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EL IMPORTANTE PAPEL DEL CUIDADOR
por WebMaster
Autor Sandra Giannoni
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Traducción de Teresa
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Hoy observé más atentamente a las personas que se encuentran en el papel de cuidadoras de alguien que necesita atención especial, como en el caso de enfermedad en la familia. Esto me hizo observar que el papel de cuidador es mucho más difícil que el de enfermo. Éste, el enfermo, ya tiene su programa trazado y no tiene otra opción más que "luchar con garra y denuedo" y seguir el tratamiento.
Pese a todo, a menudo ese trayecto exige el acompañamiento de un cuidador. Esto es lo que estoy enfocando, esa persona que muestra gran nivel de abnegación y devoción, a menudo sin el reconocimiento adecuado.
El cuidador es alguien que está siempre al lado, que comparte todas las angustias, ejerciendo asimismo un papel de apoyo psicológico, una actividad que envuelve un carácter emocional. Es alguien con quien el enfermo puede contar y eso no siempre es una tarea fácil.
A los cuidadores se les exige ofrecer cuidados intensivos, con lo cual su vida personal se ve modificada, pues aparte de la dedicación al paciente, han de reemplazar a éste en las tareas que él desempeñaba previamente y reorganizar las que incumben a su propia responsabilidad y vida personal.
El exacerbado sentido de responsabilidad queda en contraposición al reducido sentido de libertad, achicando su independencia, asumiendo la restricción del tiempo dedicado a actividades personales, y con frecuencia, al sueño y al descanso.
Muchas veces el cuidador no está preparado para el ejercicio de la función que acaba siendo consolidada por el propio enfermo, por eso, eventualmente, mostrar cierta fragilidad no supone problema alguno. Es preciso que haya una relación de confianza para no causar sufrimiento a ninguna de las dos partes.
El punto focal es que a menudo el cuidador "detiene su vida", abriendo mano de sus actividades, de sus proyectos, objetivos, y de su propia vida. No obstante, el cuidador no puede olvidarse de sí mismo, de que tiene que cuidarse también. Ha de tener en mente que si él no está bien, no será capaz de dar cuenta del otro. Lo que pasa es que, imbuido del espíritu de dedicación, muchas veces esos límites no son reconocidos.
Hay ciertas señales de que el cuidador está llegando a su límite y es preciso darle una pausa momentánea, un descanso en esa actividad. La irritación es una de ellas, pues cuando empieza a perder la paciencia, a dormir mal o a incomodarse con cosas banales, ha llegado la hora de parar un poco, descansar y pedir una ayuda a otras personas que puedan asumir temporalmente su papel.
Por más que el enfermo necesite atención, es siempre posible encontrar un tiempo para cuidar de uno mismo. La relación cuidador/paciente es muy delicada. Aliado al esfuerzo físico, el sufrimiento emocional de ese contacto con alguien que está sufriendo, que está perdiendo su vitalidad día tras día, es muy difícil y requiere equilibrio y control emocional.
La reducción del estrés puede ser hallada en el apoyo emocional, social y familiar. El cuidador necesita ser cuidado, para soportar las pérdidas, construir alternativas y aprovechar las posibilidades.
Sandra Giannoni/sanastro e-mail:
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Teléfono: 55 11 5183.9350
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