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¡Padres desequilibrados, hijos desajustados!
por WebMaster
Autor Paulo Salvio Antolini
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Traducción de Teresa
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En la caja del supermercado, ya empezando a pasar las compras, oímos un llanto de rabieta, y al mirar hacia atrás vimos a una madre con su hijo en brazos, éste como de un año, ambos sujetando una bandeja de empanadillas para freír. La bandeja iba envuelta en papel film, envasada en el propio supermercado. La criatura quería, con su dedito, agujerear el papel.
Su madre se la quitaba de la mano, para dársela al cajero más tarde, pero la criatura volvía al llanto de berrinche, aquel llorar sin lágrimas. Su madre entonces se la daba de nuevo al crío, quien inmediatamente atacaba la envoltura y allá iba ella de nuevo. Entonces se instaló ese quita y devuelve. Cuando ella se la quitaba él se manifestaba, y al devolvérsela él intentaba destruir el papel film.
Fue entonces cuando la madre se dirigió a nosotros diciendo: "son los excesivos mimos, miradlo" y repetía el ritual del toma, llora, devuelve, intenta rasgar. Percibíamos en ella cierto apuro que intentaba disimular con una sonrisa de "está todo normal", cosa que no era cierta.
Ante su insistencia en hablar sobre los mimos, yo le dije que si ahora le parecían muy chistosas las actitudes del nene, cuando él creciese y tuviese cinco años, ¿qué le parecería su comportamiento? Su respuesta fue sorprendente. "Mi hija hacía lo mismo, hoy tiene cinco años y no soy capaz de poder con ella".
Se podía notar que esa madre trabajaba fuera y que disfrutaba de un buen nivel socioeconómico. Pero hemos podido ver también que ella no tenía la menor noción de lo que es educar a un hijo.
¿Os habéis fijado en que las personas que están dedicadas totalmente a su formación profesional, consideran que basta con esto, una buena carrera y buena remuneración, para entonces poder constituir familia y tener hijos?
Cuando disfrutemos de estabilidad y ganemos bien, podremos tener hijos y pagaremos a una niñera para que los atienda. Cuando ese es el pensamiento, aun siendo inconsciente queda al descubierto cuando tienen hijos por los comentarios que hacen sobre ellos. "¡No soy capaz de poder con esa criatura! Atención: esa criatura está en la franja de entre dos y cinco años. "¡Mi hijo tiene una personalidad muy fuerte!" Ese hijo tiene dos años.
Ya le dije a un padre que no es que su hijo de dos años tuviese personalidad, sino que eran ellos, los padres, quienes no la tenían para lo que concierne a educar a un crío. Naturalmente ese padre se indignó contra mí y por un buen tiempo dejó de venir a tomar el café a mi sala, cosa que era habitual. Pasaba por el pasillo y mal saludaba moviendo la cabeza.
Mi sala era acristalada. Cierto día se paró en la puerta y tímidamente me preguntó si yo le "pagaría" un café. Lo invité a entrar y después de algunos comentarios superficiales, dijo que les habían llamado del parvulario porque el pequeño había pegado a una compañerita y a continuación mordido fuertemente a su "tía", la profesora que había ido a reprenderlo. Les rogaron que llevasen al crío a un psicólogo.
Dijo que en aquel momento se acordó de lo que yo le había dicho. La psicóloga a la que acudieron les indicó cuán permisivos eran y cómo no estaban orientando al chico. Entonces se dio cuenta de que no habían puesto límite alguno al pequeñín. Se sentía arrasado, culpable por no haber sabido educar.
Tras el desahogo que traía en la mirada lágrimas contenidas, pude hacerle ver que nada estaba perdido, sólo tendrían mayores dificultades ahora para enseñarlo, pero con amor y firmeza rápidamente habría de mejorar. Y fue lo que ocurrió.
Proceded desequilibradamente y criaréis desajustados, niños y jóvenes que llegarán a tener serios problemas en la escuela y en la sociedad. Estaréis formando personas inestables emocional y afectivamente, e incluso futuros marginados, pues no aceptarán someterse a las reglas, normas y leyes que rigen la buena convivencia. Se creerán diferentes y por tanto, que no forman parte de las masas, que sí deberán tener hacia ellos deferencias y concederles privilegios.
Los que crean que exagero en este texto, ¡miren a su alrededor y constaten!
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