La vida hoy nos lleva siempre a tener la nítida sensación de que hemos hecho poco, de que los días vuelan y nunca tenemos tiempo para hacer lo que de veras nos da placer. El bombardeo de informaciones nos asalta a cada momento y por más que nos sintamos en onda con el mundo siempre tenemos la impresión de que nos queda algo sin hacer. Esa correría intensa no nos permite percibir que a menudo vamos por un camino equivocado.
Sin embargo, hay otro ángulo de esta cuestión de tiempo que es preciso observar con cariño: ¿será que estamos perdiendo el tiempo en cosas que no nos van a aportar nada bueno? El hecho de estar completamente inseridos en una situación no nos permite asumir la posición del observador, y una pequeña parada para reflexión puede hacernos llegar a la conclusión de que estamos perdiendo el tiempo con cosas que no habrán de aportarnos nada.
Una de las principales causas de la falta de energía y del cansancio es el disgusto y la tristeza.
Perdemos el tiempo en aquel empleo que en nada nos satisface y no nos hace progresar, perdemos tiempo en aquella relación enfermiza que solo nos derrumba, perdemos tiempo intentando modificar a los demás en vano, perdemos tiempo llorando y lamentando situaciones que han dejado de formar parte de nuestra vida y, después de todo eso, lo único que obtenemos es una enorme falta de energía y de motivación por la vida.
La pérdida de tiempo está asociada con la tendencia a permanecer en el estado en que nos encontramos, o sea, si la situación me incomoda y nada hago para cambiarla, estoy perdiendo tiempo. ¡Dios mío! Qué dura esa realidad que puede en determinados momentos formar parte de la vida de todos nosotros, pues somos seres humanos en continuo aprendizaje.
Serás más feliz el día en que pases a cuidar mejor de ti mismo, y como consecuencia de ello, las otras personas se sentirán mejor en tu compañía. Cuidar mejor de ti mismo significa analizar tu vida hoy e intentar mejorarla. En este momento, puedes decir que es imposible cambiarlo todo o también que hay situaciones que no pueden ser modificadas de inmediato. Estoy plenamente de acuerdo con ello, pero la actitud inicial ya te traerá un sabor de conquista; empieza por el primer paso, cuida de ti. A veces, aquel empleo que no te gusta, y al cual no consigues adaptarte, no es tan malo como parece. Tu relación puede estar desgastada en función de tantas exigencias como te haces a ti misma, muchas de ellas sin fundamento. Dando este primer paso es bien probable que llegues a la conclusión de que determinada situación que te incomoda, que no te hace bien y te disgusta, debe dejar de formar parte de tu vida.
El equilibrio personal nos aporta discernimiento y con él percibimos que el sufrimiento personal proviene de la diferencia entre lo que está ocurriendo y lo que me parece que debería ocurrir. Y, en ese momento, nuestra decisión se hace importante en el sentido de que dejemos de perder tiempo en la vida.
Hay dos emociones básicas presentes en la vida de todos nosotros: una es el amor y la otra, el miedo; la presencia de una representa la falta de la otra. Quien ama confía y quien confía se entrega a un mañana siempre mejor que el hoy, completamente libre de las vibraciones negativas que van asociadas al miedo. Otro error muy frecuente que cometemos es poner a los demás por delante y a nosotros por último. La solución está en equilibrar nuestros deseos, sentimientos e intereses con los de los demás.
En las relaciones, podemos tener necesidades satisfechas, como: cariño, atención, romance y deseo… Pero no verse feliz… esto te incumbe a ti.
Solo cuando dejamos de hacer lo que en nada nos hace adelantar, las cosas mejoran.
Nuestra actitud mental origina más fatiga que el propio esfuerzo físico.
Hace algún tiempo atendí a una linda muchacha que salía con un chico que padecía trastorno bipolar, padecimiento caracterizado por la variación extrema del humor, en el cual hay fases intensas de hiperactividad física y mental, entremezcladas con depresión, inhibición, lentitud para concebir y realizar ideas y ansiedad o tristeza. En la fase extrema negativa, por cualquier motivo sin ningún fundamento, él la agredía con palabras y la ponía como un ser despreciable. A continuación, venía el completo aislamiento por parte de él.
Pasada esa fase conductual complicada, él iba a buscarla como si nada hubiese sucedido y la hacía sentirse la persona más importante del mundo. Ella, entonces, pasaba por alto lo ocurrido. Pero las crisis se hicieron más frecuentes e intensas. Así, ella acudió a mí considerando que había algo equivocado en ella.
Hice, entonces, un análisis completo de sus frecuencias energéticas con la Mesa Radiónica y verifiqué los posibles bloqueos; descubrí que su padre era un hombre débil y vicioso del alcohol y su madre había pasado toda su vida cuidando de él en vano. Por una repetición de conducta, a lo largo del tiempo y sin darse cuenta, ella estaba adquiriendo el mismo patrón para su vida. Atendimos, entonces, intensamente, su autoestima y seguridad personal, demostrando claramente que ella no necesitaba ese patrón vibracional en su vida. Concluido el tratamiento, ella se sentía más fuerte y segura. De esa manera, en la primera crisis que tuvo su novio, ella se mantuvo firme y distante, reconociendo la enfermedad que él tenía, y le sugirió que si de hecho deseaba continuar con ella, tendría que buscar ayuda profesional. Fue la primera vez en seis años que ella había logrado tomar posición.
Hoy el novio sigue tratamiento, y tiene su enfermedad bajo control; ella se siente feliz y realizada, consciente de que no era capaz de tomar posición antes por temor a perderlo… Pero a partir del momento en que empezó a colocarse en primer plano, y a cuidarse mediante la Mesa Radiónica, su vida se modificó por completo.
¡Cuánto tiempo perdido!!!