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Los males de la llamada Edad de la Ansiedad
por WebMaster
Autor Fernanda Peres -
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Traducción de Teresa
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El mundo en que vivimos hoy se ha definido por muchos psicólogos y terapeutas como “Edad de la Ansiedad”, debido a la relación entre el estado psíquico y el ritmo de vida impuesto por la sociedad. Este período que vivimos viene estructurando características bastante marcadas: el materialismo, que asocia el reconocimiento personal con el dinero que se tiene y se acumula; el hedonismo, la búsqueda de sensaciones nuevas y excitantes; la permisividad, que crea un clima de impunidad e individualismo; el relativismo, que, articulado con la permisividad predispone a la creación de éticas subjetivas e individuales; y el consumismo, asociado al materialismo, que nos habla de una nueva forma de libertad, la de consumir.
Los efectos colaterales de esas características nos ligan a dos grandes males: la intolerancia y la ansiedad. La ansiedad siempre ha estado presente en toda la existencia humana, pero solamente en los últimos años viene teniendo mayor significación para los investigadores; en el estudio de los efectos de ese estado sobre el organismo y el psiquismo, han llegado a la conclusión de que ciertos problemas no tienen solamente una base física, sino mental y espiritual.
La ansiedad puede ser normal o patológica, según la evaluación de intensidad, frecuencia y papel que desempeña en los procesos psíquicos del individuo. De ella derivan el TOC, el miedo, el pánico, la depresión, entre otros estados mentales.
En las investigaciones hechas se ha constatado que más y más profesionales y personas corrientes buscan, más allá de la alopatía, terapias y tratamientos naturales y vibracionales, aliándolos para la obtención de resultados.
La vida es producto de varias vivencias anteriores, con acopio de experiencias tanto negativas como positivas. Es preciso trabajar con las cristalizaciones, percibir en qué estamos desequilibrados y superar nuestras limitaciones. El verdadero propósito de la vida es hacer que los designios del alma se realicen en la personalidad.
Las enfermedades son producto, en su mayoría, de lo que sentimos y pensamos a lo largo de la vida. La mente se ve afectada por la emoción, al igual que los sentimientos son condicionados por los pensamientos. La diferencia entre un conflicto psíquico y uno somático está en su proyección, mente o cuerpo. Los pensamientos negativos envenenan el organismo, creando desórdenes emocionales y mentales que se materializan en el cuerpo físico: dolores en general, especialmente jaquecas, opresiones diversas, síndrome del pánico, depresiones.
Considero que la terapia floral es la más indicada en esos casos, pues cada gota de floral funciona como impulso magnético vibracional, cada especie de flor tiene su signatura energética particular. Al ingerir los florales, éstos entran inmediatamente en el torrente sanguíneo y a continuación en el sistema nervioso. Por medio de una corriente electromagnética, alcanzan los meridianos, los cuerpos sutiles y los chakras.
Pero los florales no actúan solos, es necesario un cambio de dirección y de mente, transformarlas por la renovación de nuestro entendimiento.
¡Paz y Luz!
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