Nosotros, los psicoterapeutas, trabajando con Terapias de Reforma Íntima y de Liberación del comando del ego, escuchando las historias de vida y las infancias de las personas en nuestro consultorio, historias entreveradas de amargura, sentimiento de rechazo, disgusto, crítica, miedo, inseguridad, etc., podemos afirmar que éstas son interpretaciones de las historias tal y como nuestra persona las creó, la visión que tuvo de ellas, cómo las leímos cuando éramos pequeños, la historia como continuamos leyéndola ya de adolescentes, adultos o viejos; son interpretaciones de nuestro ego, la manera limitada en cómo nos vemos y cómo vemos a los otros, incluyendo a nuestra familia y a las demás personas que entran o pasan por nuestra vida.
Explicándolo mejor: cada uno de nosotros, desde pequeño, aprende que es una tal persona, de una tal familia, de tal género sexual, tal color de piel, de un lugar, de un país, etc., y se pasa la vida entera creyendo en eso, principalmente porque todas las demás personas creen en eso también respecto de sí, y todos los terapeutas a que vamos, ellos también creen eso de sí mismos y entonces no tienen dudas de ello respecto de sus pacientes.
Sin embargo, lo que la casi totalidad de las personas no percibe, o mejor, no recuerda, incluso aquellos que son creyentes en la Reencarnación, es que, si pensasen en el tiempo anterior a su fecundación, dónde estaban, quiénes eran, allá arriba, en el Plano Astral, cuando no eran una persona, no eran de ninguna familia, ningún género sexual, no tenían color de piel (mejor dicho, ni siquiera tenían piel…), no eran de cierto lugar, cierto país, etc., o sea, si todos nosotros pensásemos dónde estábamos un año antes de nuestra fecundación, recordaríamos que éramos un Espíritu, en el Mundo Espiritual, en el llamado período inter-vidas, viniendo de nuestra encarnación anterior a esta, preparándonos para regresar a la Tierra, a encarnarnos nuevamente, para continuar nuestro camino consciencial de retorno a la Luz, a la Perfección, al Uno, al Todo.
Y si no éramos nada de lo que pensamos que somos, de cómo nos conocemos y nos vemos, y cómo conocemos y vemos a los otros, el razonamiento consiguiente es que estamos inmersos en aquello a que los orientales denominan Maya, la Ilusión. ¿Qué es eso? Significa que todo es real, pero es temporal, todo es verdadero, pero pasajero, parece permanente pero es no permanente. Ahora bien, si es temporal, si es pasajero, si es no permanente, entonces, no puede ser de veras real y verdadero, y entonces es, podemos decirlo, una realidad ilusoria o una ilusión aparentemente verdadera.
por WebMaster
Consulte grátis
Avaliação: 5 | Votos: 1
Sobre o autor WebMaster é o Apelido que identifica os artigos traduzidos dos Associados ao Clube STUM, bem como outros textos de conteúdo relevante. Email: [email protected] Visite o Site do Autor