La responsabilidad más grande que asumimos para con otro Espíritu en una encarnación, es traerlo del Astral a la Tierra. Y al tomar esta decisión, cada uno de nosotros debe tener en mente que, escondido detrás del rótulo "padre" y del rótulo "madre", aquél a quien llamamos "hijo" es, en realidad, un compañero de jornada, alguien que hemos traído desde allá arriba, que generalmente sabemos quién es, por conocerlo de antiguas encarnaciones... Puede ser un amigo que llega para continuar juntos la caminada o un antiguo conflicto que se ha acercado a nosotros con el objeto de que armonicemos y, con ello, crezcamos.
Ese Espíritu casi con seguridad tiene algo que ver con nosotros, estamos unidos por sentimientos superiores o inferiores. En el primer caso, tendemos a llevarnos bien; en el segundo, se hace casi inevitable el que se desencadene un conflicto, mayor o menor, entre ambos. Y en ese conflicto podemos advertir en nosotros aquello que hemos de cambiar, de eliminar, como por ejemplo, la impaciencia, la crítica, la rabia.
Los padres tienen la oportunidad de mejorar en el roce con sus hijos y de ayudar a esos Espíritus a que cumplan su misión de purificación. Los aspectos negativos de nuestros hijos pueden aumentar o disminuir desde la infancia con arreglo, principalmente a nuestra situación. Hemos de desarrollar más "amorosidad", más firmeza, más atención a ellos, más orientación positiva, dar buen ejemplo, mostrarles el camino del bien, y estar atentos a los que de negativo surja desde su interior desde pequeños. Uno de los hijos puede venir con tendencia a ser autoritario, otro a ser sumiso, uno viene con una tendencia materialista, otro, a ser "aéreo", uno es egoísta, otro desde bien pronto se inclina a bebidas alcohólicas, cigarrillos, en fin, el papel de los padres en una encarnación es de fundamental importancia para la evolución espiritual de sus hijos, en el sentido de ayudarles a crecer, eliminar sus imperfecciones.
Sin embargo raramente nos acordamos de que nuestro hijo, por detrás de su "cáscara", es un Ser rumbo a la Perfección. ¿Qué es un hijo? Detrás de ese rótulo, en aquel cuerpecito de 3 Kg., indefenso y a merced de todo, ¿no estará un viejo amigo y compañero o alguien con quien hemos tenido problemas y conflictos hace algunas encarnaciones? Puede haber sido nuestro padre o nuestra madre, puede haber sino nuestro marido o esposa, nuestro hijo o hija, etc., pero siempre se acerca a nosotros por divergencia o por afinidad. Y, principalmente, llega para crecer espiritualmente, como nosotros y todos los que aquí estamos. ¡Nunca se ha de olvidar que la finalidad única de la Reencarnación es la evolución espiritual! Aun dos Espíritus enemigos, si se encarnan cerca uno de otro, es con el fin de oportunizar la evolución de ambos, sin embargo casi inevitablemente terminan por perderse en la rabia y en la amargura y, en este caso, no alcanzan la meta que anhelaban antes de bajar.
Algunos padres me confiesan, algunas veces avergonzados, que su hijo o hija presenta desvíos de conducta, mostrando, por ejemplo, personalidad fútil, voluble, agresividad, egoísmo, racismo, delincuencia, hipersexualidad, etc., y se preguntan dónde se equivocaron en su educación, ¿qué han hecho mal para que sean así? ¿Por qué han llegado a ser de esa manera? Dentro del pilar básico de la Psicoterapia Reencarnacionista - la Personalidad Congénita - yo les digo a los padres que sus hijos ya poseían, al reencarnar, esas características de personalidad que se están evidenciando. ¿Qué pudo haber entre ambas partes en encarnaciones pasadas? ¿Por qué están próximos? Observamos frecuentemente que si un hijo muestra tendencia agresiva, el padre o la madre también muestran esa característica, por ello siempre hemos de reflexionar sobre lo que pueda haber pasado antes entre ellos en otras épocas, con rótulos diferentes... ¿Cómo pudieron haber sido las cosas en una vida pasada cuando el actual hijo era el padre y el padre de hoy era el hijo? Un padre o una madre con características de agresividad y violencia, siempre deben cuestionarse qué le han podido hacer al Espíritu que hoy es su hijo, en encarnaciones pasadas... La ley del retorno es infalible. Pero dentro de la terapia, en el aqui-y-ahora, hemos de estudiar bien las relaciones familiares, en la infancia y actualmente, de los padres entre si, con los hijos, analizar lo que han practicado los padres, o practican, las conductas equivocadas e inadecuadas, desde la gestación hasta hoy. Aspectos como agresividad, rechazo, abandono, falta de buen ejemplo, falta de diálogo, etc., ya que las características negativas congénitas de nuestros hijos, principalmente los problemáticos, empeoran con esos disparadores. Y por el contrario, tienden a mejorar con el amor, el cariño, la atención de los padres y de las demás personas allegadas, aunque por lo regular hacia la mitad de la encarnación, hacia los 30 ó 40 años, se manifiesta la gran crisis de conciencia, oportunizando el cambio. Sin embargo, a veces esto no sucede y entonces se queda todo para la próxima...¡Nosotros, padres, nunca debemos dar mal ejemplo! ¿Cómo vamos a querer cambiar una personalidad agresiva de un hijo, agrediéndole, pegándole? ¿Cómo vamos a ayudar a un hijo triste, desanimado, con un modo de ser deprimido, perezoso, desmotivado? ¿Cómo hemos de querer que un hijo sea caritativo y espiritualizado, en un ambiente egoísta, superficial, materialista?
