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EL PODER DE LA ENVIDIA
por WebMaster
Autora Irlei Wiesel
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Traducción de Teresa
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Cierta vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga que vivía siempre brillando. Ésta escapaba a la feroz predadora, pero la serpiente ni siquiera pensaba en renunciar. Al tercer día de la persecución, ya sin fuerzas, la luciérnaga se detuvo y dijo a la serpiente:
- ¿Puedo hacerte tres preguntas?
Respondió la serpiente:
- No suelo abrir ese precedente, pero ya que de todas formas voy a comerte, puedes preguntar.
- ¿Pertenezco a tu cadena alimentaria? La serpiente responde que no.
- ¿Te he hecho algo? - No.
- ¿Por qué quieres comerme? - ¡Porque no soporto verte brillar!
El brillo que emana de alguien que es leve, feliz y realizado es un veneno para el envidioso de turno.
La persona que nutre una envidia mortal hacia quien sigue una vida tranquila, disimula su crueldad bajo el manto de la discreción.
Difícilmente demuestra cualquier reacción, pese a contorcerse de envidia, sigue hábil en la intención de destruir a quien es superior a ella. Lo que mueve a esa criatura es apagar el brillo de quien está irradiando luz. La víctima no se da cuenta siquiera de que está brillando, y mucho menos de que alguien desea apropiarse de su luz.
Para muchos, el éxito y el brillo que emanan de sus triunfos es natural. Simplemente son, punto. Quien se enfoca en el camino del esfuerzo y de la gratitud no se atiene a un sentimiento tan cruel.
Quien desconoce el sentimiento de la envidia no es capaz de imaginar cuán venenoso éste puede ser.
Muchos afirman estar por encima de la maldad humana, a fin de cuentas están enfocados en proyectos personales movidos por los mejores sentimientos en relación a sí mismos y a la humanidad. No obstante, la envidia es taimada e inmovilizadora. Actúa de forma silenciosa, imperceptible y camuflada.
Generalmente alguien cercano es el verdugo, lo cual dificulta la identificación. El resultado de la acción del verdugo es un vaciamiento.
Caminos antes tan claros, ahora sin sentido. Fuerzas antes tan intensas, ahora se han evaporado. La motivación, tan contagiosa, ahora apagada. El optimismo dando lugar al pesimismo. La vena emprendedora, aun luchando por no desmayar, simplemente se debilita, lo cual resulta en desistir de implementar estrategias que conduzcan al éxito.
Una lenta y discreta muerte sobreviene. Una muerte que sólo es perceptible cuando el vacío y la falta de sentido pasan a ser compañía. En este punto la envidia ya ha inmovilizado a su presa y entonces, amigos, se hace difícil recomenzar. Da mucho trabajo rehacer la limpieza que la hiel de la envidia arranca de alguien indefenso.
Atiéndase al mal histórico de la humanidad. Éste existe y afecta a todos, sin distinción. Sé consciente de tu fuerza, y sospecha cuando se empeñe en desaparecer.
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