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La fuerza del silencio
por WebMaster
Autor José Luís Alves
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Traducción de Teresa
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Si ya el pensamiento es fuerte, imagina la fuerza existente en el silencio. He visto producirse milagros por medio de aquellos que están practicando el silencio. Si por una parte hay mucho ruido, por otra existe un lugar sagrado que no se contamina y que es un permanente y seguro lugar de descanso. Estando en silencio encontramos respuestas, fuerza, alivio y además conseguimos aliviar las tensiones del cuerpo; y para ganar todavía más, conseguimos mantenernos presentes mientras nos movemos y nos relacionamos con el mundo de un modo general. El silencio nos ayuda en la concentración y nos mantiene más enfocados, presentes, conscientes y atentos. Todo está aquí, y por vivir inmersos en el ruido ni siquiera percibimos las maravillas diarias que se presentan todos los días, para todos.
Cuántas palabras innecesarias podrían ser evitadas con un simple silenciar.
Claro, no es un proceso fácil y, a lo que parece, exige mucha disciplina, paciencia y persistencia para llegar a ello. Podemos llamarlo meditación, Nirvana y estado de iluminación.
No obstante, como afirmaba el mismo “Buda”, tenemos que ir más allá de todo, inclusive de la propia iluminación. En mecánica cuántica aprendimos que el simple hecho de existir un observador, altera todo el movimiento del electrón.
¿Qué quiere esto decir?
Esto quiere decir que tú tienes un poder inmenso para alterar la realidad, simplemente observando. Eso mismo: el simple acto de observar altera el comportamiento del electrón. Eso quiere decir que existe la consciencia.
Yo no soy un estudioso de ella ni necesito a la mecánica cuántica para saber que puedo alterar la realidad, estando presente, atento y consciente, simplemente observando. La fuerza del silencio consiste en observarlo todo, inclusive tus propios comportamientos y pensamientos, que se alteran en la misma proporción y medida en que tú los observas. Por eso, cuando ponemos nuestra atención en algo, este algo tiende a crecer. Ahora bien, cuando observamos silenciosamente, aumentamos nuestra capacidad de percepción y nuestro poder para alterar la realidad.
La meditación pasiva nos ayuda en este proceso de transición y desapego de los propios pensamientos. Si surgiesen pensamientos del tipo de: yo no lo consigo, es difícil, entre otros que soy muy corrientes, procura dejarlos pasar. Pon tu atención en la respiración y en el espacio vacío entre pensamientos. Y así debes continuar. Poco a poco irás encontrando momentos de tranquilidad y descubriendo el silencio. Es imposible describir con palabras el deleite que existe en el silencio.
La meditación viene ganando fuerza, y en muchos lugares hay cursos de meditación y práctica del silencio. Puedes empezar en casa, o si lo prefieres, buscar grupos o locales de meditación. No es preciso estar en un determinado local, escondido o alejado del mundo para meditar. Antiguamente las cosas eran así, pero hoy día ya sabemos que podemos meditar mientras estamos haciendo absolutamente cualquier cosa, inclusive aquí, viviendo en una gran ciudad. Los niños también necesitan paz y sosiego, estimúlales para que reserven momentos de relax después de las actividades o antes de las tareas que exijan disciplina y concentración. Nada perdemos nunca por relajar y silenciar, todo lo contrario, ganamos en concentración y percepción.
¡Si nuestros pensamientos tienen fuerza, imagina la fuerza existente en el silencio!
¡Namasté!
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