programas de radio como en los trabajos de constelación familiar es: “mi vida está parada, no progresa”.
Cuando abrimos la constelación de esas personas y colocamos los representantes, que nunca han visto a esa persona ni conocen su historia, detectamos que muchos de ellos, incluso la persona constelada, miran al suelo. Mirar al suelo significa mirar a alguien que falleció.
Hay muchas familias que viven en ese mundo juntamente con los muertos. Por eso la vida no anda. ¿Estamos disponibles de hecho para la vida?
También oigo a mucha gente decir: “yo ni siquiera conocía a ese tío que murió y mi madre nunca se recuperó” o “mi abuela no hablaba siquiera de ese hijo perdido que murió joven”.
Cierta vez constelé a una mujer que había venido por otro tema de su vida y cuando me senté cerca de ella vino la siguiente frase: “¿Quién desistió?” Ella me miró sin asombro alguno y me dijo: “nadie”. Yo entonces coloqué a una persona para representarla y a una persona para su cuestión. Lógicamente ella miraba al suelo. Coloqué a alguien tendido en el suelo y ella en ese momento se acordó de un tío que se había suicidado un mes después del nacimiento de ella y que pasados muchos años la familia todavía no aceptaba ese acontecimiento.
Constelé a una señora que también trajo un tema relacionado con el dinero y la profesión. Le pregunté si le había sucedido algo grave hacía 10 años, tiempo que ella mencionaba como inicio de las pérdidas, pero ella no recordó nada significativo. Coloqué la constelación y los representantes y me vino la pregunta: “¿Ha perdido alguien a un hijo?” Ella me dijo: “Yo perdí a un hijo pequeño hace 10 años”. Todos guardaron silencio, y al cabo de un tiempo ella quedó admirada al ver que había borrado ese hecho de su memoria y, sin percibirlo, su vida se paró en esa pérdida.
No somos un cerebro aislado, no estamos aislados. La neurociencia cada vez más constata que la Consciencia es un campo de información y las memorias consolidadas no tienen tiempo.
No vivimos únicamente nuestra vida, nuestra existencia; llevamos en nosotros muchas personas, muchas experiencias. El alma de nuestra familia crea un campo de información y, cuando nacemos, participamos de ese campo con todo lo que éste contiene. Considero hoy que una de las grandes misiones del ser humano es ir más allá del campo, más allá del sufrimiento, más allá de la muerte, hacia la eternidad, hacia el movimiento, hacia la aceptación de la vida ¡con todo lo que ella contiene! Cada individuo puede hacer esto comenzando por sí mismo, a través de la información invisible que actúa en él. A través de la información espiritual.
El campo morfogenético pesquisado incesantemente por Rupert Sheldrake abre la posibilidad de que vislumbremos, con nuestros ojos espirituales, en qué historia o área nuestra familia – o ese campo – aún está en sufrimiento. ¿En qué momento ese campo se ha parado? ¿Existe la posibilidad de que vayamos más allá de esas historias?
Ese campo es tan divino que, a través de nuestra respetuosa mirada, los movimientos se hacen posibles para todos los del árbol genealógico; en la eternidad, sin tiempo, todos se benefician de la clareza de la consciencia. Los vivos y los “muertos”.
Y… así, volvemos a pulsar en la vida, en los sueños realizados en la madurez espiritual.