He venido subrayando que la tensión psicológica acumulada y, principalmente, nuestra manera de reaccionar en determinadas situaciones, pueden originar enfermedades psicosomáticas. Una fuente constante de tensiones para la mayoría de las personas es el trabajo, pues en él se pone a prueba nuestra capacidad profesional y frecuentemente la personal. Cuando no conseguimos obtener reconocimiento profesional dudamos de nuestra propia capacidad como persona.
Independientemente del cargo, ejecutivos, autónomos, consultores, comerciantes, colaboradores, funcionarios públicos, profesores, profesionales liberales, músicos, actores, obreros, entre otros; cada uno con sus peculiaridades y diferencias, dependiendo de su manera de lidiar con las dificultades que se le presentan, puede resultar dañado en su salud. La tensión puede ser resultado de algunas situaciones específicas, cuando a la persona:
- se le encargan tareas muy por encima de su capacidad profesional;
- se le exigen excesivamente ciertos resultados o ella misma se los exige;
- se le encarga un trabajo muy por debajo de su capacidad;
- no le gusta lo que hace.
No podemos negar que todos esos factores provocan tensión. Todos sabemos que hay factores externos de estrés, como la política, las exigencias y requerimientos sociales, la competición; no obstante, la más importante fuente de tensión es nuestra condición interior, que da origen a otro aspecto del estrés: la insatisfacción profesional, originada principalmente cuando a uno no le gusta lo que hace y cuando por ello no obtiene la recompensa y reconocimiento que cree merecer, ya sea en retribuciones económicas, en prestigio y poder, o los tres en conjunto. Lamentablemente, a la gran mayoría de la gente no le gusta lo que hace, y así el trabajo se convierte en una tortura y los lunes en un tormento que ya comienza el domingo por la noche, a menudo con fuertes dolores de cabeza o algún otro malestar físico. Esto ocurre por lo regular cuando en la elección de profesión se tuvo en cuenta mucho más el agradar a otros que a uno mismo, sin permitirnos buscar aquello que realmente nos gusta. ¿Alguna vez te has preguntado si estás feliz en lo que haces? ¿Qué te ha llevado a elegir tu actual profesión? ¿Has valorado la posibilidad de hacer algo diferente? ¿El qué? ¿Alguna vez has puesto en relación tus problemas de salud con tu actividad profesional? Piensa sobre eso.
Desgraciadamente, muchas personas no asocian sus síntomas físicos con los problemas en el trabajo, pese a que andan constantemente recorriendo consultorios médicos. La insatisfacción puede servir como señal de que hay algo que no está marchando bien, al igual que los síntomas constantes y recurrentes: dolor de cabeza, dolores musculares, dolores de estómago, trastornos dermatológicos, que son las señales más corrientes. También son frecuentes los casos de alcoholismo e hipertensión en función del estrés en el ambiente de trabajo.
Cuando la responsabilidad sobrepasa la capacitación profesional, es nuestra reputación lo que está en juego. El miedo a equivocarse, la exigencia de cumplimiento de plazos rígidos, trabajar en algo muy por debajo de la capacidad, pueden ser fuentes constantes de preocupación y tensión, así como cualquier miedo frente a una situación en que no sentimos confianza. Ciertamente trabajar en lo que no gusta es la mayor fuente de insatisfacción, pues demuestra que la persona no cree en su capacidad. Y que puede ser agravado cuando la persona es insegura no solo en el campo profesional, sino mucho más en su vida personal, reflejándose en todas las otras áreas.
Trabajar en turnos como los enfermeros, médicos, guardias, vigías, y otras muchas funciones, visto que hoy se atiende cada vez más durante las 24 horas, también puede agravar el estado de salud. Por lo regular padecen problemas en funciones orgánicas normalmente sujetas a horarios: sueño, apetito, mayor vulnerabilidad a resfriados, dolores de cabeza, úlceras y artritis. A esto se añaden las dificultades emocionales, ya que raramente hay tiempo disponible para conversar, reflexionar, estar con la familia, pues siempre que hay un tiempo libre, prefieren descansar.
Mientras que el trabajo puede generar tensiones, la falta de él puede afectar aún más íntimamente. Esto ocurre en situaciones de desempleo o en función del tiempo libre adquirido con la jubilación. La insatisfacción puede sobrevenir por la necesidad que todo ser humano tiene de sentirse útil y capaz para producir algo y de obtener reconocimiento por lo que hace.
Si estás enfrentando insatisfacciones en el trabajo, si vas a trabajar contrariado, recapacita sobre tus valores, sobre los motivos que te hacen continuar en esa actividad, piensa en otras alternativas, en algo que te proporcione placer, aunque sea un hobby. La insatisfacción con el trabajo puede tener como causa a una persona insatisfecha consigo misma, que no cree en su capacidad para cambiar y hacer lo que le gusta. Claro, hay situaciones en que de momento la persona no está en condiciones de buscar ese cambio para hacer aquello que le gusta, pero debe permanecer atenta y buscar cualquier actividad que le dé placer para compensar su insatisfacción. El trabajo debe ser fuente de gozo y no de sufrimiento, aunque algunas personas se den cuenta de ello demasiado tarde, a menudo en un lecho de hospital.
Que no nos guste lo que hacemos puede ser causa de muchas dolencias; al igual que trabajar en exceso, tema de la próxima semana.
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores. Visite seu Site e minha Fan page no Facebook. Email: [email protected] Visite o Site do Autor