Un nuevo atajo para un viejo camino
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 10/10/2011 16:45:14
por Bernardino Nilton Nascimento - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
En este momento, en que la humanidad está repleta de dudas acerca de dogmas y religiones, y que las profecías estallan en nuestra mente, tomamos conciencia, de forma general, de nuestro futuro terrestre. Tenemos que asegurar nuestras necesidades inmediatas, lo cual es una fuerte razón para no dejarnos llevar por una discusión política, religiosa, profética o incluso científica, por más claras que sean, para poder determinar el camino que debemos seguir aquí en la Tierra.
Hay una certeza, asentada en sólidas razones experimentales, de que el camino por el cual avanza la humanidad no la conduce a la muerte, sino que le abre la puerta de la vida, la posibilidad de que el ser humano imprima una dirección y se fije en la ley única de la salvación de la especie, que es el amor a sí mismo y al prójimo. Una nueva visión ha de venir del corazón de cada uno de nosotros. Ya hemos sufrido grandes catástrofes, y eso hace necesario imprimir un nuevo método de vida. Hemos avanzado mucho en tecnología, pero poco se ha hecho en relación a nuestra felicidad y a la del prójimo.
Cada uno de nosotros somos testigos del adelanto tecnológico, y de que andamos a pasos lentos hacia una sociedad mucho más humana, solidaria, cariñosa y atenta a nuestro hermano.
La gran historia de la Tierra ha de inspirarnos para tener confianza en el futuro, pues nos muestra una seguridad imperturbable, una fuerza poderosa e irresistible con que el mundo ha buscado el camino hacia el desarrollo de formas vitales siempre más perfectas. Es simplemente impensable que algo tan fuerte y tan grandioso pueda hacer desaparecer, en sombría autodestrucción, la compasión y el amor por la vida. La vida en la Tierra es un emprendimiento extremadamente importante y, ciertamente, todavía estamos en el inicio de una gran evolución personal y espiritual.
En este camino, en este atajo del amor al prójimo, enseñado por el gran maestro Jesús y con conocimientos múltiples de los grandes maestros de la antigüedad, se hace necesario adquirir una fuerza de convencimiento mucho mayor.
La nueva fase del progreso de la humanidad, de la mecanización, del conocimiento científico y del dominio de la técnica, de la unidad del pensamiento y de la acción, fase que se desarrolla ante nuestros ojos y por medio de nuestras manos, que nos constriñe y nos angustia, no es otra cosa más que una especie de complejo colectivo. Es únicamente la continuación auténtica del antiguo proceso de evolución. Toda evolución, todo camino, ha sido dirigido por la formación de una unidad siempre compleja. Lo que vivimos ahora es el espejo de nuestros pensamientos reflejados en nuestro inconsciente colectivo. En los síntomas angustiosos de nuestros momentos presentes, podemos reconocer que ha faltado cierta gratitud al regalo divino de traernos a la Tierra a fin de que encontrásemos un atajo para el camino de la evolución plena del ser.
Ahora bien, es imposible dudar del sentido y de la fuerza de la vida en la evolución. Para mí, fuimos producidos por el amor en evolución. Dudar del sentido de la evolución es dudar del sentido de nuestra existencia. El aumento de la búsqueda de conocimiento de nuestro interior, para extraer la curación y retomar nuestro camino, requiere dedicación. Meditamos sobre el atajo de la evolución, teniendo como guía principal el amor. El despertar del espíritu es de valor incontestable para nuestro crecimiento. Si la socialización en que vivimos es una prolongación real del antiguo proceso de equilibrio del mundo alrededor de sí mismo, no podemos dudar del valor positivo de ese equilibrio, y de su marcha hacia una realización y una vida superior.
Consideremos las cosas de manera diferente. La historia de la vida en la Tierra, la historia de millones de años y de incontables esfuerzos, nos parece que de hecho ha sido una historia dirigida, un camino trazado de antemano. Ella ha logrado producir formas de vida siempre positivas, hacia lo alto, que han iluminado al ser humano por sus manifestaciones individuales siempre humanas y conscientes. El desarrollo actual de la humanidad, condicionado y proporcionado a medida de la fidelidad a la gran línea de la Historia, posee igualmente una destinación amorosa.
Ese desarrollo nos encaminará a un atajo que dará a la humanidad su realización y el placer de vivir en su plenitud de alegría y bienestar, unida a la madre Tierra, al espíritu y al semejante.
BNN
