Tú y el universo
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 30/01/2013 16:15:35
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
"La cosa más perfecta que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de todo el arte y de toda la ciencia verdadera”. (Albert Einstein)
Energía psíquica, pensamiento, aura, bioenergía, magnetismo, entre otras, son denominaciones que empleamos para definir aquello que nos liga a la vida, o sea, el eslabón que liga el ego representado por nuestra parte física y la energía inmaterial que generamos y emanamos al universo.
Sea cual fuere la denominación, la energía que liberamos y por la cual somos identificados en el universo, es una síntesis de nuestro pensamiento-elección, es decir, el resultado energético de nuestras decisiones de vida de acuerdo con la orientación del libre-albedrío.
En este ámbito de invisibilidad a los ojos humanos, los sentimientos o pensamientos que emitimos en forma de energía, repercuten y retornan a nosotros conforme a las intenciones en el acto de su emisión.
Voluntaria o involuntariamente, liberamos al universo energías densas o sutiles.
Pensamientos impregnados de energías deletéreas o sanadoras que identifican nuestro nivel consciencial por medio de nuestra frecuencia vibratoria o aura, el campo energético que envuelve el cuerpo físico de cada ser dotado de inteligencia.
En la dinámica universal, somos únicamente puntos luminosos de referencia y patrones energéticos que corresponden a la mecánica de la vida individualizada, pero que suman en el sentido colectivo y se identifican conforme a la intencionalidad del pensamiento.
Por tanto, todo lo que emitimos en forma de pensamiento-elección retorna a su punto de origen, sean pensamientos de odio y venganza o de amor y gratitud, entre otros.
Esta síntesis energética que nos identifica ante el universo e implica en la calidad de vida del individuo, de los grupos familiar, social y profesional, de los que forma parte, y también en el enorme agrupamiento humano llamado “humanidad”, que es la síntesis de los pensamientos-elecciones emitidos por todos los seres inteligentes del planeta Tierra.
Sin embargo, el sentido individualista por el cual percibimos la vida a través del prisma materialista, impregnado de condicionamientos de la cultura occidental, crea una barrera perceptiva que impide una mejor comprensión de este contexto en el cual transitan nuestros pensamientos, sentimientos, emociones e intenciones del día a día de nuestras vidas. No “visualizamos” el hecho de que somos individuos inseridos en un contexto y sincronía que nos lleva a la unicidad, o mejor, a la Fuente de energía universal.
El pensamiento puede representar una flecha lanzada o un rayo de luz que retornan a su punto de partida. El pensamiento-elección pertenece al ámbito de la responsabilidad individual y colectiva del ser humano, porque el nivel de energía que emitimos es el que plasmamos para nuestra realidad individual, sintonizada con la energía planetaria, que como hemos afirmado anteriormente, es la síntesis de la emisión colectiva de pensamientos.
En esa dirección, despertar para la responsabilidad, respecto de uno mismo y de la sociedad, en relación al mejoramiento de la calidad de vida de todos, pasa por el proceso de concienciación de que debemos, poco a poco, depurar nuestro pensamiento por medio de emisiones energéticas elevadas, como la gratitud y el perdón, entre tantas opciones que tenemos, por la práctica meditativa de la plegaria espontánea dirigida a la Fuente de amor, verdad, justicia y sabiduría del universo. O simplemente, por medio de la práctica de la caridad o del pensamiento elevado a Jesucristo, nuestro mayor ejemplo e iluminado camino.
Cuando Mahatma Gandhi dijo: “Comienza por ti la transformación que deseas ver en el mundo”, se refería al patrón energético de la humanidad que debe ser alterado por medio de iniciativas individuales y no de revoluciones sangrientas que ayudan a mantener el modelo que nos acompaña desde hace milenios.
En tal sentido, de lo individual llegamos a lo colectivo, pues cada iniciativa, con independencia de su intención, tiene un retorno proporcional superior al que matemáticamente imaginamos. Son las leyes de la vida que aún desconocemos, inseridas en las leyes universales impregnadas de energía que transitan en el tiempo-espacio entre el orden y el caos, o entre el equilibrio y el desequilibrio.
En esta lógica, tú eres el universo y el universo eres tú, que existes de una forma interdependiente con tus semejantes y los demás seres vivos de la naturaleza. Esta es la lógica de la responsabilidad universal que expande nuestra conciencia por medio del principio emisor: el pensamiento humano elevado. Momento cósmico en que la Nueva Era nos invita a ser los agentes de cambio de nuestro propio modelo energético.