He visto ya muchas veces, en regresión, que un comportamiento delincuente, marginal, una tendencia a actos antisociales y hasta criminales conserva el patrón practicado por aquel Espíritu en las últimas encarnaciones... y justamente la finalidad de esta nueva encarnación es buscar la mejora de estas cuestiones. En algún momento, durante la infancia o la adolescencia, se revelarán y tanto la Psicología como la Psiquiatría tradicionales comenzarán una búsqueda desesperada en el "inicio" de la vida, en la personalidad de los padres, en el ambiente familiar, en las relaciones familiares, etc. para encontrar la "causa" de tales conductas. La "causa" es la Personalidad Congénita del Espíritu, mientras que los factores externos pueden constituirse en agravantes o curadores, y evidentemente las acciones de padres y familiares serán decisivas para comenzar a mejorar las tendencias congénitas o mantenerlas... o empeorarlas.
No obstante el deber que tenemos de tratar muy bien a nuestros hijos, con respeto, con amor, desde el útero y tras su nacimiento, durante su estancia a nuestro lado, muchos padres, cobardemente, les pegan, gritan, insultan, ofenden, maltratan, tratan ásperamente, con lo cual en verdad delatan sus propias imperfecciones y defectos, que también ellos mismos necesitan curar... Cada ser humano hace brotar en el otro las características internas, negativas o positivas, y así, podemos reforzar aquello que nuestro prójimo tiene de negativo, con nuestras propias negatividades, o bien ayudar a curar sus imperfecciones, haciendo que aflore lo que tienen de positivo.
El amor de los padres es la gran palanca para ayudar a curar los aspectos negativos del ser que han traído del Astral, y en su actitud y postura, con su hijo o hija, sean como fueren, los padres podrán colaborar intensamente para que aquel Espíritu reencarnante pueda realmente aprovechar este paso terrenal.
Aunque estas nociones de vidas pasadas sobre las relaciones entre padres e hijos sean objeto de estudio en las religiones reencarnacionistas, ahora, con la Psicoterapia Reencarnacionista, comienzan a ser analizadas desde un punto de vista psicoterapéutico. Entonces, a los padres que están leyendo este texto, que piensan que se han equivocado con su hijo(a), el que crea que hasta ahora ha dado poco, que pase a dar doble para compensar, el que ha pegado o ha agredido, que empiece a alisar, a acariciar. Siempre es tiempo de revisar lo que hicimos mal.
Ser padre o madre es una gran prueba, ya que en ella podemos demostrar si somos realmente capaces de amar, o no. En la práctica es donde nos demostraremos a nosotros mismos quiénes somos, y un hijo "problemático" muchas veces está ahí, entre otros motivos, para ayudarnos a evolucionar, a tener más paciencia, más comprensión, más capacidad de ser generosos. Pero es preciso estar atentos para la búsqueda de su evolución espiritual y la de los demás, para tener el discernimiento necesario y percibir eso.
Evolución espiritual es la ampliación de nuestra capacidad de amar. A los que no nos molestan, a quienes admiramos, es fácil, pero ¿a quien presenta imperfecciones graves, actúa de modo equivocado, comete deslices? Una buena manera de que los padres se den cuenta de cuáles cosas deben mejorar en si mismos es fijarse en qué es lo que aparece de negativo en si cuando en contacto con un hijo "problemático". En vez de únicamente ponerse a criticarlo, procuren mirar para si mismos. Al señalarlo con el dedo, es bueno darse cuenta de que los otros dedos señalan para atrás...
Sobre o autor Mauro Kwitko é médico auto-licenciado do Conselho de Medicina para poder dedicar-se livremente ao seu trabalho como psicoterapeuta reencarnacionista. Em 1996, começou a elaborar e divulgar a Psicoterapia Reencarnacionista. É fundador e presidente da ABPR. Ministra Cursos de Formação em Psicoterapia Reencarnacionista e Regressão Terapêutica há muitos anos, tendo formado centenas de psicoterapeutas reencarnacionistas. Email: [email protected] Visite o Site do Autor