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El amor es hijo de la afinidad espiritual
por WebMaster
Autora Adriana Garibaldi
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Traducción de Teresa
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Es un error pensar que el amor viene del compañerismo de mucho tiempo o del cortejo perseverante. El amor es hijo de la afinidad espiritual y a menos que esta afinidad se cree en un instante, no se creará durante años o incluso generaciones. Khalil Gibran.
Siempre que las relaciones fracasan, solemos decir que el amor es ciego y que aquella relación que en un primer momento se presentaba como auspiciosa, por algún error de evaluación nos ha estado proporcionando grandes frustraciones. Entonces decimos: Cómo he podido estar tan ciego suponiendo que podría ser feliz con tal persona.
Estoy de acuerdo con maestro Osho cuando dice: “Las personas creen que el amor es ciego porque no saben lo que es el amor. Sólo el amor tiene ojos, más allá del amor todo es ciego”. Pienso que el amor nunca se equivoca y sí nuestra mente, que las más de las veces suele mentir y cegarnos haciéndonos cometer algunas equivocaciones.
Relaciones condenadas al fracaso componen un papel positivo por el aprendizaje que nos proporcionan, sin embargo aspiramos instintivamente a vivir un gran encuentro de almas, en esa búsqueda interminable que es siempre de orden espiritual.
Las energías de intercambio, en relaciones de esa naturaleza, promueven en la conciencia emocional de ambos una poderosa expansión. Un vínculo donde existe gracia, belleza, alegría de estar juntos, de verse, de encontrar al otro, placer en compartir las experiencias de lo cotidiano siendo felices en ese compartir. Si hubiese problemas, éstos no serán insolubles porque se ha construido una relación sin miedo, sin inseguridad, sin traición.
Los seres humanos viven casi siempre uniones de mentes, en las cuales sólo existe disputa y guerra de poder, y ello porque ha sido olvidado de entrada un componente espiritual fundamental para la existencia de una unión verdaderamente feliz y satisfactoria. Competir es todo lo que le gusta al ego y eso no permite que se establezca una compenetración genuinamente profunda.
En la unión afectiva donde el alma esté al mando, no existen normas establecidas por la mente y todo sucede de forma natural. Un encuentro que no necesita del tiempo, ni del esfuerzo, ni de elementos creados, y como dijo Khalil Gibran: es un sentir instantáneo, amor a primera vista.
Si tú perteneces a ese selecto grupo de los afortunados en el amor, probablemente te has encantado con la persona, y la persona contigo, en una primera mirada, sin que sepáis bien el por qué. Los planes de conquista que suele elaborar la mente sirviéndose de artificios como el tiempo, el cortejo o el intentar agradar a toda costa, camuflando la propia personalidad, no son necesarios e incluso pueden ser perjudiciales, por enmascarar la verdadera esencia de las personas.
A veces creemos necesitar un esfuerzo extra para conquistar el amor de nuestra vida; sin embargo, ese esfuerzo no será necesario al depararnos con un verdadero amor, porque cuando llegue, si llega, nunca vendrá en la forma de conflicto o dolor, sino de confianza mutua y de paz. Siempre he creído en el amor a primera vista. En realidad, considero que esa es la única forma confiable de amor, amor de almas que se encuentran y se reconocen. A mi modo de ver, si esa química no surge en una primera mirada, será inútil tratar de que ella se desarrolle con el paso del tiempo y menos aún con esfuerzo.
Algunas personas creen en lo contrario, que un amor a primera vista no es confiable, que no tiene futuro, que es como llama que se enciende y se apaga rápidamente. En este caso se confunde un vínculo verdadero con una pasión momentánea. Según mi punto de vista, lo que no tiene futuro es perpetuar falsos amores sin base espiritual.
No voy a afirmar que por estar viviendo un amor así ya todo será un mar de rosas; los encuentros de alma calan tan profundamente dentro de nosotros que provocan un auto-enfrentamiento también profundo y a veces doloroso. Vínculos espirituales pueden verse reforzados o destruidos, según nuestros actos para mejor o para peor en consecuencia de nuestro libre albedrío. Podemos aprovechar valiosas oportunidades o desperdiciarlas, pero pese a todo, en uniones como las aquí descritas, la probabilidad de éxito y de felicidad es mucho mayor, trascendente y transformadora.
Manatengámonos abiertos al amor, permaneciendo siempre firmes en lo mejor de nosotros, y estaremos más aptos para reconocer a la persona adecuada en el momento en que ésta aparezca en nuestra vida.
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