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Auto-sabotaje. Conoce el origen sistémico de esa fuerza que no nos permite prosperar
por WebMaster
Autor Roberto Debski
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Traducción de Teresa
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"Recibe en tu mente y, sobre todo, en tu corazón, el permiso de tus antepasados para hacer tu vida de manera diferente”. Bert Hellinger
Muchas personas cuando empiezan a prosperar, a crecer personal, académica, profesional y económicamente, sienten en su alma que se están alejando de su familia de origen, de sus padres que tuvieron peores condiciones, quizá de sus hermanos, que no fueron personas exitosas. Se sienten bien por progresar y al mismo tiempo mal por alejarse y diferenciarse de la familia. Es el comienzo de un conflicto interno que frecuentemente lo echa todo a perder. Sensaciones de alejamiento, soledad y culpa invaden la percepción o permanecen subliminales, y debido a esa incongruencia, esas fuerzas ambivalentes que luchan en su interior, todo empieza a “salir mal”. Por lo regular, pierden lo que han conquistado, van a la quiebra, son engañados, hacen malos negocios, etc. Así, nuevamente vuelven a asemejarse y a aproximarse de su familia.
¿Conoces a alguien que haya pasado por esa situación? Atendí hace pocas semanas a una paciente de unos treinta y pocos años, muy capaz, trabajadora y decidida, que vino del Nordeste para conquistar sus objetivos. Es nacida de familia humilde, sin estudios, y que allá permanecieron, madre y varios hermanos. Al llegar pasó por diversas dificultades, problemas de relación y profesionales, pero con su voluntad y persistencia conquistó varias cosas, logró estudiar, perfeccionarse, vivir sola y sostenerse. De repente, cuando todo parecía ir muy bien, perdió el empleo y desde hace seis meses vive de hacer pequeños trabajos eventuales, en la inminencia de muy pronto no poder ya satisfacer sus compromisos.
Culpa a la “crisis” del país. Charlando, investigando y buscando vislumbrar lo invisible, lo que aún no se había desvelado, oculto por detrás de las historias y las justificativas, descubrí que ella se sentía muy triste y preocupada por su madre, a quien ayudaba, pues era la única de los varios hermanos que conseguía hacerlo. Según ella, percibía que los hermanos, si bien no la recriminaban “directamente”, sí lo hacían veladamente, y uno de ellos la recriminaba “con la mirada” por no ayudar más, y no era capaz de soportar esa situación.
Lloraba copiosamente al relatar tales cosas. Se sentía muy culpable por haber conseguido más que su familia, por sentirse “más” que ellos, por haberlos “abandonado” en situación de penuria y ahora por estar lejos y ya no ser capaz siquiera de ayudar de la misma manera. Pronto, según preveía, ya no sería capaz de mantenerse y tendría que regresar a su familia.
Percepciones equivocadas, pero muy reales, de que ella iba contra las Leyes de la Vida, que al menos conocía: la de la jerarquía al sentirse más grande que sus padres y hermanos, la de la pertenencia, por sentirse excluida y muy diferente, y la del intercambio, por dar mucho y recibir poco. Pude captar en su campo todos esos sentimientos ambivalentes, el deseo de crecer, de lograr sus metas y poder ayudar, y por otra parte la culpa por haber partido, y por no ser capaz de hacer demasiado por ellos. No admitía el ser ella feliz y exitosa mientras ellos sufrían. Estaba alejándose del patrón familiar, creciendo, ensanchando sus horizontes, mientras ellos permanecían en la situación conocida. Ese mixto de sensaciones y sentimientos invadía su conciencia forzándole, a través de la culpa, a abrir mano de sus proyectos, robando su fuerza y saboteando sus esfuerzos.
Todos sabemos en qué para todo eso. Es el famoso y tan comentado “auto-sabotaje” (o auto-boicot), movimiento individual de origen sistémico, que se produce por la necesitad de mantenerse “leal” a la familia, a fin de permanecer en la “buena conciencia” junto al clan.
