Ya hemos percibido que la represión de las emociones, cualesquiera que sean, es extremadamente dañina para el organismo y debemos evitarla. Las mujeres en general, acaban por expresar mucho más lo que sienten, mientras que los hombres no, a causa de la educación que instituye que un hombre no llora, y que a menudo les hace reprimir mucho más lo que sienten. Un hombre de negocios, un político, o tu marido, debe ser puramente racional, frío, insensible y calculador ¿cierto? ¡Equivocado! Lo que hoy más buscan las mujeres en un compañero es la sensibilidad, alguien que no solo comprenda sus sentimientos, sino que también se permita sentir y principalmente demostrar lo que siente. Como dice la canción de Gonzaguinha: Un hombre también llora, niña morena, también desea mimos, palabras tiernas, necesita cariño, necesita de un abrazo, de la propia dulzura. Hombres, mujeres, todos debemos aprender a expresar de alguna forma nuestras emociones, ya sea verbalizándolas o incluso escribiéndolas; lo que no podemos hacer es reprimirlas, como si no las sintiésemos. Pero ¿qué tiene todo esto que ver con las enfermedades? ¡Todo! Pues las personas que expresan sus verdaderos sentimientos no tienden a somatizar en el cuerpo lo que sienten, y de ese modo no van sumando insatisfacciones que pueden originar un sinfín de altercados. así, esperamos tener relaciones más sanas, no solo con los demás, sino principalmente con nosotros mismos y las enfermedades pueden reducirse mucho. En la mayoría de las familias se imponen reglas que nos inducen y condicionan a reprimir la expresión de lo que sentimos, lo cual no es nada saludable.
Por ejemplo, el llanto es una de las maneras que tenemos para expresar nuestros sentimientos y su represión puede tener relación con el asma.
Algunas investigaciones ponen de manifiesto que la mayoría de las personas que padecen asma tienen gran dificultad en llorar. Como si la crisis de asma sustituyese el llanto reprimido; y las crisis generalmente cesan cuando la persona consigue extravasar sus sentimientos por medio del llanto. Lo mismo se dice también de la sinusitis, como si fuese un llorar hacia dentro.
Llorar, cuando posible, es uno de los más eficaces medios que tenemos para restablecer nuestro equilibrio interior, sacudido por la tristeza, dolor, ira e incluso por la alegría y el amor. ¿Cuántas veces, tras haber llorado, nos sentimos más leves? Incluso hay una expresión popular: He lavado el alma después de una crisis compulsiva de llanto. Pero ¿por qué para algunas personas es tan difícil permitirse llorar? ¿Qué es lo que nos enseñan desde muy pronto? Que no debemos llorar, que debemos tragarnos el llanto. Cuando un niño cae y se hace daño, o desobedece, la mayor preocupación de los padres no es lo ocurrido en sí, sino que deje de llorar. Como si el hecho de dejar de llorar significase la desaparición del sentir que ha motivado el llanto. Cuando crecemos, ya seamos hombres o mujeres, sabemos que no debemos llorar, como si esto fuese un signo de debilidad, o lo hacemos a escondidas, en el silencio de nuestro cuarto, al fin y al cabo llorar es cosa de niños. Es preciso recordar que ser débil no es llorar, y sí no permitirse sentir.
Para retener el llanto contraemos los músculos del pecho, hombros y garganta, impidiendo los sollozos. Apretamos los labios, para que no caigan, en la expresión típica de llorar. Además sujetamos las cejas hacia arriba, porque empezaremos a llorar si vienen hacia abajo. Para contener las lágrimas absorbemos toda esa energía negativa en contracciones musculares que determinan la represión emocional. Esas contracciones musculares también se verifican en los vasos sanguíneos, estómago, intestinos, etc., causando los más diversos síntomas; o sea, la tensión que se siente por la situación acaba acentuándose a causa de más tensión generada por la represión.
La razón por la cual el llanto es beneficioso resulta de la descarga muscular que provoca, soltando toda la tensión del cuerpo. Y recuérdese que la tensión es una de las fases del proceso de enfermar. Si podemos eliminar esa tensión con nuestras lágrimas ¿por qué hemos de reprimirla? Si hay un sentimiento, sea cual fuere, en nada nos beneficia reprimir su expresión. Pero si no debemos reprimir nuestras emociones ¿cómo proceder frente a otras emociones, como la ira? Golpear a la persona que te ha hecho sentirte airado no servirá de nada, pero podemos golpear un cojín, una almohada, gritar en el cuarto cerrado o dentro del coche, o hacer una actividad física, en la cual toda energía reprimida pueda ser liberada.
A diferencia de los animales, disponemos de otra forma de expresar lo que sentimos: las palabras. La tristeza compartida, el dolor revelado, reduce las tensiones generadas por las pérdidas y las angustias. Y ¿por qué nos negamos a expresar con palabras lo que sentimos? Frecuentemente por miedo a demostrar inseguridad, a ser juzgados, o porque nos falta alguien en quien confiar.
Las personas que soportan sus dolores en soledad enferman con mayor frecuencia y de manera más grave que aquellas que verbalizan sus emociones y dolores. Pero la importancia y el beneficio de verbalizar lo que sentimos no debe limitarse únicamente a la tristeza y el dolor, sino además a las cosas buenas que nos suceden. Sin embargo, algunas personas, quizá la mayoría, tienen gran dificultad para expresarse emocionalmente, para reaccionar con afecto. Tanto que tenemos la alexitimia: del griego: alexo = alejar, expulsar, y tymos = alma, deseo; literalmente, alejamiento del deseo o del alma. La alexitimia caracteriza un trastorno afectivo por la incapacidad de identificar y expresar sentimientos. Sin embargo, no hay que confundir ese trastorno con no ser capaz de expresar lo que se siente como mecanismo de defensa. A menudo, cuando alguien ha sido muy criticado o no ha recibido atención a sus sentimientos cuando niño, de adulto podría repetir ese proceder consigo mismo. Por eso los sentimientos deben ser siempre respetados, con independencia de la edad.
La incapacidad para comunicar pensamientos y sentimientos con palabras hace que hablemos con el lenguaje de los órganos, o sea, enfermar de determinado órgano es la forma inconsciente de manifestar nuestro sufrimiento, por no ser capaces de hacerlo de otra manera, creando en nuestro interior verdaderas cárceles emocionales; por eso la incapacidad de expresar las emociones es un factor importante en el origen de las enfermedades y debemos aprender, o reaprender, a hablar, a llorar, en fin, a sentir, y sobre todo, a expresar lo que sentimos. Piensa en esto antes de tragar tu llanto o hacer como si nada sintieses.
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores. Visite seu Site e minha Fan page no Facebook. Email: [email protected] Visite o Site do Autor