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Espiritualidad y Religiosidad
por WebMaster
por Roberto Dan -
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Traducción de Teresa -
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Espiritualidad, dicen algunos, es mi relación con el mundo, con el otro, conmigo y con Dios. Algunos dicen que es el cultivo de la presencia del espíritu, otros la manifestación del espíritu en nosotros… o incluso un estilo de vivir, animado por el espíritu.
Espiritualidad es la manera que tengo de buscar a Dios, y vivir la espiritualidad es seguir el ejemplo de Jesucristo, diría un cristiano. Vivir de forma sana, superando los momentos difíciles de la vida, creciendo en la fe y viviendo fiel a Dios, pero también existe una espiritualidad para los budistas, islámicos, paganos, hindúes. Y ¿cuál sería la verdadera espiritualidad?
A decir verdad, no debemos mezclar la espiritualidad y la religiosidad para no confundirnos. La religión es una forma, un método de conectarse a la Fuerza Divina que puede ser, en fin, dependiendo de cada religión, Alá, Dios, la Gran Madre, la Diosa. La religión es un método para conseguir el “Re-Ligare”, o sea, el ligarse nuevamente a la esencia Divina que es el Todo y de la cual formamos parte, pues de ella fuimos creados. La religiosidad es como dicen algunos “una ventana a la espiritualidad”.
Pero ¿qué es la espiritualidad, entonces? En el diccionario consta:
“s. f. Característica o cualidad de lo que es espiritual: la espiritualidad del alma. Todo lo que pueda demostrar o tener fundamento religioso y espiritual. Que tiene o revela elevación, trascendencia; sublimidad. Teología. Práctica, ejercicios devotos que tienen por objeto la vida espiritual: libro de espiritualidad. Religión. Característica de lo que demuestra devoción espiritual; religiosidad. (Etm. Espiritual + i + dad)”.
Considero que la espiritualidad es la conciencia de que somos un fenómeno trascendente a la vida concreta y material, o sea, el hombre no consigue explicar cómo vino al mundo, cómo existe – de dónde venimos y a dónde vamos. Tener conciencia de que hay una fuerza mayor que rige el universo, y del cual somos una partícula mínima en medio de las otras partículas con varias cualidades parecidas y muy diferentes de las nuestras, pero que juntos hacemos “funcionar” este gran conglomerado de energías y entidades que es el Universo.
Vivir en función de esa conciencia de formar parte de estas fuerzas, entre las cuales hay muchas aún sin conocer, pero que percibimos todo el tiempo en nuestro cotidiano. Eso para mí es espiritualidad.
Así, no importa qué religión hemos elegido seguir o practicar. Esta elección tan sólo muestra nuestra empatía con ideas, conceptos y percepciones específicas relativas a la espiritualidad, diferentes de las vivenciadas en otras religiones, pero que también llevan a la espiritualidad.
Espiritualizarse es adquirir la comprensión y la vivencia de que virtudes tales como amor, respeto a la vida, libre albedrío, verdad, belleza, bondad, libertad, deben ser practicadas y, más que eso, vividas. Es la búsqueda del significado para nuestro papel en los medios sociales en que vivimos: escuela, trabajo, sociedad, familia, buscando equilibrio en estas varias dimensiones, no fijándonos en creencias y modelos fanáticos y materiales de cultos diversos.
La Espiritualidad no depende de rituales – éstos son importantes para nuestro psiquismo y nos religan a los aspectos simbólicos, que nos alimentan en cuanto seres psíquicos – pero es una postura de vida, no llevada al fanatismo de prohibiciones y normas materialistas, sino una postura vivenciada en la conciencia del amor, de la esperanza, de la confianza en el Todo, en la libertad responsable, en la igualdad por la fraternidad, etc.
Según Fray Patricio Sciadini,
“La búsqueda de la espiritualidad no puede perjudicar a nadie, pero debe ayudarnos a ser cada vez más libres de la materia y señores de nuestros instintos”. El camino de la espiritualidad no debe ser egoísta, ni tampoco excesivamente “altruista”, sino que debe seguir un equilibrio natural. Los instintos son los elementos que más problemas nos causan en la vida, en caso de que no los controlemos. Ser esclavo de los instintos es llevar una vida dedicada a los deseos y, por tanto, a las drogas, al sexo, sin normas ni responsabilidades, a la gula desenfrenada.
El instinto puede controlarnos, si le dejamos, y en ese caso se manifiesta de forma patológica con efectos psíquicos, tales como: obesidad debida a la compulsión, compulsiones diversas: a las drogas, al sexo, a la comida, a prácticas que dañan a otros y a uno mismo. Así, no ser esclavo de los propios instintos es importante, para tener “libertad”.
“…habéis sido llamados a la libertad” (Carta de San Pablo a los Gálatas).
La auténtica libertad sólo es posible para quienes se aventuren en el camino espiritual. Ese camino es el camino del auto-conocimiento, del reconocimiento de las capacidades y límites de uno mismo y del otro con quien nos relacionamos, ya sea humano, animal, vegetal, mineral, espiritual, en fin.
El ejercicio de la libertad requiere responsabilidad y compromiso con uno mismo y con el otro. No tiene por objeto buscar la felicidad a toda costa aunque haya que romper vínculos familiares, de amor, compromisos con el cónyuge – eso es egoísmo y no trae felicidad.
¿Es posible vivir la espiritualidad sin religiosidad? Es una pregunta difícil, pues cada uno de nosotros, siempre que busquemos nuestro auto-conocimiento, podremos comprender nuestros límites para ejercer y vivir la espiritualidad de forma independiente de la religiosidad. Los métodos – religiones – están a nuestra disposición para vivir a través de ellos la verdadera espiritualidad de forma profunda, basta entregarnos.
Roberto Dantas es terapeuta y espiritualista. En su trabajo utiliza la técnica de la Terapia Psico-Espiritualista Sistémica, que está basada en la parapsicología, en el psicoanálisis y en la espiritualidad, para llevar al cliente a su equilibrio psico-físico-espiritual-energético, de forma sistémica.
Teléfono: (55 11) 2619.1089, (55 11) 9-8298.0045, e-mail: [email protected]
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