Ahora más que nunca se sabe que la agresión física no es la única forma de violencia que existe. Otros tipos de acciones tanto o más devastadoras también forman parte de este macabro escenario donde la cuestión del abuso emocional es lo que impera.
Hoy día, cualquiera tiene la posibilidad de enterarse de ese difícil tema que hasta hace poquísimo tiempo ni siquiera las propias víctimas tenían claro acerca del drama en que estaban envueltas.
Hoy se sabe que innumerables personas son sometidas a las más diversas formas de abuso, sea en sus relaciones de trabajo, con familiares, parejas sentimentales y otros.
Víctimas de ese tipo de contactos suelen permanecer tensas, en constante estado de aprensión y terror, con miedo de que puedan fallar, aunque muchas veces ni al menos sepan exactamente qué es lo que podrían estar haciendo mal. Son blanco de una depreciación masiva que las más de las veces se produce de modo camuflado, lo cual dificulta la capacidad de argumentación.
Abusadores emocionales, narcisistas perversos y otros del mismo espectro familiar tienen como objetivo ejercer un liderazgo tiránico sobre el otro. Todo el tiempo se consideran como los que tienen razón en la historia, en detrimento del otro que siempre será visto como el equivocado. No hay espacio para un término medio.
Como Narciso considera feo lo que no es espejo, en esa trama jamás cabrá una mirada benevolente o empática hacia otro que no sea él mismo. El otro siempre será visto como amenaza y nada será más lógico que intentar destruirlo.
Cuando en proceso de auto-rescate, las víctimas de relaciones con narcisistas perversos inmediatamente deben buscar recuperar lo que les pertenece: identidades, vida y autoestima. Si necesario, hacer terapia, porque haciendo algo o no, si en silencio o hablando, el clima general siempre será de que algo muy equivocado está sucediendo y las víctimas serán injustamente acusadas como si fuesen eternas deudoras o culpables.
Una circunstancia terrorífica que aparentemente queda suavizada en los pequeños intervalos en que el abusador ofrece briznas de afecto que sólo sirven para confundir todavía más a las víctimas en sus propias percepciones.
Como regla general, dentro de esta trama, nada nunca será ni estará lo suficientemente bueno. Estos son únicamente fragmentos sobre el modo en cómo los narcisistas perversos, psicópatas sociales y afines, funcionan. Cuanta más convivencia íntima, peor se pone, por tanto, si estás al comienzo de una relación con tales características, evita convencerte de que un desvío de verdades y cualquier tipo de injusticia puede ser normal, no banalices evidencias. Tu identidad está en riesgo, tú estás en riesgo, tu vida está en riesgo.
Cuando el abuso es de los padres para con los hijos o incluso de figuras que representen algún tipo de autoridad o que ocupen el lugar del supuesto saber, la situación se hace aún más compleja. Los padres ocupan un lugar de saber, y en principio deberían enseñar lo que está bien y lo que está mal. Durante gran parte de la vida representan una autoridad incuestionable. Si quien ocupa ese lugar es un narcisista perverso, un psicópata, fatalmente la noción sobre la realidad objetiva queda distorsionada y lo que pasa más frecuentemente es la proyección de todo lo que es negativo sobre la criatura elegida. Los padres narcisistas no soportan hijos que aparezcan y amenacen su pretendido brillo. Elogios o cualquier gesto que los valide son usados únicamente cuando la situación amenaza con escapar al control de los abusadores y éstos corren el riesgo de perder a sus rehenes porque éstos se están haciendo más despiertos y, por tanto, con más capacidad para hacer un juicio correcto.
¡Cuanto más despiertos, mejor!
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos