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¿Cómo lidiar con el síndrome del impostor o falso self?
por Silvia Malamud
Traducción de Teresa
[email protected]
¿Te ha pasado alguna vez haber sido elogiado, pero no verte merecedor de ello?
¿Te ha pasado sentirte como si fueses un impostor de ti mismo?
A veces, por más que hayamos construido estructuras de conocimiento, ese tipo de malestar funciona como si hubiésemos recibido una enorme zancadilla con capacidad inmediata de situarnos en la visión más negativa que podemos tener sobre nosotros mismos, sobre quiénes de verdad somos, versus quiénes hemos inventado ser para el mundo. Seria la confrontación con la evidencia de cuánto estaríamos, en todo tiempo, empeñados en mostrar al mundo un falso yo que supuestamente estaría funcionando en una versión mucho mejor que aquello que realmente somos.
Para las personas que poseen ese tipo de sensibilidad, un simple elogio, una crítica, una mirada atravesada o una alteración de humor independiente, tienen poder suficiente para tirarlas por los suelos, fuera de sus propias vidas, historias y logros personales.
Pese a haber sido aprobado en los exámenes de pos-doctorado y de estar considerado como excelente abogado y profesor, un paciente que padecía de ese mal, cierta vez reveló que, si bien había frecuentado las clases donde él supuestamente debería haber aprendido tales lecciones, sentía como si no hubiese asimilado nada, como si hubiese pasado años de cuerpo presente, pero ausente de sí mismo.
Con el tiempo y con el proceso terapéutico, fue resolviendo sus cuestiones de autoestima y conquistando efectivamente su lugar dentro de sí mismo y en el mundo. Durante algún tiempo se sirvió de una estrategia interesante cuando necesitaba exponerse en público; pocos minutos antes, escribía todo lo que había hecho y en lo que había colaborado para llegar a estar en aquel momento, en aquel lugar y en aquella posición. Con ello podía realimentar su red neurológica viciada en creerse falsa, con datos de realidad sobre su jornada. Claro que no fue solamente este ejercicio lo que lo reestructuró; el proceso terapéutico también pudo aportar otras percepciones y significados sobre sí mismo, donde él consiguió auto-rescatarse en sus jornadas de conocimiento y de logros personales.
Si frecuentemente tú te observas tenso en tus relaciones de trabajo, afectivas o en general, si eres de ese tipo que se pone a crear cuentos y más cuentos mentales sobre cuáles serían las mejores posibilidades para obtener buenos posicionamientos, pero que, a la hora de la verdad, nada de lo que haces o dices te satisface, es muy probable que estés pasando por el síndrome del impostor. En la sensación de que existe un yo exterior que a toda costa necesita mostrarse perfecto, aunque en el mundo interno tal perfección no se sostenga.
Muchos de aquellos que pasan por el silencioso malestar de considerarse impostores, intentan superar el dolor de la falsa percepción de sí mismos por medio de varias conductas estratégicas; las más de las veces trabajan más de la cuenta, en la tentativa de mostrar al mundo cuánto son buenos; y en esas acciones frenéticas, ansiosos, todavía intentan driblar a los demás para que no los descubran como falsos.
Por otra parte, algunos dejan de esforzarse o de intentar algo nuevo con miedo a fallar y ser desenmascarados. Son personas que hacen de todo para pasar como invisibles a los ojos de los demás, para no ser juzgados y examinados hasta el punto de correr el riesgo de ser descubiertos.
Otros, todavía con la sensación de ser impostores, pasan la mayor parte del tiempo bajo una fuerte tensión emocional, y como rehenes, buscan miradas de aprobación que les confirmen a sí mismos que son reales. Una tortura auto impuesta y totalmente inconsciente. Un sufrimiento ininterrumpido entreverado de sentimientos de vacío avasalladores y de la sensación de falta de sentido y de la no valía de sí mismos y de la propia vida. En casos más graves una atención redoblada por parte de terapeutas, amigos y familiares se hace preciosa y preventiva para que la situación emocional no revierta en daños mayores, tales como depresiones profundas e incluso pensamientos suicidas. Cuando en crisis, el propio protagonista de este tipo de escenarios puede no tener claridad suficiente para salir de aquello él solo, necesitando de apoyo externo.
Varios son los motivos que llevan a una persona al síndrome del impostor, pero lo interesante a saber es que este supuesto yo impostor también forma parte válida de la totalidad de la persona y por tanto, no es impostor como se le mira, sino que sólo está disociado de la esencia. Trabajo terapéutico que puede renovar a la persona de modo más unificado y con la energía en abundancia para que la persona pueda de veras producirse en sus propósitos de alma.
¡Cuanto más despiertos, mejor!
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Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos
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