No dejes que las palabras ahoguen tus intenciones.
Cuida tu precioso instrumento de progreso – Tu Cuerpo.
Y para ello emplea la tranquilidad de la madurez. Del conocimiento de la dinámica de la Vida.
¡De tu Vida!
Trata con cariño tus indecisiones o incertidumbres.
No te exijas tanto.
La vida requiere construcción. Y como tal, crecemos despacio, pero sin cesar.
Y en ese proceso no silencies Tu Voz.
Grita. Atrévete. Muévete.
Pero no te pierdas en el laberinto del silencio de los días.
Tú llevas dentro de ti, en cada célula, la Luz de la Creación de los Mundos.
La sabiduría de las estrellas.
Tú formas parte de la Primera Luz.
Acuérdate de tu Origen.
¡Recupérate!
Respira hondo y sigue con tu preciosa sonrisa, la de quien ya ha vencido muchas batallas.
De quien empieza a ver las montañas desde su cumbre más alta.
¡Ámate!
Sigue en Paz.
Con gratitud.
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