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¡No era un Espíritu Arrimado, no!
por WebMaster
Autor Wilson Francisco
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Traducción de Teresa
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Dime, ¿cuál es la virtud curativa de estas partes del pez: el corazón, el hígado y la hiel?
El Ángel Rafael respondió a Tobías: si pones un trozo del corazón sobre brasas, su humareda expulsará toda clase de espíritus malvados. En cuanto a la hiel, se puede hacer con ella un ungüento para los ojos, porque tiene la propiedad de curar. Y cuando quemes el hígado del pez, se pondrá en fuga todo demonio.
Todas esas cualidades de las vísceras del pez fueron constatadas por Tobías, después de terminar su viaje. Curó los ojos de su padre y y ahuyentó el maligno que amenazaba su misión.
Confieso que hasta hoy no he experimentado esos atributos del hígado, aunque sé de su importancia en el cuerpo humano. ¡Eso sí!
En 1986 conocí a Rosane, una terapeuta antroposófica. En esa época yo nada sabía sobre reflexología y con frecuencia me veía afectado por cierta presión en la cabeza que me incomodaba. Llegaba a pensar, en mi ignorancia espiritual, que podría ser un "espíritu arrimado". Rosane, en ese nuestro primer encuentro, resolvió el misterio, al aplicar en mí sus talentos. Tocó con sus dedos la planta de mi pie y yo sentí mucho dolor.
El diagnóstico: ¡tu hígado está mal! No era un espíritu arrimado, no. Me dio algunas orientaciones, fundamentales para que yo curase mi hígado.
Sigo sus consejos: hago buena masticación, evito odiar o encolerizarme, trato de resolver las situaciones que me escuecen, ahuyento a los demonios de la ira iluminando con buenos pensamientos mi corazón, ¡quemo toda irritabilidad que pueda envolver mi hígado inspirando el fuego sagrado! ¡Más que eso! Ella abrió de par en par las puertas del Universo Holístico, porque a partir de ese episodio yo empecé las pesquisas que todavía hoy hago, para conocer los misterios del cuerpo humano, ese majestuoso Templo que habitamos.
Desde la perspectiva china, es en el hígado donde nace el verdadero equilibrio emocional del ser humano.
Si tienes dificultades para tomar decisiones, examina con urgencia tu vesícula, órgano colaborador del hígado.
¿Sabes aquel dicho popular "vesícula perezosa"? Pues bien, a veces no es tu carácter lo que te hace estar siempre postergando (empujando con la barriga). Es esa bendita bolsita, ¡que vive en una pereza que da pena! El libre fluir de la energía del hígado es lo que va a permitir que respondamos victoriosamente a los retos de la vida, a los estímulos emocionales y afectivos, 24 horas por día, cada segundo de nuestra vida.
Hay también anécdotas pintorescas relativas a ese órgano. Una de ellas, narrada por un Sacerdote de la Iglesia Católica localizada en la calle Frei Caneca: "Santa Bernardette de Lourdes tenía su cuerpo intacto, principalmente el hígado, 139 años después de su muerte. Muy interesante".
Las patologías (enfermedades) de la vista van a indicar siempre alguna alteración en el hígado. Las más corrientes son: conjuntivitis, ojos enrojecidos sin proceso inflamatorio, picores, ojo seco, visión flaca, embazada o borrosa, orzuelos, puntos brillantes que aparecen en el campo visual y otras.
En mi niñez, según mi madre, yo tenía la "pésima" costumbre de estar continuamente parpadeando. Y hasta llevé alguna paliza por ello. Y cuántas veces he tenido que "tragar" mi llanto.
Hoy aprendí que la lágrima es la secreción interna que ayuda a aliviar el hígado. De ahí viene la importancia del ejercicio de "parpadear" siempre y de no reprimir el llanto. Llora, llora de veras, el llanto "lava" el alma. ¿Mi madre y sus conceptos? La perdono. ¡Ella no sabía lo que hacía!
Una actitud que afecta bastante al hígado es la ira y el resentimiento. Por tener esos sentimientos de cuando en cuando no pasa nada ¡somos humanos!
Ahora bien, quedarse con ellos, rumiándolos, atascados, guardados, significa que tú estás programando graves afectaciones para tus rodillas, hombros y tendones. ¡Flexibiliza! Esa actitud es curativa.
Y vosotras, mujeres, cuidad el dichoso hígado, él tiene un papel muy importante en el aparato reproductor femenino.
Pues bien, si bien mi madre se equivocó conmigo, con mi hermano tuvo acierto. Él fue acometido por el Mal de Simioto, hoy erradicado, según creo. Ella le dio ocho frascos de aceite de hígado de bacalao y lo curó.
Tengo en gran aprecio la obra de Masaharu Taniguchi, creador de Seicho-no-ie. Él sugiere en "Mis Oraciones" esta saludable invocación:
¡Despierta, hígado mío!
¡Produce y elimina bilis en cantidad adecuada!
¡Desempeña plenamente tu función!
(Haz este comando durante unos 5 minutos).
Después de esa invocación masajea el "punto" del hígado. Se localiza bajo el pezón derecho al final de las costillas.
Completa el proceso diciendo:
¡Muchas gracias, hígado mío,
por despertar y desempeñar plenamente tu función!
¡Dios te bendiga!
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