El dolor de la separación de la familia de origen, para quien no está preparado para ello, puede ser insoportable, originar culpa inmensa y causar la sensación real de ser “atraído” de vuelta para la condición anterior, como si tuviese un “elástico” invisible preso a su espalda. Cuanto más tenso queda ese elástico sistémico a cada paso con que nos alejamos del origen, mayor es la fuerza que nos atrae de vuelta. Sólo conseguimos caminar hasta el límite de lo posible, cada vez con más dificultad. En cierto punto, nuestra fuerza y velocidad para caminar disminuyen, hasta quedar a cero, y la atracción hacia atrás es mayor de la que podemos lidiar. Regresamos a gran velocidad a donde ya estuvimos, echando la culpa a la casualidad, a la coyuntura política, a la economía, etc. Nos sentimos muy “mal” por las pérdidas, pero, al mismo tiempo “inocentes” y en “buena conciencia” con nuestra familia, nuevamente próximos a nuestro origen.
Esta historia tiende a repetirse continuamente, a menos que miremos desde una nueva perspectiva y busquemos una solución sistémica. En una constelación familiar podemos constatar que esa temática puede pertenecer al campo sistémico, proveniente de generaciones anteriores a la de nuestros padres. Quizá ellos mismos hayan pasado por situaciones difíciles por vivir representando enmarañamientos que vienen de generaciones anteriores. Nada ocurre por casualidad, y la dinámica se perpetuará mientras no sea contemplada y traída a la consciencia, con la sombra asumida y vivenciada, mientras no se haga la des-identificación, volviendo entonces a encaminar todo el sistema nuevamente hacia el Amor y la Vida. La solución consiste en mirar a todas esas personas, nuestros padres, nuestros antepasados, los que fueron excluidos, no reconocidos, no honrados, volver a todos, agradecer por la Vida que hicieron llegar hasta nosotros, aceptar, honrar y respetar sus destinos, y pedir autorización y bendición para que podamos tener éxito y así conducir nuestro linaje a un buen destino, a la prosperidad, al éxito y a la Vida. Cuando en equilibrio, nuestro sistema quiere que la Vida siga adelante, a través de nosotros y de nuestros descendientes. Nuestro fracaso y malogro no sirven al sistema. Nuestro éxito, que viene de tomar a todos los que llegaron antes de nosotros, lleva adelante en triunfo a nuestro sistema familiar, y eso es bueno y es deseado.
Después de la constelación, los representantes se sienten más leves, liberados de los enmarañamientos que perpetuaban las vivencias de fracaso y malogro en el sistema y pueden así caminar adelante hacia un destino mejor y más saludable para todos, los que ya han venido y los que aún habrán de venir. Para mi paciente, la solución en aquel momento fue llevarla a una meditación en la cual contemplaba a su familia, sus padres, sus ancestros, y agradecía por la Vida que llegó a través de cada uno de ellos, por ser los padres adecuados para ella, reconocía y aceptaba sus destinos, y pedía su bendición y autorización para seguir adelante, teniendo éxito, prosperidad, y llevando el sistema a progresar juntamente con ella.
Al final, las lágrimas de antes se convirtieron en una sonrisa de levedad, de paz, de dar nueva significación a varios sentimientos y percepciones, y la autorización para seguir hacia la Vida y hacia su destino, con sus propias decisiones. Es muy gratificante estar presente y testimoniar tantas vidas en movimiento, poder de alguna manera ayudar a traer a la consciencia tantos enmarañamientos y así ver a las personas, al fin, vislumbrando la posibilidad de soluciones sistémicas para sus vidas.
¡Gratitud inmensa por todo lo que la Vida trae hasta nosotros!
Dr. Roberto Debski Médico - CRM 58806 Psicólogo- CRP/06 84803 Preparador y Entrenador en Programación Neurolingüística Facilitador de Constelaciones Familiares y Sistémicas
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