Ud. ya debe haber oído, alguna vez, aquella historia de la gallina y del cerdo que cuenta sobre la diferencia entre estar involucrado y estar comprometido. O sea, la gallina está involucrada en un omelet porque cede su huevo, parte de si misma para que el omelet se haga; y el puerco está comprometido en un asado porque se da entero, pierde su vida para que el plato se haga.
Partiendo de este principio, piense: Ud. está involucrado o comprometido con su relación? Obviamente, no estoy hablando de perder su vida al comprometerse, pero de conseguir tener noción, antes que nada, de la diferencia de comportamiento entre quien se involucra y quien se compromete.
Estar involucrado es darse en parte, es estar junto cuanto está bien, cuando le conviene, le es interesante, cuando Ud. no se ve convidado a superar dificultades, rever conceptos y valores, modificar sus actitudes a fin de hacer que funcione la relación.
Estar involucrado es quedarse solamente cuando Ud. no puede perder nada, no precisa abrir mano de algo que le es amado, no precisa sentirse con alguna cosa menos en función de esta relación, del otro, del amor que Ud. siente.
Estar comprometido es estar disponible enteramente, es estar dispuesto a cualquier cosa – dentro de los limites humanos, claro – para que el amor prevalezca, para que su relación sobreviva a pesar de las batallas perdidas, a pesar de tener que ejercer su compasión y colocarse en el lugar del otro, tratando de comprender sus necesidades y deseos, a fin de que la relación gane.
Estar involucrado es priorizarse a sí mismo la mayoría de las veces, teniendo en cuenta que la relación solo vale la pena si le trae ventajas. Por otro lado, estar comprometido es priorizar esa triangulación que envuelve Ud., al otro y el mundo creado a partir de esta unión. Es saber que no siempre las ventajas son personales. Muchas veces, es preciso abrir mano de su opinión, de su deseo y de su tiempo para que la relación crezca, se fortifique y se vuelva más sólida la vida en común.
Tal vez eso no se parezca mucho al romance, amor-perfecto o cuento de hadas, donde todo parece ser siempre ganancias, ventajas y beneficios. En tanto, relacionarse es una cuestión de elección, objetivo y sentimiento. El amor hace que las perdidas se transformen en ganancias, que el hecho de que Ud. ceda lo transforme en más fuerte y no en más frágil.
Hay gente que acostumbra decir que vivir con el ser amado es dividir con él su vida. Yo prefiero la palabra “compartir”. Dividir parece decir quedarse apenas con la mitad de lo que Ud. era antes, porque da al otro la mitad restante; en cuanto que compartir significa quedar con lo que Ud. ya era y aún poder gozar de lo que el otro es, ganar la esencia de él en el intento de aprender, de reconocer en él cualidades que Ud. no tenía, pero que puede asimilar y pasar a tener.
En cuanto a los defectos, que los dos ciertamente tienen, Ud. puede reconocer los suyos a través del otro, de los comentarios y pedidos de él; y también puede ayudar a su amado a evolucionar con sus pedidos y percepciones.
En fin, compartir vidas de forma comprometida es volverse más, mejor, más entero. Es dar lo mejor de sí y reconocer que no hay garantías, no hay certezas, no hay un “para siempre”, nunca! Por eso mismo, amar comprometidamente es una decisión diaria, es un ejercicio que exige disciplina y continuidad. No hay amor ganado, no hay corazón conquistado... hay solamente la decisión personal y particular de recomenzarlo todos los días.
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Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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