Tu vida patas arriba... ¡sal de esa situación!
por Maria Isabel Carapinha em STUM WORLDAtualizado em 03/08/2011 15:15:10
Traducción de Teresa - [email protected]
Vaya, hay momentos en que miramos a nuestro alrededor y nos parece increíble lo que vemos, todo parece desmoronarse; el empleo ya no es lo que era, el matrimonio pende de un hilo, las finanzas al borde del caos… y por ahí va.
Estas fases ocurren en la vida de todas las personas, pero en ese momento en que todo parece hundirse, lo ideal es parar, analizar y verificar dónde se encuentra el hilo de la madeja. Por lo regular, hay una situación inicial que ha desencadenado todo lo que está ocurriendo en este momento. Cuando lo negativo se instala en tu vida porque le has dado permiso, todo empieza a entrar en colapso, al objeto de que estés absolutamente seguro de que necesitas cambiar tu modo de vida.
Yo también he vivido momentos así, y parece que no se ve el final. Cuando estamos en medio de ese torbellino de energías negativas nos parece que será eterno ¡pero no lo es! ¡Todo cambia, basta que tú lo decidas así!
La transformación se verifica cuando descubrimos el origen de la programación negativa que está desencadenando todos esos acontecimientos. En la Mesa Radiónica identificamos el momento exacto en que eso se produce, y luego lo eliminamos. Es importante además verbalizar lo ocurrido para poder vivenciar todos los sentimientos implicados y así perdonar a las personas intervinientes, a fin de liberar la energía; esto es de suma importancia para que se produzca la transformación.
En el momento en que tú decides decir basta a lo que está ocurriendo en tu vida, es importante ser muy verdadero con tus sentimientos, dejando tus máscaras de lado y haciendo una exposición total de lo que sientes.
La felicidad es el Camino Divino de todos los seres, pero es imposible lograrla sin haber eliminado las causas de la infelicidad, que son los conflictos internos que acumulamos a lo largo de nuestras vidas.
A medida que el equilibrio energético y la eliminación de los bloqueos se vayan realizando, tu vida empezará a estar en Orden Divino, y sentirás una fuerza vibrante de confianza y tranquilidad.
El bloqueo se refiere a un momento en que la energía pulsante de tu ser se ha quedado estancada, haciendo que lo negativo pasase a pulsar en tu mente. El simple hecho de descubrir ese bloqueo y eliminarlo hará que esa energía parada quede disuelta y pierda sus proporciones exageradas.
Tengo una paciente a la que atiendo en mi consultorio, la cual se ha convertido también en amiga. Cuando acudió a mí por primera vez me confidenció llorando cómo se encontraba su vida en aquel momento.
Llevaba diez años casada y su vida conyugal era malísima, se mostraba agresiva con su marido sin saber por qué motivo, se enojaba con él y a continuación se arrepentía, lo echaba de menos solo cuando ambos estaban distantes. Tan pronto como regresaba a casa, los enojos por pequeñas cosas y la necesidad de alejarse de él se hacían presentes. La recíproca era verdadera por parte del marido, pero ella notaba que la provocación para la situación de conflicto siempre partía de ella.
Tenía un despacho de abogado, legado por su padre, que ya no era lo mismo de antes. Hoy había innumerables procesos parados sin solución y el dinero que había recibido como herencia iba disipándose poco a poco.
Su vida familiar con su madre y hermanos ya no podía ser la misma y, no deseando exponerles su infelicidad, se había alejado de todos y lo compensaba con un soporte económico que ni siquiera tenía.
Empezamos su tratamiento por el pleno restablecimiento de sus frecuencias energéticas mediante la Mesa Radiónica, lo cual llevó algunas sesiones, pues su resistencia o incredulidad respecto del cambio era muy grande; a menudo insistía en vicios de conducta que la llevaban a proceder de modo negativo.
Por fin, cuando se verificó el pleno restablecimiento de la parte energética, empecé la identificación del bloqueo original que había desencadenado esa situación actual en su vida.
Identifiqué en la Mesa Radiónica que el acontecimiento se había producido hacía ocho años y medio; de inmediato ella empezó a sentirse mal como si sufriese un mareo repentino, me pidió un vaso de agua y dijo que me iba a contar lo que había pasado en aquella época.
Tan pronto se hubo recuperado, me dijo: pasé dos años y medio intentando quedar embarazada, hicimos varios tratamientos e inseminaciones que no dieron resultado; decidí entonces dejar de lado el tema del embarazo y seguir adelante con mi vida. Empecé a sentir muchos dolores en el lado derecho del abdomen, y como había antecedentes familiares de dolencias de hígado, traté de averiguar lo que me pasaba.
El médico, entonces, me indicó una tomografía, y al cubrir el típico cuestionario me preguntó si estaba embarazada. Contesté de inmediato que no.
Se hizo el examen ¡y algunas semanas más tarde descubrí que sí lo estaba! El médico me aclaró que aquel examen había supuesto un riesgo enorme para el bebé, que podría nacer defectuoso o con problemas cerebrales.
Así, confesó que el mundo se había desmoronado sobre su cabeza, y el tan soñado embarazo se había ido al garete… La decisión de continuar o no con el embarazo también tendría que ser suya.
Ella acabó por abortar a aquel bebé y su vida perdió el sentido por completo.
A partir de ese momento, su matrimonio ya no tenía el mismo sabor, según su percepción, pues no habían logrado formar una familia… y trabajar ¿para qué? Su despacho también empezó a sufrir las consecuencias.
Curamos ese bloqueo profundo y hoy, pasados algunos años, ella cuida regularmente su equilibrio. Su despacho volvió a ser exitoso, y su marido y ella, en una decisión conjunta de amor, optaron por adoptar a una criatura y formar de hecho la familia que tanto deseaban.
