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UMBRAL - Parte 3

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 08/10/2011 09:43:36


por Maísa Intelisano - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]
Sin embargo, el Umbral no es un mundo solo de desencarnados. Muchos proyectores conscientes (encarnados que hacen proyecciones astrales conscientes) narran su paso por regiones oscuras y densas, semejantes a las descripciones de André Luiz en "Nuestro Hogar".

Todos los encarnados nos desprendemos del cuerpo físico durante el sueño y circulamos por el mundo espiritual. Ese es un fenómeno absolutamente natural e inherente a todo Espíritu encarnado. La mayor parte sigue durmiendo en espíritu, por encima de donde está descansando el cuerpo físico. Otros se limitan a pasear inconscientes por el propio cuarto o casa, repitiendo, mecánicamente, lo que hacen todos los días durante la vigilia. Y hay quienes salen de la casa y van más allá.

Entre estos, una pequeña parte procura mantener una conducta ética elevada, las 24 horas del día, intentando siempre mejorarse como persona, buscando siempre ayudar y crecer; y frecuentemente es conducida al Umbral en misión de rescate o asistencia, trabajando con Espíritus más preparados, ofreciendo sus energías por el bien de otros Espíritus, como informa asimismo Wagner Borges en su libro "Viaje Espiritual II": "El sueño da al Espíritu encarnado la oportunidad del desprendimiento temporal de su envoltorio carnal. Y en esto reside su gran ocasión de sentirse útil ante la vida, pues fuera del cuerpo es llevado por sus amigos espirituales a personas necesitadas, físicas y extra-físicas, y allí su energía consciencial es de gran ayuda. Mediante procedimientos específicos de transmisión de energía, los amparadores extra-físicos se sirven del proyector como donante de energía para la persona enferma (casi siempre ya desencarnada, pero sin haberse dado cuenta de ello)."

Sin embargo, hay un gran número de los que logran salir de su propio hogar durante el sueño y van para el Umbral por afinidad, en busca de aquello que tenían en mente en el momento en que se durmieron, o bien obedeciendo a instintos y deseos inferiores que, aunque a menudo no estén explícitos durante la vigilia, están bien vivos en su mente y surgen con toda su fuerza mientras están proyectados. Esas personas, con frecuencia acaban siendo víctimas de Espíritus profundamente perturbados, ligados al Umbral, que las vampirizan y manipulan, en algunos casos llegando incluso a interferir en su vida física, creando problemas familiares, dolencias, perturbaciones psicológicas, dificultades profesionales y económicas, etc.

Ese es el caso de la muchacha drogodependiente Joana, narrado en el libro "El Trance", también del dúo Ángelo Inácio y Robson Pinheiro. Es lo que ocurre asimismo con Erasmino, en el libro "Tambores de Angola".

Vemos, así, que el Umbral, de que hablan André Luiz y tantos otros autores encarnados y desencarnados, está más cercano a nosotros, los encarnados, de lo que muchos nos imaginamos. Y, lo que es más importante, somos nosotros mismos quienes ayudamos a mantener ese mundo denso, con nuestros pensamientos y sentimientos menos elevados. Somos nosotros quienes damos a los Espíritus perturbados, ligados a esa franja vibratoria, gran parte de la materia prima de que se valen para sostener su mundo de tinieblas y sufrimiento.

El Umbral está en todas partes y en parte alguna, ya que está dentro de quien lo crea para sí mismo, y acompaña a su creador a donde quiera que vaya.

Cada vez que nos dejamos llevar por impulsos de ira, agresividad, codicia, envidia, celos, egoísmo, orgullo, arrogancia, pereza, estamos accediendo a una franja más densa de ese Umbral. Cada vez que juzgamos, criticamos o condenamos a los demás, estamos revistiéndonos energéticamente de emanaciones típicas del Umbral. Cada vez que deseamos el mal a alguien, que nos deprimimos, que nos rebelamos o entristecemos, creamos un portal automático de comunicación con el Umbral. Cada vez que nos entregamos a los vicios, a la explotación de los demás, a los deseos de venganza, a los prejuicios, creamos vínculos con mentes que vibran en esa misma franja enfermiza y están sintonizadas con el Umbral.

El Umbral solo existe porque nosotros mismos lo creamos, y solo continuará existiendo mientras nosotros mismos insistamos en mantenerlo con nuestros desequilibrios.

Por eso Jesús nos aconseja vigilar y orar, indicando que, para tener paz de espíritu y equilibrio, es preciso estar siempre atentos a nuestros propios impulsos, y vinculados a mentes iluminadas que puedan inspirarnos sentimientos y pensamientos elevados.

El Umbral también es nuestro, forma parte de nuestro mundo, y no podemos renegar de él o simplemente desconocerlo. Al igual que tampoco podemos fingir que no tenemos nada que ver con él. Allí están también algunas de nuestras propias creaciones mentales, de nuestros sentimientos inferiores, de nuestros pensamientos más densos. Y allí viven Espíritus divinos como nosotros, temporalmente desviados del camino de luz en que habían sido puestos por Dios.

Por eso es importante que no contemplemos el Umbral como un lugar que ha de evitarse o un concepto que no se debe comentar, sino como desequilibrio espiritual temporal de Espíritus como nosotros que, a menudo, solo necesitan un poco de atención y orientación para recuperarse y volver al sano curso de sus vidas.

Es común encontrar médiums y adoctrinadores que tienen miedo o aversión al trabajo con Espíritus del Umbral, evitando atenderlos, ignorándolos fríamente o tratándolos como criminales sin salvación que no merecen compasión ni respeto alguno. Estas personas olvidan uno de los preceptos básicos de la espiritualidad: la caridad.

Es preciso extender la mano espiritual a estas entidades, a fin de que puedan salir de esa sintonía y colaborar también en el trabajo gigantesco de rescate a llevar a cabo en las regiones umbralinas. Aparte de retirar Espíritus de esa sintonía, los trabajos de desobsesión y orientación a desencarnados por parte de grupos mediúmnicos bien orientados, equilibrados, libres de prejuicios, prestan un gran servicio a la propia humanidad terrena, en la medida en que recuperan a muchos obsesores y acosadores que viven allí y se ocupan de perseguir a Espíritus encarnados.
Independientemente de eso, todos nosotros podemos contribuir individualmente en el mejoramiento de toda la humanidad, encarnada y desencarnada, incluso la del Umbral, emitiendo pensamientos de luz, amor, paz y armonía por todo el planeta y cuanto en él existe. Tal como contribuimos para la existencia del Umbral, podemos contribuir para reducir el sufrimiento que hay en él, así como la influencia negativa que ejerce sobre los encarnados.Los habitantes del Umbral no son nuestros enemigos, sino Espíritus que necesitan comprensión y ayuda. No son irrecuperables, sino que han perdido el rumbo del crecimiento espiritual. No están abandonados por Dios, pero como no lo saben, renuncian a buscar orientación. No son diferentes de nosotros, sino tan semejantes que viven a nuestro lado, todos los días, observando nuestros actos, analizando nuestros pensamientos, vigilando nuestros sentimientos, prestando atención a nuestras actitudes.

Y, si no queremos ir al Umbral por afinidad, ocupémonos de convertirnos en seres humanos mejores, más dignos, más éticos, las 24 horas del día. Así, nuestro paso por el Umbral será siempre en la condición de quienes llevan ayuda sin miedo, sin prejuicio y sin sufrimiento, y no de quienes necesitan ayuda para superar sus propios miedos, prejuicios y dolores.

Artículo originalmente escrito para la revista Espiritismo y Ciencia, de la Editora Mythos, publicado en la edición 16 - Año 2


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