Vuelo 3840
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 02/09/2020 15:41:50
Autor Tom Coelho
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Traducción de Teresa
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"Dominar el miedo es el inicio de la sabiduría".
(Bertrand Russell)
El episodio sucede en el aeropuerto de Confins, en Belo Horizonte. Voy de camino hacia Palmas, capital de Tocantins, con escala en Brasilia. Los altavoces anuncian el embarque. Como de costumbre, soy uno de los últimos en caminar hacia el puente que da acceso a la aeronave - procuro alejarme de las colas, cualesquiera que fuesen, porque me hacen sentir faltando al respeto en el empleo del tiempo.
He aquí que surgen en el horizonte, algo apresuradas, las figuras de madre e hijo. El chaval, contando no más de diez años de edad, presenta a la despachante su tarjeta de embarque. La suya y la de su madre. Su semblante denota un aire de expectativa, quizá hasta de falta de alegría.
Cuando nos acercamos a la puerta del avión, oigo al joven decir a su atenta compañía:
- Madre, tengo miedo.
En ese instante comprendo el por qué de cada marca de expresión que contorna su rostro. Se trata de su primer vuelo, una experiencia única, casi un rito de paso.
Nuestras primeras experiencias son todas muy peculiares. Algunas frustrantes, otras insípidas, la mayoría inolvidables. El primer diente que cae, la primera discusión, el primer beso. El primer aprobado en una Selectividad, con derecho a cara pintada y cabellos podados. El primer trabajo remunerado y el primer dinero ganado a partir del propio esfuerzo.
Rubem Alves dijo en una de sus crónicas: "El placer es único, no se repite. La alegría se repite siempre. Basta recordar". De hecho, la sonrisa viene a mis labios cuando me remito a la memoria de momentos especiales que he podido vivir.
Es curioso cómo deseamos muchas cosas y luchamos por lograrlas, descuidándolas a continuación. Hago una analogía con los niños que pasan todo un año insistiendo en determinado juguete como regalo de cumpleaños, abandonándolo al cabo de una hora de diversión. Tenemos dificultades para dar aprecio a nuestros logros.
Yo también tuve, claro está, mi primer vuelo. Recuerdo cuán impresionado quedé con la arquitectura del aeropuerto, con la ingeniería de la aeronave, con la eficiencia del servicio, con el escenario vislumbrado a través de la ventanilla. Hoy, pululando de uno a otro avión, lo que era admirable se ha vuelto corriente. Una compañía aérea no me vende transporte, seguridad o servicio de a bordo. Lo que yo le compro es ahorro de tiempo.
La suerte me ha negado el privilegio de sentarme cerca del joven viajero para acompañar su ansiedad en el despegue o su angustia durante el aterrizaje. La última imagen que registré fue la de su madre, máquina en puño, fotografiándolo en la puerta de la cabina de comando. Y su sonrisa contagiosa como declarando al mundo la superación de una fase más de su crecimiento: ahora, él también puede volar.
Quisiera yo que todas las sonrisas fuesen expresivas como aquella. Y que todos nuestros miedos pudiesen ser como el que él sintió al acercarse al avión: miedo que desafía, pero no paraliza; miedo que se enfrenta y se supera.
* Tom Coelho es educador, conferencista en gestión de personas y negocios, escritor con artículos publicados en 17 países y autor de nueve libros.
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